Acabo de verme estas dos películas, original y remake, y creo que puede ser interesante hablar de ellas dada la fama sobre todo de la primera.
Un trabajo en Italia (Peter Collison, 1969)
Para mí era antes, y es ahora, la de Michael Caine con los Minis. Se entiende que me refiero a coches, mi generación probablemente entienda antes otra cosa. Al director no lo conocía, y echando un vistazo a las películas que hizo no encuentro ninguna más destacable. De Michael Caine siempre espero algo bueno por algunas grandes películas suyas que he visto de cualquier época.
Lo que me encuentro es… bueno, primero un curioso ejemplo. Pones en Google “definir: naif”, y esto es lo que te sale:
naíf, naif
adjetivo/nombre masculino
1.
[estilo artístico] Que representa la realidad afectando la ingenuidad de la sensibilidad infantil y se caracteriza por una gran simplicidad en las formas, el uso de colores muy vivos y el rechazo del academicismo técnico.
Y se ajusta mucho mejor que las palabras con las que pueda intentar explicar yo qué es esta película del 69. Especialmente me quedo con la ingenuidad, la simplicidad y los colores muy vivos. Por supuesto, esto en sí mismo no es negativo, digamos que es “su estilo” o su personalidad.
Pertenece a un subgénero llamado “caper film”, ficción donde el foco se sitúa en los criminales principalmente, mostrando su astucia en alguna hazaña delictiva a través de la aventura y el humor.
De primeras me choca ver como el personaje de Caine es un mujeriego que deja a James Bond como un luterano del s.XVII, haciendo de guaperas carismático tan pícaro que alcanza la comedia por exageración. Desde luego él lo clava, con un atractivo ingenioso que convence como líder indiscutible del atraco perfecto, y de toda la función.
La película es inglesa, muy inglesa. Tanto que no duda en sacar pecho por su crimen organizado contra el de fuera, el italiano al menos. Así, la mafia de Londres se toma el robo de 4 millones de dólares en oro a la Fiat, como un acto patriota cuya finalidad primera es desestabilizar el mercado a favor de Inglaterra. También es muy inglesa por su típico humor británico. Esto, a mis ojos, hoy por hoy no funciona. Puede resultar un film simpático y sonreirás a veces, pero poco más. De hecho, Benny Hill es uno de los ladrones, y sí, es como en el show que todos recordamos, bastante bochornoso para el espectador actual.
Por supuesto, la finalidad manifiesta es la de puro entretenimiento ligero, con acción y un ritmo rápido, espectáculo automovilístico y una firme intención de mantener el tono alegre hasta el final. La intriga es siempre el cómo lo harán y si lo conseguirán, sin apenas giros. Pero mantiene bien el interés por la proeza que promete, por una linealidad agradecida, y el largo clímax de la memorable persecución final.
Al ver dicha persecución, se entiende perfectamente cómo pasaron esos tres Minis corriendo por las calles de Turín al recuerdo de un público tan amplio. Y es que yo no discuto lo divertido que es ver a los bonitos “cochecitos”, sumando los colores de la bandera británica, subir y bajar escaleras, sortear el tráfico, meterse en un circuito cerrado de la Fiat, saltar por tejados, correr por el interior de un tubo (esa escena fue filmada en las Midlands británicas), y en definitiva luciéndose con todo tipo de virguerías para sortear a la policía italiana. Además, la música acompaña con “Getta Bloomin' Move On! (The Self Preservation Society)” de Quincy Jones, pegadiza y celebrada.
La otra gran escena es la que abre el film, un Lamborghini Miura a toda velocidad por las serpenteantes carreteras alpinas, con impactante desenlace. Esta vez, Matt Monro canta “On Days Like These”, que es también una de las más famosas canciones de la película. La cámara se pega al lateral del coche y sentimos el peligro en las curvas hasta ponernos casi tan nerviosos como nos lo hacen las ruedas del autobús al final de la historia.
Es destacable el capo de la mafia italiana, como personaje insuficientemente explotado, y por el actor que lo encarna, el polifacético Raf Vallone (actor, autor, deportista, crítico de arte y director de cine). Él desencadena la trama, y después tiene un tenso encuentro con Michael Caine, pero me hubiera gustado verlo más. Ellos son una amenaza más palpable que la misma ley, y la auténtica némesis de nuestros ladrones.
Noël Coward es el otro actor de reconocido prestigio que sale en la cinta. Se dice que una de las virtudes de “Un trabajo en Italia” fue reunir en pantalla a tres símbolos de la escena británica como Michael Caine, Noël Coward y Bennie Hill. Coward debe su fama mayormente como dramaturgo y compositor, como co-director de “Sangre, sudor y lágrimas” (In Which We Serve, 1942) junto a David Lean, y por su papel en la 2ªGM. Aquí tiene un estrafalario papel, una especie de villano super poderoso que controla su imperio del crimen desde una cárcel inglesa, cuyos trabajadores tiene a sus pies. Sin embargo, sus motivaciones patrióticas y la admiración que le profesan el resto de presos lo convierten en un raro valedor de la causa.
Resulta que en 2003, la frase "You're only supposed to blow the bloody doors off!" ("Sólo se supone que deben explotar las malditas puertas") fue votada como la más popular del cine británico. Sin entrar en si es “la más”, el dato es buena muestra de lo influyente que resultó el film en el país. La frase en cuestión pertenece a una escena sin apenas importancia, un simple gag, por lo que yo no comprendo la huella que ha dejado.
Con todo esto, tras repasarla mentalmente, me doy cuenta de que es una película curiosa con elementos que explican el hueco que se hizo en su época. Su identidad son las carreteras de los Alpes, Turín, los coches, el humor, Michael Caine, y la planificación y ejecución de un gran robo. Sin embargo, me ha decepcionado y no puedo decir que me guste especialmente. La película es “muy de los 60”, y con tanto peso en la comedia, el hecho de resultarme un humor desfasado le resta mucha diversión. Hablar de evolución de personajes es, sin duda, hablar demasiado. La ingenuidad edulcorada en cada aspecto, que solo te importe un personaje y tampoco le conozcamos apenas, el histrionismo patriótico que no contagia, el absurdo ridículo de algunas escenas en la persecución, los mafiosos italianos que desaparecen como ninjas entre las piedras, el personaje de Benny Hill, las demasiadas concesiones que debemos hacerle al plan maestro… Me hacen imposible considerar “Un trabajo italiano” (1969) como una buena película, que me ha parecido más curiosa que divertida, e interesante por algunas escenas aisladas. Un "bluff".
En cuanto al final, que dio mucho que hablar por ser taaaan abierto, juega con la idea del “héroe” intrépido y temerario, incluso de la “divertida” obsesión que nunca termina. Pero pienso que no cuaja del todo, para que funcionase bien deberían haber mostrado más detalles anteriormente que refuercen esa idea con claridad.
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Un fan art que me ha gustado:
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