La pude ver ayer. Una auténtica genialidad. Park Chan-wook no necesita echar mano de la violencia, las coreografías o la sangre, como hizo en la tan sobreaclamada Oldboy, para hipnotizar al público. Con esta maravilla no solo demuestra que es un genio a nivel técnico (planos milimétricamente fabricados), sino que como guionista se encuentra al mismo nivel. Dos horas y media de puro engaño, donde sus dos mitades son totalmente diferentes, a pesar de contar lo mismo (Ya lo descubrirán ustedes). En fin,Wook se mete de lleno en el melodrama clásico y deja el cine de acción moderno.
A destacar la perfección del encuadre, la colorista fotografía, la ambientación de los años 30 y la BSO.
Sin duda, una de las grandes películas del año.




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