Cita:
Nada más llegar al cine Palacio de la Música, con la legaña puesta, nueve y cuarto 'in the morning', he tenido que pasar dos veces por un arco voltaico, me ha pitado las dos veces, debían de ser las llaves de mi casa o las gafas de sol, que casi se me caen del susto, un tipo con aspecto de banquero me ha dicho que dónde estaba la acreditación, me la he sacado, la acreditación, unas chicas que estaban a mi lado han querido ir al baño y otro señor, aséptico como una sala de espera de dentista, les ha dicho que no, ¿se dan cuenta, que un señor de Estados Unidos te diga en un cine de la Gran Vía que no puedes miccionar o lo que sea menester?
Luego he visto una montaña con traje azul marino y 'walkie-talkie' metiendo prisa a todo quisqui en tono amenazador, "¡come on, come on!", y he visto a un montón de colegas de la prensa entregando sus teléfonos móviles (yo no lo había llevado, sabedor del pequeño Auschwitz que me esperaba) en un mostrador, donde se los recogían a cambio de un 'DNI' en el que ponía: "La organización no se hace responsable de las pérdidas, daños o roturas de los aparatos depositados en consigna".
Luego había cuatro tipos con una especie de prismáticos de infrarrojos oteando al personal, vamos, oteando que el personal no pirateara 'La guerra de los mundos', la película de Steven Spielberg que esta mañana nos han enseñado a los privilegiados chicos de la prensa, dispensándonos un trato 'VIP', o sea 'Vándalos, idiotas, palurdos'. A una periodista la han sacado de la sala en plena proyección "porque algo brillaba en su bolso", y la han registrado, antes de permitirle entrar de nuevo.
Fíjense cómo serían las medidas de seguridad para hacer frente a algún hipotético pirata disfrazado de periodista, que la distribuidora de la película, UIP, en un correo electrónico dirigido a los medios hace unos días para explicar la mecánica del pase de prensa, había avisado: "Es un proceso complejo y bastante incómodo, y si os fuera demasiado difícil, entenderíamos que decidieráis cancelar".
Ah, por cierto, había que firmar un papel comprometiéndose a no escribir "ninguna crítica de la película antes del 29 de junio". Como no he firmado el papel porque nadie me ha obligado a ello al entrar, puedo escribir lo siguiente: 'La guerra de los mundos' es uno de los 'spielbergs' más decepcionantes de toda su trayectoria y, exceptuando media hora apabullante de efectos especiales y el sello Spielberg, el bueno de Tom Cruise parece perdido en una de catástrofes del tipo 'Independence Day', 'Deep Impact' o, si me apuran, 'Terremoto'. ¿Eso es una crítica? Pero también escribo otra cosa: 'La guerra de los mundos' va a ser un 'blockbuster' en taquilla de los de agárrate Julia que vienen curvas...
¿Y Cruise?
En la rueda de prensa celebrada en el Planetario de Madrid (plagada de guardaespaldas y ejecutivos), nos ha contado que es feliz, que le gusta bucear y montar en moto, que adora a su nueva paloma, Katie Holmes ("nunca he sido tan feliz", ha dicho), que no le importan los resultados de la taquilla ("no me van esas cosas") y que la Iglesia de la Cienciología es una maravilla porque él, como cienciólogo, puede ayudar a rehabilitarse a los drogadictos y a los criminales y puede contribuir a la defensa del medio ambiente, toma ya, y también ha dicho que el acoso al que le someten algunos periodistas malvados, como ése de Londres que le tiró un chorrito de agua a la cara, es "como el 'bulling' al que someten a los niños en muchos colegios". Tom Cruise sostiene que trabaja sin cesar para que la gente viva feliz. Luego se ha subido de un salto a la mesa y ha saludado con los brazos en alto.
Más que en una rueda de prensa de promoción de una película, uno creía estar en el Circo Price.