Si no ha visto la película, no lea la crítica. Me ha encantado la tuya, Gon. . Comento un poco lo que pienso:

La habitación viene siendo aquella pequeña película que año tras año se cuela en los Oscars en las principales categorías. Su triunfo en el Festival de Toronto ya despertó el interés de muchos que no la conocían, el cual se fue agrandando con los elogios que recibía Brie Larson por su papel de madre. Que el tema del film fuera el del secuestro de una madre y un hijo, y que estuviera basado en un best seller, fue el broche final para que todo el mundo marcara con fuego su fecha de estreno. Para los conocedores de Lenny Abrahamson, también era interesante saber si iba a dejar de lado las comedias y los dramas sociales en los que siempre había estado metido. En un primer vistazo, se podía ver que volvía a apostar por dar protagonismo a dos personajes en vez de a uno. Solo faltaba por comprobar si la película iba a contar con un tono más oscuro tirando al thriller, como ha venido siendo habitual en este tipo de trabajos donde el secuestro ha estado presente. La piel que habito, Prisioneros o la irregular Cautivos, entre otras, han sido las últimas películas en las que se han mostrado las relaciones que mantenían los secuestradores con el secuestrado.

¿Hasta que punto mentiría una madre para que su hijo no fuera consciente de los horrores que ha tenido que vivir? ¿Es posible creer tener libertad en el infierno? Hace 18 años el italiano Roberto Benigni creó La vida es bella, un cruel y gracioso relato sobre el holocausto. En él, Guido hacía creer a su hijo que su estancia en el campo de concentración era un simple juego que debían ganar. Porque como reza el título, la vida puede ser bella si se ignora todo el mal que hay alrededor y dentro de ella solo tenemos felicidad. Las mismas conclusiones podemos sacar de la película de Shyamalan, El bosque, en donde un pequeño pueblo vive en la tranquilidad y alejado de toda la civilización que le puede causar algún daño. En el exterior solo hay bestias peligrosas que amenazan continuamente a ese pequeño mundo.

Emma Donoghue acierta en ponernos en los ojos del pequeño Jack para desarrollar la historia. Para nosotros es muy fácil saber qué hay detrás de esas espantosas paredes; del mundo que puede no conocer nunca y de la verdadera idea de libertad. Pero él desconoce todo eso. No sería justo entonces plantear la película como si de un cuento de terror se tratara. Al fin y al cabo para él, el Planeta Tierra significa “Room” (mal traducido en castellano al poner el artículo “la”). Es un cuento, sí, pero de hadas. En aquellos donde los amigos imaginarios existen de verdad y los objetos tan triviales como una lámpara o una planta se convierten en tu mejor compañía. Imposible que no se venga a la mente otra película donde la mente infantil es la principal protagonista. En Bestias del sur salvaje, Quvenzhané Wallis intentaba comprender el mundo y la naturaleza a través de su imaginación enlazando las inundaciones acaecidas en su pueblo con unos terribles jabalíes que venían del más allá. Porque, no nos engañemos, La habitación no trata sobre el secuestro de esta pequeña familia, sino que habla sobre la infancia, la protección familiar y la incomunicación.

Y es precisamente por ello que el film de Lenny Abrahamson no es un producto digno de sobremesa. Teniendo la oportunidad de plasmar algo cruel y claustrofóbico, prefiere convertirlo en un producto cálido, mágico y cercano. Tan pronto como entra en escena el secuestrador, desaparece sin dejar rastro. No nos importa, de la misma forma que nos dan igual las escenas de violación que sufre Joy en las que tan solo escuchamos pequeños gemidos. Mejor mostrar al dúo riendo o jugando. Si tenemos que ver a Joy llorar, que sea porque se preocupa por su hijo y no porque el Viejo Nick le haya pegado. A los que esperaban un tipo de planteamiento más cercano al thriller que al drama, se decepcionarán. Y más aún cuando la película pegue un vuelco de 180 grados. Esa segunda parte paradójicamente también se verá constreñida a cuatro paredes, y veremos a un Nick desubicado y confuso. No es fácil alejarse del sitio de confort donde uno se había criado y, no solo eso, que pensaba que era el único recoveco de vida en todo el universo.

El cambio de dirección que toma La habitación se realiza con ingenio, puesto que las limitaciones aparentes no podían ser estiradas más de lo debido. Corría el riesgo de caer en la reiteración del día a día de los dos secuestrados, haciendo por ende una obra lenta y pesada. En este caso hace bien en alejarse de películas con esquemas parecidos, pero totalmente diferenciadas en cuanto a ejecución, como es Canino, por ejemplo. Aquí las restricciones son infinitamente más acusadas y no permiten demasiado juego. Y la inteligencia con la que se hace la transición, va a estar presente en la siguiente mitad, distanciándose así, otra vez, de las películas del montón que se hubieran centrado más en la investigación del caso que en el interior de los personajes, muchísimo más complejo al sufrir un gran cambio en sus vidas. Esta parte mantiene la frialdad de la primera pero cae más en el convencionalismo y en un drama familiar que quizá podría no tener la garra suficiente, aun mostrando sus intenciones, como para mantener la atención de la primera hora. Personajes con poco recorrido como William H. Macy o un tanto desaprovechados como Joan Allen le quitan ciertos puntos a la trama que podría haber sido más profunda.

Se habla mucho de la nominación más que merecida de Brie Larson -increíble en el papel de Joy-, pero hay que resaltar a Jacob Tremblay, el gran olvidado. No olvidemos que Quvenzhané Wallis ya estuvo nominada por la película antes mencionada, por lo que no habría sido descabellado incluir entre los candidatos al joven de 9 años. Larson tiene prácticamente garantizado el Oscar a mejor actriz, pues ha arrasado en todos los premios. Un poco excesivo si tenemos en cuenta la grandísima actuación de Saoirse Ronan en Brooklyn o en menor medida la de Cate Blanchett en Carol . Fuera de este debate, cualquiera de las dos primeras será la justa ganadora.

Con La habitación, Lenny Abrahamson ha dirigido un drama de apariencia sencilla pero de gran profundidad realmente. Una película que estremece y conmueve a partes iguales. No es el mejor trabajo del año -ni de los Oscars-, pero sí es una de las que más calidad tienen de las nominadas a la principal estatuilla. Aunque solo sea por las dos actuaciones, merece ser vista.

7/10