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Tema: El GRAN Post del Cine de los 80

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    Video Home System User Avatar de Charles Lee Ra
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    Predeterminado El GRAN Post del Cine de los 80

    Hoy tengo "cumpleaños". Con este post, serán 1.000 los que llevaré escritos en este foro. ¡Eso merece celebrarse! Que mejor excusa que vertir aquí ríos de tinta sobre películas de las que no se acuerda nadie

    Soy un cinéfilo apasionado.

    Si tengo que elegir un género, es el cine fantástico, terror sobre todo. Corman, Mario Bava, Tod Browning, Carpenter, Terence Fisher, Freddie Francis, Hitchcock, y un gran etc.

    Si tengo que elegir un género a descubrir, el musical. ¡He visto tan pocos! El fantasma del paraíso me apasionó, eso sí. Y el western. Un género que cada vez me gusta más, y que desprecié gran parte de mi vida.

    Si tengo que elegir una década que resuma lo que es para mí el cine… estaría entre los 60 y los 70. No podría decidirme por ninguna de las dos.

    Si tengo que elegir una década que me resuma a mi, mi vida como cinéfilo y mi pasión… ¡serían los 80!

    ¿Cómo llegamos a los 80?

    En una ocasión, leí una anécdota que me cautivó por completo. Tiene que ver con Ronald Reagan (¿¡el actor!?) presidente de los Estados Unidos durante los años 80.

    En un discurso televisivo, el presidente se echó a llorar y rememoró un incidente acaecido en la guerra de Corea, donde un aviador sacrificó su vida para salvar la de sus compañeros. Cuando los periodistas, impresionados por la emotividad mostrada por el presidente, se pusieron en contacto con el gobierno solicitando detalles de lo ocurrido, les dijeron que el presidente se había referido a una escena de la película Los puentes de Toko-Ri (1954) por descontado, totalmente ficticia. Los límites entre ficción y realidad se rompían por doquier. No sería la última vez que este presidente acudiría al cine como fuente de inspiración en su vida política, protagonizando incidentes que se habrían llevado al traste la credibilidad y la carrera de muchos otros políticos. El tío, sin embargo, salió indemne.

    Los ochenta en Norteamérica se pueden resumir con una palabra: dinero. El personaje real más sonado de la década fue probablemente Donald Trump, el magnate de la Bolsa, hoy de rabiosa actualidad por ser el presidente de EEUU (¿la historia se repite?). El consumismo llegó a límites totalmente locos. Cualquier cosa que pudiera comprarse, se compraba. Las novedades tecnológicas chiflaban a los yuppies (no olvidemos la revolución que supuso poder ver cine en casa) y lo de ahorrar no estaba precisamente a la orden del día.
    Todo podemos verlo reflejado en casi cualquier película de la década, con las grandes ciudades de rascacielos, las transacciones comerciales de dudosa ética, las costumbres de los yuppies y sus problemas, sus rutinas sociales y sexuales, la forma de vida de los adolescentes, los problemas familiares, la violencia en las calles, las responsabilidades laborales, las drogas, el SIDA, la convivencia racial… y un largo etcétera, que tampoco voy a profundiaz, pero no es cosa de aburrir a la gente con un análisis social.

    En los ochenta, se libraron muchas batallas a través de las pantallas de una sala de cine, y un patriotismo “peliculero” lo dominaba todo: un solo hombre ganó la guerra de Vietnam en Rambo: Acorralado parte II, América y Rusia se daban de hostias literalmente sobre un ring (no hace falta decir quien gana) en Rocky IV, Superman clava la bandera americana en la luna en su lucha por la verdad, la justicia, y el modo de vida de los hombres (hombres puede sustituirse por americanos, sin temor a equivocarse). Son solo tres ejemplos, pero bien seguro es que si nos ponemos a pensar, salen más. Muchos más. No creo que ni George Pan Cosmatos, ni Richard Donner (o los sucesivos directores de la saga Superman) ni Stallone tuvieran intención de trasladar la política a las pantallas. Creo que al menos en algunos casos, fue algo inconsciente, el ambiente que se respiraba en el país pasó a las películas, sin tener la deliberada intención de hacer propaganda política.

    ¿Y por aquí, que se cocía?

    En España iniciamos los 80 una época más turbulenta (acabábamos de salir de la dictadura y la Transición estaba en marcha, con numerosos conflictos sociales y economícos). Eran circunstancias muy diferentes a las dadas en América, y nuestro cine estaba a mil millas del que se producía al otro lado del charco. En 1979, en una feria de Barcelona se presentó el VHS, que iba a cambiar nuestra forma de ver cine en pocos años y crear esos establecimientos llamados videoclubs.

    Hay que entender la época, hasta entonces, disfrutar de una película en tu casa era algo que solo se podían permitir, de forma muy reducida, los coleccionistas de películas en Super8 o 16mm, un sistema bastante caro y no al alcance de cualquiera. Con la aparición del VHS y los videoclubs, no solo podías ver películas en casa, a tu ritmo, sino que podías ver varias cada semana. Aquello, que hoy en día la mayoría damos por sentado con encender el ordenador y meternos en Amazon, o entrar en FNAC, en aquel entonces supuso toda una revolución social, por no hablar de la irrupción de las cadenas privadas en nuestros televisores, con una programación hasta entonces impensable (y hoy impensable también por su incorrección política); también se podía grabar “lo que salía en la tele” y verlo cuantas veces se desease (yo llegué a quemar, literalmente, una cinta con un especial navideño de Cruz y Raya, de tanto verla).

    Ir al videoclub no era ir a comprar pan, tabaco o Coca Cola, y a echar una ojeada a las carátulas, en plan casual, que es la noción de videoclub que tendrán los más jóvenes: era una ocasión casi de lujo, y prácticamente un acontecimiento social: familias, grupos de amigos de todas las edades... Entender el contexto es entender la nostalgia, la mitificación que hay en torno a la década.
    Hoy el cine está al alcance de todos, casi todo el cine, y sin duda resulta un gran adelanto cultural… aunque también habría que valorar la ingente cantidad de personas que se compran o descargan películas y películas solo para alardear de su posesión, sin llegar a ver apenas ninguna. Avance cultural o no, sigo creyendo que se ha perdido “algo”, una forma de ver y valorar el cine en un contexto de escasez, del cual se pasó a otro de gozosa libertad para elegir que hasta entonces no se tenía, y que era lo importante, el poder elegir ver cualquier cosa que hubiese al alcance de la mano en el videoclub. Y anda que no hubo cosas para elegir... pero no nos adelantemos.

    El cine de los ochenta

    El cine de los 80 es tan inmenso, abarca tantos géneros, estilos y países, que no resulta fácil ponerse a priorizar sobre qué se va a hablar, y formar un panorama global. ¿Qué tienen en común Amadeus, Dos súperpolicías en Miami, Pesadilla en Elm Street, Los gritos del silencio, 1997 Rescate en Nueva York, Regreso al futuro o Toro salvaje, excepto su década de producción?
    Así que la estructura será la siguiente: iré glosando las películas por géneros y subgéneros, una distribución que a veces yo mismo tendré que olvidar. Por ejemplo, ¿Alien, es terror o ciencia ficción? ¿Aliens es ciencia ficción, cine de acción…? No siempre será fácil ubicar una película.

    Los 80 fue sin duda una de las décadas más productivas y en las que el cine ha sido más rentable como negocio, con muchos géneros e hibridaciones de género, y hay mucho palo que tocar, aunque si me olvido de algo, siempre podemos completar luego entre todos.

    Otra subdivisión que me obligo a hacer es glosar algunas (solo algunas) películas por países. Esto puede resultar extremadamente discutible, pero lo cierto es que lo veo necesario, sobre todo en aquellos casos en los que la producción internacional fue basta, como los zombis italianos y diversos desvaríos del amigo Lucio Fulci, que no tengo, en todos los casos, muy frescos, y merecen una revisión antes de ser comentados. En tal caso, siempre avisaré de que X películas o director quedarán reflejados más adelante. Si en alguna ocasión veis que películas quedan sin mencionar y no digo nada, no dudéis en recordarlas, por si se me pasa algo. Dado el inmenso volumen de información, es perfectamente plausible que ocurra.

    Mi idea inicial era empezar con un género (por ejemplo, terror) e ir glosando películas de un determinado subgénero (por ejemplo, monstruos acuáticos, casas encantadas, etc) así hasta hablar de “todas” o casi todas las películas de los 80 de ese género.

    Empezaré por el terror, porque es lo que me puede. Esta será nuestra hoja de ruta para el “primer capítulo”:


    Terror (I)
    i) Los psicópatas, serial killers, slashers
    ii) Hombres lobo
    iii) Vampiros
    iv) Casas encantadas
    v) Zombis
    vi) El diablo (y sus amigos)
    vii) Monstruos marinos
    viii) Monstruos II (la Naturaleza se cabrea)
    ix) Monstruos III (Insectos)
    x) Monstruos IV (Somos Freaks)
    xi) Muñecos asesinos

    Ante todo quisiera que este post fuese absolutamente coral. Que todos hablemos de nuestras películas preferidas, tratemos de descubrirnos títulos minoritarios, y charlemos sobre nuestros directores, actores... favoritos. Lo que sí me gustaría es que, en la medida de lo posible, vayamos comentando por orden genérico. Es decir, si empezamos con películas de terror, pues que hablemos de películas de terror, cuando empiece con Fantasía, pues Fantasía... de esta forma el hilo quedará más cohesionado y podremos, en algún momento, hacer un índice paginado chulo que nos lleve a cada película que vayamos mencionado.

    Hoy publicaré los capítulos I-VI, es decir, desde los psicópatas hasta el diablo. La semana siguiente, el resto de los epígrafes de terror, que ya están, de hecho, escritos, pero encesitan una mínima "maquetación" y correción.

    No puedo prometer una periodicidad mensual, ya que en algunos género tendré que hacer revisiones. Pero creo que cada dos semanas podré ir colgando una parte, y vamos mientras tanto, charlando de lo que surga.

    Sin más...

    i) Psicópatas: Quizá alguien me reproche el empezar por aquí, pero por algún sitio hay que empezar.

    Los psicópatas no eran nuevos. En los 60 tuvimos dos excelentes muestras, como son Psicosis, de Alfred Hitchcock, o El fotógrafo del pánico, además de los experimentos gore de Gordon Heischell Lewis.

    En los 70 llegarían Leatherface y familia (La matanza de Texas, 1974) y locuras varias de Wes Craven (La última casa a la izquierda, Las colinas tienen ojos…). Todas ellas fueron configurando al psycho-killer desde muchas variantes, desde el horror rural de Hooper al terror urbano de Craven “el chico de la casa de al lado”.
    Todas ellas palidecieron ante la llegada de John Carpenter y La noche de Halloween, que introduciría al asesino en serie, no ya como un horror mundano más o menos amenazador, sino directamente, como el Mal. Aunque no hay que dejar de mencionar ese delicioso precedente que es “Navidades negras” de Bob Clark (y que introduce el teléfono como medio de tensa comunicación entre asesino y potencial víctima, como luego usarían producciones como Cuando llama un extraño, Alguien me está espiando, o Scream).

    La gran rentabilidad del film de Carpenter sacó definitivamente de la marginalidad al cine de terror. En 1980, apareció en las pantallas Viernes 13, muy criticada por su excesiva sencillez y la estructura argumental algo boba que gira simplemente en torno a unos asesinatos lo más retorcidos y sangrientos posible. Con todo, y pese a reconocer que Cunningham no es ningún Carpenter, y que hoy superado el impacto del gore completamente, la película no es para tanto, me encanta el ambiente ochentero, tanto como en las posteriores películas, cada cual peor, hasta tal punto que las últimas podrían entrar ya directamente en el apartado de la serie Z.

    Viernes 13 logró, con solo unos pocos elementos (unos efectos especiales muy logrados de Tom Savini, el magnífico score de Harry Manfredini, o un buen aprovechamiento de sus escenarios campestres) entrar en el inconsciente colectivo, sobre todo, gracias a ese susto final, que pocos esperábamos. La historia, que cuenta ya con un antecedente claro como es Bahía de sangre, del maestro Mario Bava, bebe también de los traumas psicólogos, muy del estilo de Psicosis. Así, todo se basa en mostrarnos la llegada de un grupo de chicos y chicas al campamento de Crystal Lake, tan idílico en apariencia como su nombre indica… en apariencia. Porque el lugar, en los contornos, es conocido como “Campamento sangriento” y se dice que sobre él pesa la obligada maldición, de la que serán advertidos por el loco del pueblo, como mandan los cánones (ya vimos, en el prólogo, los asesinatos cometidos allí en los años 50). Lo demás, son solo escenas de acecho / asesinatos / convivencia juvenil. Lo mejor, sin duda, la banda sonora y los FX ya reseñados. El final adquiere gran potencia, aunque los motivos de la asesina son bastante banales, sus “Mátala, mamá… ¡mátala” al son de los acordes de Manfredini (inspirados, o me lo parece a mi, en los de Bernard Herrman) consiguen poner nervioso al más pintado.



    La película salvó a Paramount de la quiebra y se convirtió en una de las franquicias más largas e irregulares de la historia del cine fantástico. ¡Vedla, si no queréis acabar como Drew Barrymore! Que se pasó de lista, la muchacha.
    En la segunda parte, teníamos a Jason (vestido para la ocasión con un saco de patatas en la cabeza) adorando un altar donde guarda la cabeza podrida de su amada madre. Dirige Steve Miner, y quizá soy yo, pero la factura técnica es superior a la primera parte, y hay algo más de mano detrás, aunque se sirva para contar la misma historia, eso sí, con una gran final girl, la primera de muchas que le plantará cara a Jason. Más asesinatos, uno de ellos directamente plagiado de Bahía de sangre, aquel en que dos jóvenes que están retozando en la cama son atravesados por una lanza...
    En la tercera parte, que se rodó en 3D, de moda en aquella época, y con multitud de planos expresamente rodados para dar tal efecto, Jason encuentra su máscara de hockey, y se convierte en un icono de la década, independientemente de la calidad de las películas, es ya un clásico del género. Dirigió de nuevo Steve Miner, pero esta vez seguro que el guión se podía escribir en una caja de cerillas.



    La cuarta parte siempre me hizo una enorme gracia, mi secuela favorita indiscutible de todos los tiempos. porque salía Corey Feldman y porque se titulaba “Viernes 13 - Último capítulo”. ¿Creerían los productores que estaban engañando a alguien con el truco más viejo del mundo? ¿Se llegaron a engañar ellos mismos? Corey y su hermana serán los supervivientes a la masacre de turno, y el chaval siempre me inspiró una gran empatía por su afición a los efectos especiales caseros, que yo compartía (con menos medios y peores resultados, eso sí). Además el final no solo era original, sino que además era totalmente salvaje e icónico. Esta sí, pasa a los anales. Dirigió Joseph Zito quien, por lo demás, se limitaría a filmar algunos de los títulos más potentes de la Cannon, como son Delta Force e Invasión USA.

    La quinta parte, “Viernes 13 parte V - Un nuevo comienzo”, reviste de interés. Aquí se nos ofrece un nuevo planteamiento: Tommy Jarvis (el personaje de Feldman en la anterior) es ahora un hombre joven que se ha pasado la vida entrando y saliendo de sanatorios mentales, peligrosamente perturbado tras su experiencia. Ahora lo llevan a una especie de “colonia de reposo” para jóvenes conflictivos, donde uno de ellos lleva a cabo un brutal asesinato de un compañero con un hacha.
    Tommy es casi autista, sigue fabricándose máscaras, y pronto empezará a “ver” a Jason por las esquinas, pero, ¿está Jason muerto o no? La película se erige así en un torpe whodunit (porque al asesino, lo cazas la primera vez que lo ves) con más muertos y más sangre que nunca, algunos asesinatos especialmente brutales, y una intriga que culmina, como no podía ser de otra manera, con el descubrimiento del asesino. En suma, una “novedad” en el ciclo, una película que algunos aman y otros odian. Yo creo que es francamente mala, pero la adoro por intentar (que no conseguir) un tono diferente.



    En la sexta parte, de nuevo protagonizada por Tommy, este está obsesionado con que Jason volverá de la tumba, por lo que decide (en un alarde de genialidad) desenterrarle y clavarle una lanza metálica en el corazón. Con tan mala fortuna que una tormenta eléctrica se sucede sobre el cadáver, dotándole de vida. Esta es la primera película en la que Jason adquiere un carácter sobrenatural, y en esencia más de lo mismo, pero con un comando paramilitar de por medio para dar más cancha.
    En la séptima entrega, ya directamente, teníamos una niña con poderes mentales, heredera de las novelas de Stephen King que triunfaban por la época, en papel y en celuloide; la muchacha, atormentada por creer que causó la muerte de su padre, resucita a Jason sin querer, deviniendo la cosa en un duelo resultón. Después de la IV, esta es la que más merecería la pena ver. Y en la octava, el prometido viajecito de Jason por la gran manzana del título se sucede solo al final, transcurriendo la historia casi íntegramente a bordo de un barco (bien cargado de carne fresca adolescente asesinable, no vayan a inventar la rueda, o algo).
    El resto de las secuelas siempre me han parecido fuera del canon de la saga, ya en otra época, y con otras intenciones, así que pasaré de comentarlas, aunque la novena, Jason se va al Infierno (y ya era hora) es tan absurda e imposible de tomar en serio que resulta hasta visionable, aunque se hunde, ya sin remedio, en la serie Z.


    Comentar que en su día, por supuesto, se alquilaban a mansalva en el videoclub (CIC video las sacó todas de la 2 a la 8, salvo la primera que la sacó Warner BROS, con la maravillosa carátula del hacha enterrada en la cama. La función de estas películas no era otra que la de verlas con los amigos, animando a Jason a cargarse a aquellos idiotas treinteañeros disfrazados de quinceañeros, que hacían una y otra vez las mismas tonterías. Más de un productor se haría rico con la fórmula. Hoy no resisten un visionado serio (con excepción de la primera) pero siguen siendo una gran fuente de entretenimiento si va acompañada de alcohol y amigos. Yo me lo paso bomba con ellas, al margen de su calidad.

    En 1981, nosllegó la primera secuela de Halloween, que nuestros esforzados traductores de títulos bautizaron como [U]Sanguinario. ¡Sanguinario! Claro que es sanguinario, pero, ¿para qué ponerlo en el título? La película es bastante floja, narrando los orígenes (y lo peor, los motivos) de Michael Myers, asociándolo a cultos druidas y sacrificios paganos.
    De nuevo tenemos a Donald Pleaseance y a Jamie Lee Curtis en sus papeles, y me parece interesante, y prácticamente inédito, que toda la acción transcurre LA MISMA NOCHE que la película original, algo muy poco experimentado en el género. John Carpenter y Debra Hill se implicaron en el rodaje como productores y guionistas (existe la leyenda urbana de que Carpenter dirigió realmente la película… viendo los resultados, lo pongo en duda). La saga sirvió para rescatar del olvido a Donald Pleaseance, aunque cada secuela se le notaba más cansado de aquel pastel. Por lo demás, un montón de asesinatos, y un final que (presuntamente) cerraba la saga para siempre.

    La tercera parte, coherente con esa idea, se tituló El día de la bruja y nada tenía que ver con la historia original, aportando una serie B muy oscura y agradecida, con un guión de Nigel Kneale que casi parece remozar y actualizar el argumento de la segunda parte de la magistral trilogía Quatermass, aunque Kneale renegó del guión y pidió ser eliminado de los créditos.
    Con Tom Atkins, uno de los hijos predilectos de la serie B del género fantástico en los ochenta, como se verá, y Dan O’Herlihy como estupendo villano, contaba la historia de una conspiración que incluye unas populares máscaras infantiles para Halloween, y los comerciales televisivos de las mismas. La idea era que la saga Halloween continuaría, contando con una entrega por año, todas diferentes, únicamente unidas por el hecho de tener lugar en esa noche. Esta la dirigió Tommy Lee Wallace, un discreto y más bien limitado director implicado en cine fantástico, y creo que es su mejor trabajo. Carpenter y su colaborador habitual en esas lides, Alan Howarth, compusieron una banda sonora grandiosa. La historia es simple: un médico con problemas personales ve como un paciente es asesinado por un misterioso hombre que luego se suicidará, haciendo estallar su coche con él dentro. Posteriormente, la hija del paciente asesinado y él se implicarán en una investigación que les llevará a la tranquila población de Santa Mira, con una industria juguetera importante…


    Si tenéis que ver una, que sea esta. En serio. Serie B, pero de calidad. Una película infravalorada.

    Sin embargo, parece ser que a los borregos que pagaban las entradas no les gustó la idea de sacar a Michael Myers de la ecuación, por lo que en 1988 volvió con El retorno de Michael Myers, título que dejaba muy claras las intenciones. La película es rutinaria gran parte de su metraje, con Pleaseance recuperando el testigo, pero también inicia una trama fascinante donde los traumas y las ansias de matar del villano recaen… ¡en su sobrina de doce años!
    La tontería continuaría con La venganza de Michael Myers, ahora con la sobrina de Myers autista y este buscándola para liquidarla, es un filme ya totalmente carente de ganas o ritmo, una película de la que no se puede sacar prácticamente ninguna virtud.



    En 1983 nos llegaría la primera secuela de la película iniciadora de todo esto, Psicosis. Con un libreto de Tom Holland (director de Noche de miedo o Muñeco diabólico) y dirección de Patrick Franklin (interesante director de origen australiano que tiene en su haber títulos como Patrick, atípica cinta sobre poderes mentales, o Link, sobre un chimpancé inteligente enamorado de Elizabeth Shue), llegó Psicosis II, El regreso de Norman, con fotografía de Dean Cundey y una banda sonora de Jerry Goldsmith para una película que, sin pretender, en ningún momento, comulgar con los logros de su antecesora, es bastante mejor de lo que se la ha considerado por muchos años.
    Norman Bates, tras más de 20 años de estancia en un sanatorio mental, está curado. Así lo dictaminan los médicos y un juez, por lo que es puesto en libertad y vuelve al hotel donde todo ocurrió para rehacer su vida (ya se podía haber buscado un apartamento) con la férrea oposición de Lila Loomis (Vera Miles, de nuevo). En el hotel empiezan a sucederse desapariciones y algunas muertes, todo coincidente con la aparición de una huésped por la que Norman se siente atraído (Meg Tilly). ¿Está matando de nuevo Norman? ¿Sigue enfermo? ¿Está engañando a la gente? ¿Lo están engañando a él? Dilemas que se intentan resolver a lo largo de la película, creando un clima de suspense muy conseguido. Una resolución algo chapucera no debería impedir a nadie rescatarla, si se tiene en el olvido.



    Bastante menos decente es Psicosis III, dirigida por el mismísimo Anthony Perkins, y que parece olvidar (o al menos, no explica) la anterior película. La película cuenta la historia de una atormentada monja que huye de su congregación religiosa, yendo a parar al motel Bates, donde intenta suicidarse. Será Norman quien la “salve”, deviniendo en protector de la frágil chica, a la vez que un tipo desagradable y sin escrúpulos (Jeff Fahey) empieza a trabajar en el hotel. Norman es aquí un miembro de la comunidad aceptado. Se le han perdonado sus pecados. El propio sheriff de la localidad es su amigo y responde por él. Pero, cuando empiece a sentirse atraído por la joven a la que tiene a su cargo… bastante olvidable, pero aún así, decente. Cosa que no puede decirse del telefilm Psicosis IV, que se estrenó en 1990 y que menciono solo para decir que la interpretación de Olivia Hussey como madre de Norman es genial, y el resto, uno de los peores bodrios nunca vistos.

    Vaya por delante que Wes Craven jamás ha sido santo de mi devoción. Respeto su comprensión del mundo del cine, que le llevaron a tener varios éxitos a lo largo de casi tres décadas. Un poco oportunista, y no demasiado buen narrador (casi ninguna de sus películas está bien rematada). Tiene al menos, dos trabajos que admiro (el que ahora nos ocupa, y La serpiente y el arco iris), dos películas que cambiaron el mundo del cine fantástico (La última casa a la izquierda y Las colinas tienen ojos) y una que amo por pura nostalgia (Amiga mortal).

    Pesadilla en Elm Street pasó varios años rodando por distintos estudios, sin que ninguno pareciera interesado en ella. New Line aceptó finalmente llevarla a término, y no puedo dejar de mencionar que en su día era una película de TERROR, una película que realmente lograba asustarte, lejos de las payasadas que luego serían las secuelas; asesinatos como el de la chica suspendida den el techo mientras su cuerpo se llena de tajos, o Johnny Deep siendo engullido por su cama, realmente te ponían los pelos de punta, y personalmente, me los siguen poniendo.
    Ese Freddy “Yo… soy Dios” que juega con los hijos de sus asesinos como quien juega con marionetas, tirándoles un poco de los hilos, enloqueciéndoles un poco hasta que llega la hora del matadero, se erige en una figura cruel, salida de nuestros mayores miedos, el hombre del saco, aquel que nos atacará donde ninguna luz encendida ni ningún padre van a poder llegar.
    La película, estrenada en 1984, presenta un mundo bastante crudo de paternidades fracasadas, donde los chicos pagan por los pecados de los padres (ese John Saxon frío, esa Ronee Blakely alcohólica, el padre ausente y la madre indiferente...) que ofrecen soluciones estúpidas a los problemas de sus hijos “tu duérmete, que verás como mañana todo va bien”. Si, seguro.


    Hoy en día se la suele criticar mucho por su final, que parece digno de un guión de El equipo A, pero tiene logros increíbles, sobre todos los momentos que transcurren en los sueños, en esa caldera, en los sótanos… realmente consiguen crear una sensación de amenaza que incomoda, incluso hoy en día. El score de Charles Bernstein ayudará a contar la historia de Fred Krueger, secuestrador, torturador y asesino de niños, que, debido a un fallo jurídico, quedó en libertad tras ser detenido y juzgado. Un grupo de padres de la (ficticia) ciudad de Springwood lo acorralaron en la sala de calderas donde vivía, y lo quemaron vivo. Pero Krueger no murió, no del todo, y ahora acechará a los hijos de aquellos que lo convirtieron en barbacoa, en sus sueños, teniendo estos, Nancy a la cabeza, que defenderse… una idea excelente, que sobre todo, triunfa por no intentar contarnos como consigue Krueger su nueva condición (las secuelas lo intentarían, cayendo en el más absoluto ridículo).
    La película supuso un auténtico éxito para su productora, que decidió repetir tan solo un año después, con Craven desvinculado del proyecto: Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy, posee un argumento inconsistente e irracional que no se sostiene (Freddy quiere poseer a Jesse, nuevo ocupante adolescente de la casa de Elm Street donde vivió Nancy para matar en el mundo real… ¿pa’que? Si en el de los sueños es imparable e indetectable). La película ha devenido en comedia involuntaria y se ha convertido en todo un reclamo de cine gay (pues en no pocas ocasiones parece que su protagonista esté luchando contra su orientación sexual reprimida y no contra Freddy).


    La tercera parte, con Craven al guión y produciendo, es considerablemente superior, y probablemente la única secuela digna: Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del sueño fue también muy popular, de hecho diría que fue la secuela más popular, porque por primera vez, los chicos atacados hacían frente a Freddy no en el mundo real, sino en su propio terreno, en el mundo de los sueños, con ayuda de Nancy (Heather Langenkamp, ya se podía haber cambiado el apellido, he tenido que buscarlo antes de escribirlo) John Saxon de nuevo, y Craig Weasson, el Scottie moderno de Doble cuerpo, de De Palma (otro que tal… pero ya llegaremos a él).
    La película presentaba un grupo de adolescentes más cohesionado y mejor construidos como personajes que el resto de la saga: chicos con problemas metidos en un psiquiátrico y perseguidos por Freddy en sus sueños, a los que nadie cree. Si los de la primera película podían hacer frente a Freddy intentando no dormir, aquí sus decisiones son irrelevantes, ya que los médicos les centro les obligan a dormir.
    Aquí se contienen algunas escenas/muertes muy recordables, como la del televisor, o el muchacho al que Freddy le abre las venas para usarlas como cuerdas de marioneta; también la aparición del esqueleto de Freddy está bien conseguida (muy Harryhausen). Dirige Chuck Russell, interesante personaje que conseguía dotar a sus películas de cierta solidez.
    Por otra parte, aquí Freddy ya sale abiertamente de las sombras y enseña maquillaje, lo que sería el principio del fin, al convertir el objeto de terror en chufla. También aquí empieza a convertirse en cosas (serpiente, manos con jeringuillas en vez de cuchillas…). La resolución de la película está muy bien, y habría sido un buen colofón para la saga, digno y bien cerrado, pero claro… hay gente que vive de esta franquicia, y tenían que seguir pagando facturas.
    La cuarta parte El señor de los sueños debe tener el récord de la más emitida por TV de toda la saga… prácticamente la echaban un fin de semana si, otro no. Yo la tengo todavía por ahí grabada de TVE1, con la carátula “casera” de la revista Súper tele. Los adolescentes protagonistas vuelven a ser insoportables, pero la salvo por los delirios visuales de Renny Harlin, su director y por los toques macabros de Freddy (esa pizza…). La quinta parte, para mi, ya entraría en lo más casposo, innecesario y penoso que jamás he visto. Ni siquiera las muertes más sórdidas consiguen elevarla un poquito de su mediocridad. El resto de la saga ya entra en los noventa…


    Lo cierto es que Freddy Krueger es ahora un personaje quemado que todos conocen de oídas, pero en su época fue un fenómeno social. Pasteles de Freddy, chicles con pegatinas de Freddy, carpetas con fotos de Freddy, mochilas, gorras, camisetas, su propia serie televisiva, guantes de Freddy de plástico, disfraces de Freddy…
    Una de las cosas que más gracia me hace, viendo ahora el fenómeno, es que la mayoría de esos productos iban destinados a niños y adolescentes, por lo que siempre intentaba “pasar por alto” el hecho de que Freddy, antes de ser anti héroe en su saga, había sido un abusador y asesino de niños. Figuraos, ¡un asesino de niños en chicles, mochilas escolares y pastelitos! Cada dos por tres sacaban algún reportaje en las revistas sobre Freddy, y su repugnante cara vendía casi cualquier cosa, aunque hoy esté quemado y olvidado y a quienes no lo vivieron, les parezca imposible. Aún recuerdo que gané mil pesetas a mi hermano en una apuesta: cuando Chicho Ibáñez Serrador, en su programa “Mis terrores favoritos” pasó la primera parte de la saga, me jugué con mi hermano las mil pelas a que, en la presentación antes de la película, sacaría un guante de Freddy de plástico. Gané yo, y puedo demostrarlo.



    Otro iniciador de la moda de los psycho-killers fue Tobe Hooper, con su Matanza tejana, de inestimable valía, y esta también “gozó” de secuelas. Lo cierto es que Hooper por si solo da ya para un libro, pero su secuela para su propia película es un absoluto delirio, una chufla que no se toma en serio ni un segundo, y donde la adorable protagonista despertaba el amor del mismísimo Cara Cuero. Impagable un Dennis Hopper en horas bajísimas haciendo de ranger de Texas que persigue a la familia de matarifes, o al padre de Cara cuero y su hermano (Jim Siedow) ganando concursos estatales de recetas para carne… con carne humana. Es ver esa película y sentir que se me desconectan las neuronas y solo tengo capacidad para reírme. No es un filme de terror, sino un cómic pop, irreverente y guasón. Y recordemos el cartel, que PLAGIABA el de “El club de los cinco” con muy poca vergüenza, y poniendo un cadáver putrefacto en el lugar que ocupaba Molly Ringwald. Por supuesto, la película la produjo Cannon Films, con quienes Hooper tenía un contrato para dirigir tres películas: el triunvirato se completaría con la deliciosa Lifeforce, y el fallido remake Invasores de Marte.



    Luego hubo una tercera parte por obra y gracia de Jeff Burr, un director ochentero bastante mediocre, que principalmente se ocupó de secuelas (recuerdo El padrastro 2) la película es zafia, vulgar, totalmente inferior a las anteriores, y desprovista casi de encanto. Es curioso como la cara de Cara cuero va deformándose y convirtiéndose en algo más y más desagradable y repugnante en cada secuela. Aquí también había una niña que coleccionaba fetos de bebés en tarros, si no recuerdo mal. También recuerdo haber visto el trailer, donde Cara Cuero bailaba con su sierra en una playa desierta (¿). Según digo Burr, los productores hicieron y deshicieron, y él no pudo cambiar nada del guión, de hecho quería hablar con Hooper para pedirle algún consejo, y se lo impidieron. Algo muy típico en películas de la época, supongo. Aquí tenemos a Viggo Mortensen en uno de sus primeros papeles como miembro del clan caníbal.

    Menciono también El padrastro, una película muy de mi agrado,con un Terry O'Quinn enorme, como asesino perturbado que busca una familia americana perfecta, pero obviamente, tal cosa no existe, y cuando las cosas se tuercen y el hogar no es tan dulce, se cargaba a toda la familia a cuchillazos y se iba a buscar otra.
    Tenía detalles sencillamente geniales, como sus ataques de violencia, especialmente el del sótano (¡Lo que hay que poner aquí es orden!) o las muecas y las caras raras que va haciendo conforme se tuercen sus asuntos. Pero sin embargo también era un psycho killer capaz de despertar compasión, y se le veía que solo quería una familia feliz; impagable la escena en que se queda en una calle, viendo embobado como un hombre llega a casa y es recibido por su mujer, su hija y el perro, la cara de O'Quinn, entre la fascinación y la impotencia por no poder conseguir algo así, es realmente sublime.


    La primera secuela no estaba mal del todo, y es un desfile de caras ochenteras (Jonathan Brandis, Meg Foster, Carolyn Williams...) donde el padrastro se escapaba del manicomio y volvía a las andadas. La película tenía un gran acierto, al no repetir la trama de la primera película (la hija se da cuenta de que en su padrastro hay algo raro, y es ella la que empieza las hostilidades que al final lo echan todo a perder) sino que aquí el personaje de O'Quinn parece haber encontrado de verdad a su familia perfecta, pero al tener que matar a gente del entorno que descubre que él no es quien dice ser, las sospechas por parte de su mujer van creciendo... la tercera parte, ya sin 0'Quinn, es un engendro que traiciona totalmente la figura del padrastro, que por lo menos si que se respetaba en la primera secuela.

    También quiero mencionar a otro psicópata especialmente logrado, con la cara de Rutger Hauer nada menos, Carretera al Infierno. Si la recordáis, el personaje de Hauer era un autoestopista chiflado que iba matando a quienes le recogían en coche, pero un muchacho consigue echarle del vehículo, y Hauer se empeña en hacérselas pasar realmente mal durante toda la película, echándole la culpa de sus crímenes. Salía una joven Jennifer Jason Leigh, y sobre todo las primeras apariciones de Hauer conseguían crear un clima incómodo, de estar en presencia de un psicópata de verdad, algo que trasciende de la locura, el Mal (la primera conversación entre él y el chico protagonista es genial, como Hauer va dejando caer frases con doble sentido, amenazas...). En cierta forma, es un western moderno (chico llega a tierra extraña / chico se mete en problemas / chico es falso culpable perseguido por las autoridades / chicho conoce a chica de la localidad, única que le creerá y ayudará)…


    Rodada antes, con meros propósitos alimenticios, pero estrenada después de Pesadilla en Elm Street, llegaba Las colinas tienen ojos 2. La secuela tuvo la inmensa desgracia de ser más mala que pegarle a un padre, con un presupuesto paupérrimo. Eso si, la carátula del VHS, editado por una filial de la Cannon que teníamos por aquí (no Ízaro Films) era extraordinaria, mostrando el careto de Berryman en plan “dar miedo”, perros salvajes, trogloditas, motoristas a lo Mad Max… la carátula dice, la tengo aquí y cito textualmente “Así que piensas que tienes suerte de estar con vida…”. Estoy casi seguro de que debió decirlo Craven a los primeros espectadores que entraron a ver su película. Vamos, se trata de una historia donde unos chavales viajan a una competición de motos para patentar una súper revolucionaria gasolina, pero se topan con los típicos villanos caníbales, Berryman incluido, que son ya más trogloditas que salvajes. Detalles tales como que un miembro de la familia salvaje se haya vuelto civilizado y en dos o tres años se haya convertido en un integrado miembro de la sociedad civilizada, los dejo para los sociólogos… la película es condenadamente mala, recicla escenas enteras de la primera para rellenar metraje. Es la película más aburrida de la historia del género en esta década, y encima, hecha así a posta por un desganado Wes Craven.

    Por último, en cuanto a psicópatas con pedigrí de la época, no puedo dejar fuera a Chucky, que en 1988 se estrenaría en Muñeco diabólico con bastante más estilo y clase de la que se le suele reconocer, de la mano del curioso Tom Holland, y ya hoy en día, ha traspasado las fronteras como personaje de una película para convertirse en otro producto a parodiar y después, comercializar.



    La primera película me gusta, me gusta todo lo macabro que hay en ella, me gusta que se juegue a la duda y al falso culpable con el niño, Andy, el cual es tomado por un perturbado y responsable de los asesinatos del muñeco, me gusta ese prólogo en la juguetería, me encanta el carisma ochenteno de Chris Sarandon y la breve aparición de Brad Douriff, la única vez en que aparecerá, en carne y hueso, en la saga, y sobre todo me gusta que, pese a soltar ya algún chascarrillo, Chucky no sea convertido en payaso, en elemento cómico, o en anti héroe: aquí es el villano, y se le puede tener miedo; me gusta, por último, que no aparezca “en vivo” hasta casi el final, pues es algo que lo distancia bastante de las típicas películas de psycho killers. En general, me parece más una película de suspense que un slasher, y siempre le he visto ciertos valores, aunque por lo general, ni la primera se salva de la quema para algunos.

    Mencionar también dos debilidades mías, ambas con esa actriz que tanto aportó al género en los ochenta, Jaime Lee Curtis: El tren del terror y Prom Night. La primera me encanta por que tiene un aspecto y un guión que, si, está lleno de tópicos americanos (fraternidades universitarias, sexo adolescente, cervezas, alcohol y bromas de sal gruesa…) pero también tiene momentos puros de total giallo, especialmente en la fotografía, en el personaje del asesino (escondido tras una máscara de Groucho Marx) e incluso, pasa casi media hora sin que haya cadáveres de por medio, y cuando llega el momento de empezar el body count, resulta que no es el gore y la recreación morbosa del asesinato lo que realmente importa, sino el “antes” y el “después” del asesinato. Una película, en realidad, muy diferente a los slashers de su época.
    Todo eso con un juego de “quien es el asesino” en un tren en marcha del que no hay escapatoria posible, con un asesino que es casi una presencia omnipotente en el tren, algo más cercano a Agatha Christie que a Sean Cunningham. ¡Y con David Copperfield haciendo de mago! En la trama tenemos el típico asunto feo del pasado (una broma pesada con un cadáver robado y un novato, que acabó con el novato en el manicomio) que le remuerde la conciencia a la protagonista, Jamie Lee Curtis durante años, aunque no a sus compañeros.


    El final era un poco absurdo, cierto, pero para el recuerdo quedan escenas como el ataque a Jamie Lee, por parte del asesino disfrazado con una máscara de viejo decrépito, o el asesinato de una muchacha, que se deja llevar al huerto por el asesino, disfrazado de monstruo del lago (disfraz que antes llevaba uno de los muchachos) y algunos toques de humor impresionantes, como el gracioso bromista de turno, que muere acuchillado ante todos sus amigos antes de que parta el tren, y todos se van riéndose de él pensando que es “otra broma del tipo este”. Humor negro puro. ¡Y encima el típico bromista muere al principio de la peli, por lo que no hay que soportarle!

    Prom Night, conocida aquí con el subtítulo de La noche de la graduación, nos la editó IVS, con el sello Avco Embassy, y su mayor atractivo resulta que es EL slasher, la película más prototípica del género junto a Halloween y Viernes 13, aunque en EEUU tiene mucho más culto que aquí.
    Coge algo de Halloween (turbio crimen del pasado que repercutirá sobre un grupo de adolescentes en el presente) y con Viernes 13 comparte la simpleza argumental, el reducirlo todo a los asesinatos y una pequeña dosis de suspense. A mi siempre me ha entrado la risa floja viéndola, probablemente por culpa de la presencia de Leslie Nielsen, y tenía un final con una resolución bastante loca (de hecho, el final recuerda más a Fiebre del sábado noche en su estética, que a un slasher de verdad). Me quedo sin duda con el prólogo, donde un grupo de niños cabrones persiguen a una niña hasta (por accidente) tirarla por una ventana. Lo que sigue a partir de ahí es un océano de tópicos que, de todas formas, me pone los pelos de punta por ser tan absolutamente ochentera en todo. La adoro.


    Tuvo una secuela, en España titulada Hello, Mary Lou, que ya trataré en otro apartado, porque no solo no tenía nada que ver con la primera, sino que tenía elementos sobrenaturales (trataba sobre una posesión). Hubo tercera y cuarta parte, pero solo he visto la cuarta, El baile de fin de curso, donde el asesino es un cura encerrado y custodiado por la Iglesia, debido a su afición de mutilar y matar a cualquiera que practique el sexo sin estar pudorosamente casado. El curilla escapa, por supuesto, y todo lo demás, pues bastante tópico, me temo.

    Toca hablar ahora de la saga Maniac Cop. Si alguien la recuerda, las diría William Lusting, y los guiones corrieron a cargo del neoyorquino Larry Cohen. La primera contaba con Tom Atkins y Bruce Campbell (casi nada) y trataba sobre un policía brutal con los delincuentes, al estilo Harry el Sucio, que fue detenido y encarcelado por su brutalidad. Le ofrecieron encerrarle en un ala especial donde contaría con protección, pero el tipo, más chulo que un ocho, se hizo encerrar con los presos comunes, a muchos de los cuales había encerrado él. Un buen día en la ducha de la cárcel lo pillan por banda, y en vez de hacer lo que todos estáis pensando, lo matan a palos. Resucita gracias a un ritual vudú, y se empieza a cargar a todo el que se cruza por su camino (inocente o no). Tiene detalles divertidísimos, muy propios de Cohen, como la paranoia urbana, de gente que dispara o huye de policías corrientes, al pensar que son el policía asesino. Ya solo por ver las caras a Campbell y Atkins en la misma película, vale la pena. Las siguientes películas contarían con Robert Davi como protagonista de la función, y mientras la segunda aún la recuerdo potable, la tercera era un absoluto bodrio (Cohen renegó del guión, diciendo que se lo habían destrozado) donde el policía asesino convence a un sacerdote vudú para devolverle la vida a una policía que está en coma, a la que quiere como novia (¡)


    No puedo dejar sin mencionar la desastrosa saga de Los chicos del maíz. La primera parte, contando aún con alguna cara conocida como Linda Hamilton, es ya bastante floja, y sin embargo a mi me encanta por su ochenterismo: esos planos subjetivos de correrías y cuchillos entre los maizales al son de los coros perturbadores, esos treinteañeros (una vez más) vestidos de niños de menos de 19 años, blandiendo cuchillos y otros objetos cortantes mientras gritan “¡Muerte!” histéricamente, esos crucifijos gigantes de maíz… la película es una serie B pero con momentos muy potentes, en su día levantó toda una controversia social por su contenido “niños que mataban a sus padres”. Recuerdo que solo la carátula ya imponía respeto (Una pesadilla adulta…) y el tráiler acojonaba, con esa música tan curiosa mientras te iban mostrando varias escenas, y una voz tenebrosa decía “Jamás entres en Gatlin. El viaje… es solo de ida”.



    Y en cuanto a la película, pues en su época no me pareció ni mala ni buena, me gustaba porque me entretenía, recuerdo que la grabé de Antena3 y la veía de vez en cuando. Atención al acostumbrado vejete que regenta una gasolinera, está enterado del percal que se sucede en Gatlin y trata de alejar a los forasteros. Obviamente, como todos los de su especie en los ochenta, acaba mal. Las secuelas caen todas en los noventa, y con solo decir que la primera vale más que todas las demás juntas, creo que ya queda claro su “calidad”…

    Clownhouse fue otra muestra menor del género, dirigida por Victor Salva, hoy conocido por las películas de Jeeper Creepers, y por haber estado condenado por delitos de pederastia; trataba de tres asesinos que escapaban de un manicomio, mataban a unos payasos y se disfrazaban con sus ropas. Un adolescente lleva a su hermano pequeño (que tiene miedo a los payasos) al circo, para que se le quite esa fobia, y obviamente, no lo consigue. Los asesinos vestidos de payaso los siguen hasta su casa, donde sus padres, como mandan los cánones, han salido, y una vez allí se produce un asedio bastante tonto, que acaba como todos nos imaginamos.

    Mencionar también una película canadiense Cumpleaños sangriento (la carátula era una tarta de cumpleaños con dedos humanos como velas) donde unos niños, nacidos todos al mismo tiempo que se produce un eclipse, se dedican a matar para celebrar sus cumpleaños. La película se dejaba ver, y lo mejor (y más raro) es que jamás tuvo secuela alguna. Quizás porque tampoco tuvo mucho éxito…



    También “curiosa” es El día de la madre, de la casa Troma (y con eso, en el fondo, está todo dicho) una especie de parodia de La matanza de Texas, que lo mejor que tiene es el no tomarse en serio a si misma en ningún momento. Los dos hermanos (típicos paletos de cine americano) dominados por una madre made in Mrs. Bates secuestran a unas chavalas para someterlas a perrerías varías (violaciones delante de la madre incluidas). En ocasiones consigue dar el suficiente mal rollo, pero también hay humor bobo, totalmente esperado viniendo de la casa que viene… aquí la editó Video Cien, que también editó muchas películas de Bruce Lee, y también ochentadas como Los albóndigas en remojo, y las dos primeras partes de Los locos de Cannonball.

    En la tónica de presentar sucesos horribles en ocasiones especiales (cumpleaños, graduaciones de instituto, noche de Halloween) está Inocentada Sangrienta, una cinta muy curiosa sobre una fiesta de adolescentes que se sitúa en una isla casi desierta, donde empiezan a haber muertes, bromas pesadas, alcohol, lo típico. Las bromas entre ellos alcanzan cotas de delirio realmente enormes, y lo mejor es que al final todo es una gran broma.
    Mencionar también Maniac, del citado William Lusting, pero muy por encima, porque el cine gore, la verdad, nunca fue mi fuerte. Eso si, el protagonista, Joe Spinelli, es un tipo muy habitual, le recordaréis como jefe mafioso de Stallone en la primera parte de Rocky. Aquí es un perturbado que se carga a mujeres para poner sus cabelleras en unos maniquíes que tiene almacenados en el sótano.



    Una cinta olvidada y no merecidamente, uno de mis títulos favoritos de la década es Solos en la oscuridad, una película de Jack Sholder con un potentísimo reparto: Donald Pleaseance, Martin Landau y Jack Palance. Unos locos en un manicomio escapan al producirse un apagón en toda la ciudad, con la intención de matar a su nuevo médico, al cual creen culpable del asesinato de su médico de toda la vida, al que tenían en mucha estima. Lo más curioso son los detalles de estos locos “no del todo locos, no del todo cuerdos”, compuestos por un militar con agorafobia, un chico casi retrasado que abusaba de niñas, un clérigo que decidió pasar de predicar a quemar su iglesia con la congregación dentro, y un asesino hemofílico que esconde su cara a los desconocidos.
    Al final se produce un asedio a la casa del doctor y su familia, con bastante buen ritmo, recordando a los más agobiantes momentos de La noche de los muertos vivientes, o Asalto a la comisaría del distrito 13, en las que toda ayuda que venga del exterior es eliminada. El final, además, es absolutamente maravilloso, y es que, justo cuando Palance está en el interior de la casa
    Spoiler Spoiler:


    De Brian De Palma quiero recordar tres películas que, junto con El precio del poder, resumen su carrera en los ochenta: Vestida para matar, Impacto y Doble cuerpo.
    La primera, con Michael Caine, Nancy Allen y Keith Gordon, es otro remake encubierto de Psicosis (igual que su Hermanas, en los setenta) cambiando ducha por ascensor, y sexualizando mucho más la trama, haciendo evidente todo lo que Hitchcock se limitó a sugerir. Sexo, crimen, trabajo policial chapucero, tendiendo a buscar cabezas de turco en vez de verdaderos culpables… sin duda Michael Caine está espléndido, y aunque hoy en día creo que todos nos imaginaremos, si la vemos por primera vez, quien es el culpable de las muertes, y por qué, en su día recuerdo que me impresionó mucho, sobre todo la escena del ascensor, y la persecución en el Metro de Nancy Allen, y sin duda, el final, con esa alucinación del doctor…

    Impacto, con John Travolta, Nancy Allen de nuevo y John Litgow como villano, trataba sobre un técnico de sonido que una noche, buscando sonidos naturales en un bosque para la película que está rodando, presencia lo que parece, a primera vista, un accidente de coche. Un político muere, y al técnico se le pide que no hable de la mujer que iba con él, y que ha sobrevivido, puesto que es una prostituta, y si se supiera, dañaría la imagen póstuma del político. A partir de ahí, una trama curiosa, con un final que sin duda, es lo más chocante de toda la película: nunca un grito sonó mejor. Tanto Impacto como Vestida para matar las editó aquí mi vieja conocida, Video Movies Internacional.

    Doble cuerpo es la más ochentera, cachonda y desprejuiciada de todas, es un puro juego donde o se entra, o se entra. Mi favorita del trío. Porque si se entra, pues se pasa un rato realmente divertido, si no, pues se verá una película excesiva y que saquea la tumba del bueno de Hitchcock. Aún así tiene escenas de suspense impagables, como la persecución el en centro comercial, o la vigilancia en la playa. El personaje de Craig Weasson es un mirón, un tipo inofensivo, cobarde, desamparado y perfecto para ser utilizado en un maquiavélico plan.
    La vecina espiada por el ventanal, el buen amigo que le hace el favor de prestarle su casa, el extraño tipo de raza india que también observa a la mujer… en ningún momento se nos engaña, pero al personaje de Weasson si lo engañan, y se la cuelan bien colada. Por cierto, impresionante aparición de unos segundos, de una de mis musas, Barbara Crampton, poniéndole los cuernos al protagonista.


    Tobe Hooper nos regaló en los ochenta una pequeña joya oscura, que es La casa de los horrores, puramente ochentera: comienza con un remedo de las escenas clave de Psicosis y Halloween: una mujer se desnuda y se mete en la ducha, mientras otra persona en la casa se pone una máscara, y por las rendijas de los ojos observamos que coge también un cuchillo, se dirige al baño, aparta la cortina de la ducha… y resulta ser una broma de un crío a su hermana mayor.
    En la película, veremos a la muchacha acudir a una feria con un amigo y otra pareja, pese a las advertencias de su madre de que se ha anunciado extrañas desapariciones en esa feria. Poco a poco, igual que pasaba en La matanza de Texas, Hooper va preparando el shock con pequeños detalles (una anciana que amenaza a las chicas, un tipo en un camión que apunta con una escopeta al hermano pequeño de la protagonista sin ningún motivo, un viejo vagabundo que camina por la feria sin actividad aparente…) hasta llegar al meollo de la cuestión: el hijo del dueño de la feria es un ser deforme, que asesina a la pitonisa con la que tiene relaciones sexuales.


    Los muchachos, que se han colado en la feria después de que esta cerrase y quedara vacía, son testigos del crimen. Y el padre del engendro, dueño de la atracción, sabe que lo son, y empieza una asfixiante persecución, donde los chicos van siendo asesinados. La película alcanza cimas del mal rollo gracias a ese ambiente tan enfermizo que conseguía Hooper en sus primeras películas, y que después, por desgracia, perdió completamente. Está basa en una novela de Dean Koontz, que curiosamente firmó con pseudónimo, y que apenas se parece en nada al argumento de la película. Hooper siempre ha dicho que fue difícil de rodar por las complejidades que suponía poner en marcha el rodaje en una feria llena de extras, y que al final no quedó todo como él hubiera querido, pero a mi me parece un buen slasher, ambientado en un entorno sórdido y con unos cuantos equívocos y juegos deliciosos (la atracción de William Finnley, por ejemplo).
    Última edición por Charles Lee Ra; 23/06/2018 a las 19:46
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    II. Hombres lobo: Creo que, desde La maldición del hombre lobo, de Terence Fisher, no se volvió a hacer una buena película de licántropos hasta los ochenta. Hay incursiones en el género, desde sketches de películas de la Amicus a horrores como La bestia debe morir, una película tan indefinida que iba a tratar de brujas y hombres lobo, pero quitaron las brujas y lo convirtieron en un blaxplotation, porque un personaje era negro y era la época propicia para tal operación comercial. Todo con tiros, explosiones y correrías, vamos, una joya de la indefinición genérica.


    En 1981 irrumpieron, curiosamente a la vez, tres películas que reformularían el género y lo resucitarían: Un hombre lobo americano en Londres, Aullidos y Lobos humanos (nada que ver con hombres lobo, esta última, sino con lobos a secas).
    La primera, de John Landis, es mundialmente célebre por múltiples motivos: su curiosa, y a ratos fallida, aunque conseguida, mixtura entre comedia y terror, sus escenas de terror puro, que son realmente escalofriantes (el inicio en los páramos, el ataque en el Metro…) y sobre todo, la transformación de David Naughton en hombre lobo, una transformación que, lejos de solucionarse mediante elipsis y añadiendo pelo de moqueta sobre su rostro como se venía haciendo, es totalmente “auténtica” y no se escatiman en planos reveladores: huesos crujiendo, piel doblándose y estirándose, fauces aumentando… un prodigio de los efectos especiales, cortesía del genio Rick Baker.


    También las apariciones de Griffin Dunne visitando a su amigo, cada vez más putrefacto, son un recurso alucinante, y las conversaciones que sostienen, como si tal cosa, son delirantes, especialmente la última, en un cine porno, donde el personaje de Dunne, Jack, se hace acompañar por los espectros de la gente asesinada por David, que intentan convencerle para que se suicide, pues hasta que no muera, ni sus víctimas ni su amigo Jack podrían descansar en paz, una cruel ironía. Esos muertos vivientes sugiriendo formas de suicido sin ninguna delicadeza, mientras su amigo intenta mediar por él, son impagables. Y todo con los sonidos de la película porno de fondo.
    Landis demuestra conocer el género que está homenajeando / parodiando: así, los jóvenes llegan a una localidad apartada y entran en una taberna donde son recibidos con frialdad, y advertidos del peligro a malas penas, igual que podía ocurrir en cualquier película de la Hammer. Las muestras de humor típicas de Landis (las conversaciones entre los dos amigos antes del ataque, parecen salidas de “Desmadre a la americana”, las relaciones entre los dos torpes detectives que investigan las muertes, las idas de olla de David, como cuando se pone a gritar en la calle que “el príncipe Carlos es un maricón” para que lo detengan, etc) hoy en día me gustan y las entiendo mejor que en su día, ahora que tenemos más presente el humor negro en el cine. Se habló durante años de secuela, y Landis tenía un guión que giraba en torno a la novia del personaje de Dunne, de la que hablan al principio, pero nunca se hizo.

    Luego, curiosamente casi a la vez, llegó la película de Joe Dante, Aullidos.

    Dante aseguraba que su película era la mejor de hombres lobo desde la de Fisher, y yo estoy de acuerdo, aunque también pondría la de Landis a su altura. Un cuento de hadas macabro, adulto, de humor negro y crudo; pero la mezcla de humor y terror está mucho mejor llevada, quizá porque el humor es menos “National Lampoon” que en la de Landis.
    Las transformaciones aquí no alcanzan la gloria de la de Landis, por ello en vez de a plena luz, como hizo Landis, aquí suceden en la oscuridad, pero igualmente se nos muestra lo mucho que duele, con músculos abriéndose y rompiéndose y toda clase de fluidos purulentos saliendo al exterior durante el proceso. De hecho, el maquillaje (del genial Rob Bottin, que pon entonces apenas tenía 20 años) iba a ser obra de Rick Baker, pero ya durante la filmación de El monstruo de las bananas, Landis le había hablado de la transformación que pretendía para una película de hombres lobo que quería preparar, y cuando a Baker le ofrecieron ambos trabajos, se decantó por Landis, supongo que pensando que tenía un compromiso con él.


    Aquí tenemos otra vez a Dee Walace Stone haciendo de periodista atacada por un psicópata asesino al que ayuda a capturar a la policía; la experiencia es tan traumática para ella que se retira a una comuna (experimento muy habitual en los EEUU en los 70) con su marido, para recuperarse, y allí empezará a sospechar que pasan cosas raras relacionadas con sus excéntricos vecinos, mientras dos compañeros de la cadena de televisión donde ella trabaja, descubren que el psicópata que gracias a ella fue capturado y muerto a tiros por la policía ha desaparecido del depósito…
    Aparte de la Stone hay numerosas caras conocidas, y es que Dante es un completo obseso del homenaje al cine que le gusta, así, vemos desde a Kevin McCarthy y Kenneth Tobey, protagonistas de La invasión de los ultracuerpos y El enigma de otro mundo respectivamente, en breves apariciones; Dick Miller, entrañable secundario de Corman que lo fue luego de Dante, regenta una tienda de antigüedades llena de libros sobre artes oscuras y hechos sobrenaturales, y es el que le venderá las balas de plata necesarias al amigo de la protagonista, además en su tienda podemos ver brevemente al fallecido Forrest Ackerman, hojeando un número de su propia revista, Famous Monsters of Filmland. También tenemos a John Carradine, y al mismísimo Roger Corman que interpreta a un anciano que espera en la cabina donde la protagonista recibe instrucciones del psicópata al principio de la película, y ella teme que sea el mismo asesino: la escena es calcada a aquella en La semilla del diablo, donde la Farrow se mete en una cabina para llamar al personaje de Charles Grodin, y ve a un hombre en la puerta que ella teme, sea el doctor interpretado por Bellamy. También en los nombres de los personajes hay cierta guasa, pues todo son nombres de directores de género que dirigieron alguna película de hombres lobo: George Waggner, Terry Fisher, Fred Francis…
    Por supuesto, no podría dejar de mencionar a Elizabeth Brooks, claro, que interpreta la escena subidita de tono en la hoguera, y que probablemente fue el primero o uno de los primeros desnudos integrales que los de mi generación vimos en una pantalla de televisión. Curiosamente, a Dee Wallace se la invitó a no asistir al rodaje esa noche, ya que el actor que hace de su marido, Patrick McNee, era su pareja en la actualidad, y la cosa podía ser incómoda.

    Debido al enorme éxito hubo secuelas. Esta es una de las sagas más largas del fantástico, y también, de las peores. La segunda, Aullidos II, debería verla cualquier persona que esté de bajón emocional, pues te hace reír si o si. La historia cuenta como un cazador de licántropos (Christopher Lee) persigue a unas cuantas de estas criaturas que viven en América. Los hombres lobo se mueven en el ambiente juvenil, en discotecas se aprovechan de su atractivo sexual para atraer a jovencitos incautos como almuerzo. Así, Lee, bien camuflado tras unas imposibles gafas de sol, les persigue hasta Europa acompañado del hermano del personaje de Dee Wallace, y la novia de este, , hasta la guarida de la reina de los hombres lobo en Transilvania, Sybil Danning, que celebra orgías peludas en su castillo. Puro delirio argumental donde no hay nada que encaje, nada natural, todo es forzado, se puede “ver” el guión escrito a base de cachondeo y de diálogos sonrojantes de serie Z. A Dante lo invitaron a verla antes del estreno, y le pidieron que hiciera algún comentario para los medios. Obviamente cuando te piden algo así, o dices algo bueno o te callas. Dante ha hablado de lo mucho que la odia… pero después de eso. En aquel momento se limitó a decir que su boca había permanecido abierta durante todo el visionado. ¡Ambigüedad total, el señor Dante!


    Después hubo más secuelas, y en su momento las vi todas en vídeo o en televisión, desde Aullidos III hasta Aullidos VI: Escalofríos. Hubo una séptima entrega que creo que nunca se estrenó en nuestro país comercialmente. Hasta la quinta, todas se vieron en televisión por aquí, en los ochenta y los noventa. En una había un circo, en otra, los hombres lobo eran australianos y también tenían parte de canguros, en otra, todo sucedía en un castillo donde el hombre lobo iba eliminando a unos jovenzuelos…
    serie Z pura y dura, entrañable y basuresca.

    Lobos humanos no tiene nada de licantropía en su argumento, pero siempre se la ha metido en las antologías de películas de hombres lobo. Dirigida por Michael Wadleigh, un desconocido que también se encargó del documental sobre Woodstock, la película cuenta con un prólogo alucinante, donde un hombre, su esposa y su coger son asesinados de noche en un descampado, al son de un irritable molinillo que no deja de girar. El detective de la policía interpretado por Albert Finney, Wilson, aparece en el lugar de los hechos precipitadamente, todavía con chándal y zapatillas de estar por casa, bebiéndose su café. Poco a poco se irá sumergiendo en el caso, y descubre que cientos de personas han tenido muertes similares, pero nadie se ha molestado en investigarlas porque las víctimas eran vagabundos y drogadictos. James Edward Olmos, un joven indio, será el encargado de ir introduciéndolo en la trama, conforme descubra que unos lobos milenarios con inteligencia superior a la de los hombres huyeron a los guettos cuando comenzó el progreso, y nacieron las primeras grandes ciudades, y se escondieron allí, alimentándose de los hombres abandonados por la sociedad.



    La película destila un airecillo a serie B bien resuelta, y está basada en una novela de Whitley Strieber, el mismo autor de la novela en que se basa El ansia, pero quienes han podido leerla, dicen que película y novela se parecen poco.
    Ya solo por la escena inicial del triple asesinato, o por la extraña afinidad y empatía que se produce entre el personaje de Finney y los lobos (puro pulp) ya vale la pena el visionado, pero además hay otra escena que me encanta: Wilson y su amigo forense intentan cazar de noche a los lobos en un barrio marginal, pero su amigo cae en sus garras y Wilson es perseguido. Todo culmina en un bar de indios, donde Olmos y sus amigos le explican todo lo que está sucediendo. Es impresionante la interpretación de Olmos en ese momento donde, tras explicar lo que sucede, le dirige a Finney una sonrisa irónica y le dice que “no haga caso de esas historias, estamos en el siglo XX y lo tenemos todo muy claro”. La voz burlona, la expresión irónica… sencillamente, un momento magistral.

    En 1984 llegaría En compañía de lobos, que para mi, supera las tres anteriores a muchos niveles. Neil Jordan y Ángela Carter escriben un guión lleno de simbología y la verdad, la belleza con la que Jordan lo plasma en pantalla es difícil de olvidar. Las pequeñas historias que va soñando la pequeña Rosaleen (el chico que hizo un pacto fáustico “para quedarse siempre en la Tierra”, la mujer que se casa con un lobo sin saberlo, y es abandonada en la noche de bodas, la despechada víctima de un marqués que convertirá en lobos a los asistentes a su boda…) son todos pequeñas joyas, pequeñas maravillas, engarzadas en la historia principal de una Rosaleen que vive en la edad media, como cuentos que le narra su abuela, Ángela Lansbury, lo que al mismo tiempo es un sueño de Rosaleen, una muchacha que duerme en su casa, en la actualidad.
    Sapos, lobos, insectos, erizos, pájaros, agua… salen a símbolo por plano, prácticamente. Hay escenas magistrales dentro de la historia principal, como el momento en que la niña trepa por un árbol para encontrarse con algunos objetos femeninos, y un huevo del que sale la efigie de un bebé, la escena en que el padre vuelve de una cacería de lobos y saca la pata de uno de ellos, cortada como recuerdo, encontrándose una mano humana, o el momento en que todos los juguetes de la niña, agrandados de tamaño, y también la abuela, convertida en muñeca de porcelana, estallan.


    También el final es impresionante, aunque claro, no lo voy a contar aquí. Se trata de una película que me puede, la he visto varias veces y cada vez, le saco algo nuevo. También es verdad que carece del sentido del humor de las anteriores, pero es que esta historia no necesita humor, se trata de una historia seria llena de simbología y crueles cuentos de hadas muy poco inocentes. Pura maravilla.

    Después mencionar Miedo Azul, otra adaptación de un texto de Stephen King, que en los ochenta aparecía en las estanterías de librerías y videoclubs por igual, como churros. Editada por Filmayer Vídeo, contada con Corey Haim, que junto con el otro Corey es una parte importante del cine juvenil de la época.
    Aquí se trata de un chaval en silla de ruedas, al que su hermana mayor detesta tener que cuidar siempre. Poco a poco, los típicos secundarios pueblerinos, made in Stephen King van siendo eliminados por el hombre lobo, y el personaje de Haim, más listo que el hambre, empezará a investigar con ayuda de su hermanita. Tenemos caras de serie B bastante reconocibles, como Everett McGill, que apareció en Twin Peaks, y también en El sótano del miedo, de Craven; Terry O’Quinn (haciendo de sheriff, practicando ya sus dotes de mando) Gary Busey, vamos, un reparto absolutamente delicioso y típico de la época. Se trata de la típica película que en un sábado lluvioso te veías en casa con los amigos (en la época en que todavía ponían películas en televisión, hoy una utopía) se trata de un subproducto, pero bien resuelto.

    Teen Wolf, o “De pelo en pecho” (nuevamente, nuestros amados traductores de títulos en España, tan queridos y con semejantes iniciativas), un clásico de su época. En su día la grabé de la tele, y llegué a quemar la cinta de tanto verla. Repetía los diálogos a la vez que la veía, y me sabía hasta los anuncios, me sigo riendo hoy en día con la escena del barril de cerveza, o el surfeo en el coche (brutal cuando el padre se lo reprocha al día siguiente). También me encanta Styles, todas las películas ochenteras adolescentes tienen un Styles, un cachondo mental que no se toma nada en serio, habitualmente adicto a la cerveza y a ligar sin éxito, a hacer el ridículo sin que le importe lo más mínimo, a llevar camisetas con leyendas estrafalarias y a hacernos reír, a los ochenteros.
    Lo cierto es que, nos guste o no, Michael J. Fox es parte de los ochenta, parte de la infancia o adolescencia de todos los que crecimos con Regreso al futuro, Teen Wolf, Colegas a la fuerza, o El secreto de mi éxito. Se trata de una película que, hoy en día, que duda cabe, puede haber envejecido, pero yo creo que sigue manteniendo intacta su dosis de inocencia (una historia de hombres lobo donde no muere nadie y el "monstruo" es el héroe) y que las nuevas generaciones podrían disfrutarla sin ningún problema.
    La secuela contaba esencialmente la misma historia, siendo ahora el primo de Fox el que sufriría en sus carnes la licantropía, y cambiando baloncesto por boxeo.


    También quiero mencionar una absoluta rareza, en realidad, la primera película de hombres lobo rodada en los ochenta, solo que fue estrenada después de las películas de Landis y Dante: Regreso a Full Moon High. Escrita y dirigida por Larry Cohen, el protagonista, Adam Arkin, tiene un curioso parecido de look con David Naughton. Se trata de un muchacho que tiene éxito en el fútbol americano. Un buen día aprovecha una visita oficial de su padre, un militar de alto rango, a Transilvania, y le acompaña. Una noche, mientras pasea al son de los violines, es mordido por un hombre lobo. A partir de de ese día, cada vez que haya luna llena, o que escuche el sonido de los violines, está condenado a convertirse en hombre lobo y morder a la gente en el culo. Dándose cuenta de que no puede volver a su hogar, y muerto su padre en un estúpido accidente, decide viajar por el mundo (es curioso, pero su licantropía lo conserva eternamente joven, suponemos que inmortal). Vamos viéndole recorrer las calles y en paralelo, cuadros de presidentes de los EEUU que van siendo retirados y sustituidos por otros. Finalmente, en los ochenta, vuelve a su pueblo natal y se inscribe en su instituto haciéndose pasar por su propio hijo, despertando el interés de una obsesa sexual que antaño estaba loca por él, y de otras varias féminas que se vuelven locas por sus peludos huesos.

    Paul Naschy también hizo algo en la época, aunque por desgracia, más bien malo. Sus mejores películas, para mi, están en la década anterior. El aullido del diablo, Licántropo a principios de los noventa, y por supuesto, Buenas noches, señor monstruo, que casi resulta lo mejor de la década, en cuanto al entrañable Naschy, esa película que siempre se comentaba al día siguiente en el colegio, y que, cada vez que te llevaban de excursión, esperabas que sucediese una aventura parecida. Drácula, el doctor Frankenstein y su mongólica criatura, por supuesto el hombre lobo, o “HL” como le llamaban, y naturalmente, el entrañable Piraña como Draculín aprendiz, aunque cosa rara, el chiquillo prefería los bocadillos a la sangre caliente de las jovencitas que se presentaban en el castillo.
    También hubo una película, casi en clave de comedia, titulada Tres historias para no dormir, cuya carátula me daba miedo en el videoclub. Era una cinta de sketches, uno de los cuales tenía a un hombre lobo que perseguía a una muchacha, que hacía footing con un chándal rojo. Una revisitación moderna de Caperucita.

    Última edición por Charles Lee Ra; 23/06/2018 a las 17:55
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    III. Vampiros: Con los vampiros pasa algo parecido que con sus primos licántropos, en los años ochenta un grupo de películas resucitaron el subgénero, aunque este tuvo bastante presencia en los setenta, pero menor: Christopher Lee pegaba los últimos mordiscos, en películas ya bastante deleznables de la Hammer, Dracula 73 y Los ritos satánicos de Drácula. La compañía había perdido el norte y lo peor que puede decirse de esas cintas es que podían ser de Dracula, o de un vampiro llamado Johnny Smith, de Ohio. Ni la presencia de Lee y Cushing las salva.
    En los 70 hubo varios intentos de resucitar al vampiro, todos ellos interesantes, como las dos aventuras del conde Yorga, el Drácula Negro, el Drácula de John Badham, el remake de Nosferatu por parte de Werner Herzog, o la miniserie de Tobe Hooper El misterio de Salem’s Lot, que en nuestro país vimos en los ochenta, tanto en video (y no recuerdo si en cine) en una versión amputada y titulada estúpidamente Phantasma II (¡ah, nuestros amados traductores españoles, etc!).
    La miniserie de Hooper tuvo secuela, dirigida por Larry Cohen, curiosa pero extremadamente delirante y cutre. Michael Moriarty (el GRAN Michael Moriarty) es un realizador de documentales que hereda una casa en Salem’s Lot, donde pasó su infancia junto a su tía, ahora fallecida. Puesto que recientemente ha tenido que hacerse cargo de su hijo, decide ir a por su herencia y pasar un tiempo con el muchacho, descubriendo una comunidad vampírica que se alimenta de vacas, y que tiene a humanos criados expresamente para protegerles durante el día. El líder de la comunidad desea que Moriarty se convierta en vampiro y sea su sucesor al frente de la comunidad. Pero cuando el hijo de Moriarty se enamore de una niña-vampira (en realidad, una señora mayor en el cuerpo de una niña) se lo replanteará. La presencia en la zona de un alcohólico y malhablado cazador de nazis precipitará las cosas.


    Entrando ya en los 80, empiezo por una de mis aportaciones favoritas, El Ansia de Tony Scott. Se trata de una película con una estética muy ochentera, y es que Scott sabía de eso, venía del mundo del videoclip.
    Catherine Deneuve interpretaba a Miriam, sensual vampira milenaria cuyo compañero en los últimos dos siglos, John (un acertadísimo y andrógino David Bowie) empieza a perder fuerzas, a no poder dormir, y finalmente, a envejecer en pocos días lo que debería haber envejecido en siglos.
    La vampira le revelará que no es ni muchísimo menos el primero al que le sucede, que en realidad, mientras ella es verdaderamente inmortal, no puede darles el don a sus compañeros, solo una juventud “eterna” de unos pocos siglos. Así, mientras el personaje envejece, buscan ayuda de una doctora que investiga el envejecimiento y cree poder parar el proceso (Susan Sarandon, algo despistadilla, de hecho ella dice odiar esta película). Como el personaje de Bowie es ya un anciano imposible de valerse por si mismo, la vampira lo mete en un ataúd en su desván, donde tiene docenas de amantes pasados que han sufrido lo mismo que Bowie, y decide que, al mismo tiempo que la Sarandon le ayudará a resolver el problema del envejecimiento vampírico, será su próxima novia “por toda la eternidad” (con eróticos resultados).


    Lo cierto es que El Ansia tiene detalles que me encantan. Aquí el vampirismo no es un don que envidiar, no es inmortalidad y disfrutar de la vida eterna, no es atractivo, aunque al principio lo presentan como tal: si en el inicio vemos a dos vampiros sexys y apasionados que frecuentan clubes de última moda y viven en un moderno apartamento lleno a la vez de antigüedades, son ricos, cultos e inteligentes, no tarda en revelársenos que todo es temporal: en realidad el vampirismo es una maldición a la que todos, salvo el personaje de Miriam, están condenados: se trata, simplemente de engañar a la muerte unos pocos siglos alimentándose de sangre, y luego la muerte les cobra un precio altísimo, pues siguen existiendo y sufriendo la sed de los vampiros, pero eternamente encerrados en ataúdes, una idea perversa. De hecho, cuando Bowie le pide a su creadora que le mate, ella le dice que no hay escape posible, que incluso aunque su cuerpo muriese, su alma seguiría existiendo y sufriendo la sed. Condena a perpetuidad por un par de siglos de placer.
    Los vampiros de El Ansia no son tampoco vampiros al uso, de hecho se exponen a la luz solar, en lugar de colmillos tienen cruces egipcias afiladas para degollar a sus víctimas, frecuentan clubes góticos donde se canta Bela Lugosi’s Dead, y en vez de dormir en ataúd, duermen en una cama normal (deben dormir seis horas de cada 24 y alimentarse un día de cada siete). Tampoco quiero dejar sin reseñar el personaje de la niña, una niña algo repelente y sabidilla que recibe clases de música clásica por parte de Deneuve y Bowie, y a la que el personaje de Miriam mira con cierta ansiedad, con cierta codicia, como si estuviese ya preparándola para ser “la próxima”. No quiero meter spoilers, pero el final de ese personaje me parece de lo más bonito, al igual que su relación con Bowie.
    Spoiler Spoiler:

    El personaje de Deneuve se muestra así, similar al de Malcom McDowell en El beso de la pantera, un ser sobrenatural condenado a la soledad, pero que, con egoísmo, elige la compañía de los humanos aún sabiendo que eso supone su segura destrucción. Desolador, pues Miriam es verdugo y víctima, al mismo tiempo.


    La estética de la película hoy en día es deliciosamente anacrónica, una estética que casi parece pertenecer al Adrian Lyne ochentero: gasas ondeantes, palomas volando bajo techo, iluminación extravagante, lluvia… se criticó mucho a Scott por esa estética, acusando a la película de ser vacía, algo con lo que no puedo estar menos de acuerdo, aunque desde luego, El Ansia ni es una película de vampiros al uso, ni es un plato apto para todos los colmillos.

    Ya en 1985, un buen año para los amantes de los vampiros, tenemos una de mis favoritas, y una de las pocas que considero que hoy en día conservan todo el vigor, no ha envejecido nada (salvo cierta escena discotequera…) Noche de miedo.
    La verdad es que Tom Holland, hoy ya desaparecido en combate tras una etapa lamentable donde solo dirigió telefilms , tiene dos películas con un ritmo y una garra impresionantes y grandes dosis de suspense: Noche de miedo y la ya mencionada Muñeco diabólico.
    La película, como casi todo el mundo sabrá, trata sobre el típico adolescente americano, Charley Brewster, que se dedica a ver viejas películas de vampiros en el programa Noche de miedo, presentado por una vieja gloria, Peter Vincent; sin duda un excelente personaje, de lo mejor del film, interpretado por el entrañable Roddy McDowall. El chaval una noche, mientras ve el programa de Peter e intentas convencer a su novia para que se deje llevar al huerto, ve a dos hombres metiendo un ataúd en el sótano de la casa abandonada de al lado, que su madre no tarda en comunicarle que ha sido alquilada al fin.



    No tardará en conocer a su nuevo vecino, Jerry Dandridge (un Sarandon que es para mi casi el mejor vampiro de la década) al que solo se ve de noche, mientras de día, un tipo misterioso vigila la casa. Por si el adolescente no sabe sumar dos y dos, primero una serie de prostitutas que había visto entrar en la casa aparecen muertas, y ya finalmente, ve a su vecino vampiro, con los colmillos puestos a través de su ventana. Así, se intercambian los papeles, el vampiro observa al chico, en lugar de observarlo este a través de una pantalla, como había venido haciendo. Una escena potentísima, remendada con mal toque de humor.
    A partir de ahí, el vampiro inicia la persecución, aunque tiene detallitos, por ejemplo, le ofrece al chaval que se “olvide” de todo, a cambio de perdonarle la vida, pero estos adolescentes americanos nunca saben cuando rendirse. Charley acude a Peter Vincent, que acaba de ser despedido de Noche de miedo, un programa anacrónico que a nadie le importa. Lo cierto es que McDowall representa, cada vez que aparece en pantalla, un mundo y una forma de hacer cine irremisiblemente perdida, representa la nostalgia por aquellas películas baratas hechas con cuatro duros y en dos días, pero con toneladas de entusiasmo (no os perdáis los fallos garrafales en las imágenes de su película que aparecen, como el hecho de que se lance contra una vampira… con la estaca al revés). Se trata de un tipo que vive solo en una casa que está llena de sus viejos recuerdos, un hombre que ya no tiene dinero, y que como reflexiona ante Charley, está amargado porque “ya nadie quiere ver monstruos ni héroes, solo locos con máscaras haciendo picadillo a chicas vírgenes”.
    Peter es, además, un personaje cobarde, egoísta y acomplejado, que solo ayuda a Charley arrastrado por las circunstancias, hasta esa magnífica escena (digna de cualquier antología) en que se enfrenta al vampiro / lobo… una escena terrible que le ayuda a vencer, quizá por primera vez en su vida, esos miedos.



    La cosa se completa cuando el vampiro convierte en otro ser como él al amigo de Charley, y secuestra a su novia (reencarnación de su antiguo amor perdido) para convertirla también en otro vampiro como él. Lo cierto es que la escena de la seducción en la discoteca ha sido tachada como lo peor de la película, pero yo creo que funciona. Si metes a un vampiro en el mundo moderno, se tiene que mover en el mundo moderno, aunque el mundo moderno de los 80 nos pueda parecer ahora algo muy hortera, en su época no lo era, no era percibido como tal.
    Mencionar de pasada el prólogo, una estupenda declaración de intenciones donde, mientras se ve el caserón en venta que ocupará el vampiro, escuchamos el típico diálogo de cualquier film vampírico anticuado… una secuencia estupenda que finaliza en la habitación del protagonista, y el diálogo por supuesto, pertenece a un film protagonizado por Peter Vincent, el intrépido Matavampiros.

    La película tuvo secuela en 1989, dirigida por el torpe Tommy Lee Wallace, donde los dos protagonistas de la primera se enfrentaban a la hermana del vampiro interpretado por Sarandon y a su grupo de vampiros subnormales (porque otra cosa no eran, baste ver la escena en que juegan a los bolos con una cabeza humana seccionada y cosas por el estilo).
    El grupo, atención, está compuesto por un tío que hace las veces de chófer y que, en vez de beber sangre, come insectos; un patinador que no abre la boca en toda la peli, ejerce de guardaespaldas de la vampira jefe y en ningún momento se sabe si es hombre o mujer, y un aprendiz de vampiro, pero que más parece un hombre lobo peludo que otra cosa. Lo cierto es que se trata de una chorrada mayúscula con unos agujeros de guión por los que podía pasar una flota de camiones, y donde poco a poco, para no repetir lo mismo que sucedía en la primera, van convirtiendo al bueno de Charley en vampiro como castigo por lo que hizo en la primera entrega. Película ahorrable a todas luces, la primera es mil veces mejor.

    También de 1985 es esa delicia titulada Lifeforce Fuerza Vital, una de las tres películas que Tobe Hooper produjo bajo las alas de la Cannon en los ochenta. Es una película sencillamente inolvidable, donde una expedición espacial descubre una nave en la cola del cometa Halley. Además de haber múltiples murciélagos gigantes disecados, hay tres personas (parece ser personas) dos hombres y una mujer (inolvidable Mathilda May) metidos en una especie de ataúdes de cristal. Se les lleva a la Tierra, concretamente a un laboratorio de Londres, donde la mujer despertará y demostrará ser una vampira, solo que en vez de beber sangre, bebe directamente la vida, la fuerza vital, y en vez de mordiscos, roba dicha vida mediante besos (puestos a palmarla…).
    Además, todas sus víctimas se convierten a su vez en estos vampiros espaciales, y también irán extendiendo el contagio mientras el tipo que descubrió todo el asunto (Steve Railsback) intenta parar lo que está ocurriendo con ayuda de los científicos y burócratas. El personaje de Railsback, además, está enamorado de la vampira, y tiene sueños eróticos con ella, ubicados en cementerios, casi nada, donde ella parece llamarle, de alguna forma. Es más, descubriremos que la forma física de la vampira no es la suya originaria, sino que la sacó de la mente del astronauta, de la idea que él tenía de mujer perfecta. Vampirización de ideal sexual femenino, algo muy interesante en lo que, por desgracia, no se ahonda demasiado. El final, con un Londres casi invadido por los nuevos vampiros, es pura delicia ochentera. En general, toda la película es completamente increíble, ya solo con escuchar el argumento puedes imaginarte lo que te vas a encontrar.


    El guión, por cierto, corrió a cargo del estimable Dan O’Bannon, sin duda uno de esos nombres que el espectador medio desconocerá por completo por no haber dirigido nada destacable en muchos años, pero el buen aficionado es consciente de las horas y horas de entretenimiento que este tipo nos ha proporcionado con sus guiones.

    Ya en 1987 llegarían dos películas de vampiros bastante curiosas, una muy popular entre la chavalería de la época, la otra, película de culto para un público reducido y más mayor.
    La primera de estas dos la conocemos todos, que duda cabe, y es Jóvenes Ocultos. Hace poco la pude volver a ver, y simplemente, cada plano rezuma los ochenta… esas pintas, esa estética, los peinados y las ropas, hasta las atracciones de la feria, todo remite a otra época, y desde luego, personas de otras generaciones pueden ver los chistes y el humor en general, como algo ajeno. ¿Envejecen los chistes? ¿Se la puede acusar de haber envejecido, simplemente porque fue rodada hace veinte años, y está tan anclada en la cultura de su época? En fin, la historia me juego el cuello a que mas o menos, todos la conocemos: una madre divorciada se traslada a vivir a la casa de su anciano y excéntrico padre, acompañada de sus dos hijos, el más mayor, Michael (Jason Patric) y el adolescente Sam (Corey Haim again… este muchacho picoteó todos los géneros). La población donde van a vivir, Santa Carla (Capital criminal del mundo) es un lugar aparentemente festivo y tranquilo, pero las desapariciones de personas se cuentan por docenas cada noche. Mientras los dos hermanitos salen a conocer la noche en la ciudad, Michael se enamora de una chica, Estrella (¿y quien no se enamoró de Jami Gertz?) que va acompañada por una siniestra banda de motoristas liderados por David (un Kiefer Sutherland ataviado de ochentero puro) que incluye al muchacho en el grupo.


    El otro hermanito se hace amigo de los dos hermanos que regentan una tienda de cómics (el otro Corey, Feldman, es uno de ellos) y los cuales claman a los cuatro vientos que los vampiros existen en Santa Carla, y que ellos son los caza vampiros de la zona.
    Hay escenas de esta película que me son imborrables, sobre todo las protagonizadas por los motoristas vampiros, en aquella extraña cueva subterránea donde vivían. Sin duda es genial la escena en que Michael entra con ellos para comer algo, y le hacen ver gusanos y lombrices en la comida, antes de darle a beber sangre para convertirle en uno de los suyos. El rito iniciático, que consistía en colgarse de las vías del tren mientras este pasaba, y tirarse luego al vacío, las locuras del abuelo, cuya sala de disección “parece el decorado de La matanza de Texas” es la leche, los estúpidos diálogos entre los dos hermanos caza vampiros y el personaje de Haim, los primeros intentando convencer al segundo de que tiene que matar a su hermano antes de que se convierta, pero sin duda, una escena que me pareció terrorífica en su época, aquella en que los vampiros liquidan un campamento de juerguistas, la aparición de Kiefer Sutherland vampirizado por primera vez, con esos ojos, y la masacre que sigue mientras Michael lo contempla todo, la incursión en la cueva para matar vampiros, la escena de la prueba que le hacen al dueño del videoclub (mi profesión soñada, dueño de un videoclub en los ochenta) para ver si es uno de ellos, o ya directamente el final…
    Un cúmulo de escenas que casi cualquiera de esa generación puede evocar sin problemas, y que independientemente del grado de dificultad de reconocimiento para el espectador actual que hayan alcanzado hoy en día, nos pueden arrancar una sonrisa en cualquier momento.


    Yo recuerdo que me impresionó bastante, pues fue la primera película que vi donde los vampiros no solo se movían por el mundo moderno, si no que además, eran “jóvenes” entre comillas, vamos, tenían costumbres de jóvenes (esas carreras de motos por la playa…). Curiosamente, la carátula del DVD dice “Duermen todo el día, se divierten toda la noche. No envejecen, nunca mueren. Es muy divertido ser un vampiro”, mientras que la carátula del VHS (editada aquí por Warner Home Video) no explicitaba tanto, si no que decía “Duermen todo el día, se divierten toda la noche. No envejecen, nunca mueren. Es muy divertido ser así”. Curioso, cuanto menos, y más sugestivo.
    En su momento debí verla mil veces, de hecho recuerdo que esta la copié del videoclub, con el ya añejo pero encantador sistema de juntar dos vídeos. Recuerdo que grabé no una, si no dos películas en la misma cinta, Jóvenes ocultos y Rambo II. También la veía cada vez que la echaban por televisión, para comentarla al día siguiente con los amigos, aunque todos la habíamos visto ya mil veces.
    Durante mucho tiempo se habló de una segunda parte, que podía tener vampiras en vez de vampiros por protagonistas, y se titularía “The Lost Girls”, pero lamentablemente jamás se materializó. Lo que sí tenemos son “secuelas” (me niego a llamarlas películas) de las que no voy a malgastar líneas hablando.

    La otra película de la que hablaba, con mucho menos humor y más toques gore y macabros, además de gozar de una campaña de promoción mucho más pobre, es Los viajeros de la noche, una de mis favoritas de vampiros de todos los tiempos, editada por CBS FOX. Fue una película que alcanzó su culto gracias precisamente a la edición en vídeo, y quizá la pasaran por televisión, no recuerdo. Trata sobre un muchacho granjero (el actor, un completo desconocido, lo es hoy bastante más gracias a su papel de Nathan Petrelli en Héroes) que sale una noche a tomar algo con los amigos, cayendo en las redes de una chica de aspecto frágil, pero que resulta ser una vampira, que le convierte en uno de los suyos. Secuestrado, es obligado a unirse a la “familia” vampírica a la que pertenece la chica, una trouppe de auténticos asesinos desquiciados liderados por Jesse, soldado de la guerra civil americana (el impagable Lance Henriksen) su novia Diamondback (Jennette Goldstein) ambos “padres” del grupo, de hecho a ella la llaman mamá en varias ocasiones; Severen (Bill Paxton) un loco y desquiciado psicópata que usa sus espuelas de vaquero para degollar a la gente, y Homer, un viejo verde y baboso, un auténtico salido metido eternamente en el cuerpo de un niño pequeño.

    [IMG]los viajeros de la noche by Henry Morrison, en Flickr[/IMG]

    La familia vive viajando de día en una caravana con las ventanas tapadas, y pasando las noches ventilándose con gran brutalidad a todo lo que respira, matando no solo para comer, sino también, simplemente, para pasárselo bien. El chaval tendrá una semana de plazo para aprender a alimentarse por si mismo (o sea, a asesinar) y cuando se niega a ello tiene lugar una de las escenas más recordadas de la película, aquella en la que la familia de los vampiros asalta un bar lleno de los típicos tíos duros, y enseñan al novato “como se hace”. Tiros a bocajarro, degollamientos, mutilaciones, palizas brutales, y el personaje de Bill Paxton se divierte dejándose estrangular, fingiendo que “le pueden”, una escena enfermiza que da verdadero mal rollo, y todo sucede mientras los cabronazos se hacen bromas entre ellos. No hay que olvidar que Henriksen, Goldstein y Paxton venían de hacer Aliens, y que el grado de compenetración entre ellos es simplemente brutal.
    Finalmente, el protagonista, viendo las orgías de destrucción que va a tener que cometer si no se “sale”, vuelve con su familia e intenta buscar una cura para su chica, y cargarse al resto de “viajeros de la noche”.

    El guión corre a cargo de Eric Red, el guionista de Carretera al infierno, y se nota, la misma estructura de western, el hecho de que Paxton sea casi un vaquero, e incluso en el enfrentamiento final, el prota acudirá en busca de los vampiros montado en un caballo. La directora, Kathryn Bigelow, aparece aquí especialmente capacitada para rodar escenas de acción, y hay en medio de la película un tiroteo sensacional entre los vampiros y la policía. Los primeros, atrincherados en el interior de un motel sin poder salir, pues es de día, reciben balazos a tutiplén, pero no son las balas lo que les hace daño, sino los rayos del sol que los agujeros de bala dejan entrar por las paredes. Una idea visual de primera.

    Vamp, una película con la terrorífica Grace Jones, de la que Tarantino se empaparía bien para escribir su Abierto hasta el amanecer, es ya serie B, lo que no impide pasar con ella un buen / mal rato.
    La película es más simple que el mecanismo de un botijo: unos muchachos salen a visitar clubs nocturnos, para encontrar chicas y llevarla a una fiesta estudiantil, pero cometen el error de ir a parar al bar After Dark, un club que, como cualquier puede darse cuenta por su nombre, está infestado por vampiros, y la regente es Katrina (la reina de la noche, la llamaban) interpretada por supuesto por la señora Jones. La película supone un cruce entre Jóvenes Ocultos y Jo, que noche de Scorsese, con los adolescentes huyendo continuamente de los vampiros.
    Se dan algunas situaciones escalofriantes, y de hecho recuerdo algunas muertes bastante logradas y sorprendentemente sanguinarias para el tono general de cachondeo que inunda la cinta. Por ejemplo, la vampirización del amigo del protagonista, convertido en un muerto viviente, y sus conversaciones totalmente desquiciadas, o el romance del prota con una camarera del local, que podría (o no) ser una vampira…


    Tampoco merece despreciarse una película sudamericana titulada Turno de noche, con un curioso planteamiento, pues el vampiro era taxista (en el turno de noche, claro) que para despistar, se llamaba Tepes. Era un vampiro benigno que solo se alimenta de enfermos y drogadictos moribundos que van a parar a su taxi, y se enamoraba (la historia romántica en las películas de vampiros era casi ineludible) de una productora de videoclips con cáncer terminal. Lo curioso es que la señora, al conocer la naturaleza sobrenatural del taxista, no solo no se asusta, sino que le “busca”, sabiendo que si se convierte en vampira, podrá librarse de la muerte (y de un marido al que no soportaba). La película tenía una estética macarra absoluta e imposible de tomar en serio, yendo por la vena más “melancólica” y tristona del vampiro, y según he sabido, incluso tuvo su correspondiente secuela, que hasta se estrenó en nuestro país con el título de “El amante sangriento” (casi nada) pero no he podido verla, ni conozco a nadie que la haya visto.

    De puntillas paso por la saga Subspecies, que en España hemos conocido con la nomenclatura de “Subespecies”, una serie de producciones de la Full Moon, productora de los hermanos Band. La Full Moon en sus comienzos se llamaba Empire, y fue esa la modesta productora que lanzó al mundo las tres primeras películas de Stuart Gordon: Re-animator, Re-Sonator y Dolls. El problema es que hasta al chico de los cafés, se le daba dinero para que hiciera películas, una línea poco inteligente, y las deudas obligaron a cerrar la Empire, aunque renació con el sello de Full Moon, que lleva ya décadas pariendo entregas de esta saga, y de la también curiosa saga La venganza de los muñecos asesinos, entre otras producciones. Cualquiera que se enfrente a algo con el sello de la Full Moon puede saber, sin temor a equivocarse, lo que se va a encontrar: deficiencias técnicas abundantes y fallos de raccord sencillamente alucinantes, una pobreza visual total, unos actores bastante malos, aunque su fidelidad a la casa que les da de comer es encomiable, música lenta y ramplona, guiones con más agujeros que un queso Gruyere, escenas de sexo recatadas, donde se ven más las sábanas que el sexo en si, y efectos especiales a veces inspirados, pero se hace patente lo pobrísimo de sus presupuestos. Una producción Full Moon puede presentar algún interés aislado, yo no digo que no, pero por lo general, son películas que en los ochenta iban destinados a vídeo, y en los noventa sobre todo, a la tele por cable americana (aunque que yo sepa, aquí siempre nos ha llegado todo en vídeo, y rara vez han pasado sus películas por la tele).
    En cuanto a la saga, pues trata sobre el malvado vampiro Radú, típico conde transilvano con pintas de Nosferatu (aunque con melena) y que se pone a hacerles perrerías a las muchachas que se pasan por sus tierras y su castillo, matándolas a veces, o queriendo convertirlas en sus amantes inmortales, depende de la película. Lo curioso es que nuevamente, mis amados amigos traductores de títulos de películas para España, han tenido grandes iniciativas con esta saga (y también con la saga de los muñecos asesinos, pero ya llegaremos). Así, la primera entrega se llamaba Subspecies, y aquí lo “tradujeron” a Subespecies, bueno, no pasa nada. La segunda, Bloodstone, Subspecies II, decidieron pasar ya directamente hasta el culo del tema, y la titularon aquí Radú: Aullidos en la noche. Hay que tener cojones para hacer algo así. La tercera, Bloodlust, Subspecies 3, pasó a ser by the face Las entrañas del mal. Sencillamente maravilloso, mi meta en la vida es conocer al traductor en cuestión. Luego ha habido más secuelas (por lo menos una más) pero ya no las he seguido. Eran películas para alquilar en el videoclub y vérselas una tarde de resaca: entrañables y olvidables.

    Tampoco quiero olvidar Besos de sangre, una absoluta tontería (caspa, pero CASPA) donde dos vampiros, uno de ellos Vlad Tepes, otra vez para despistar, llevan siglos peleando por una afrenta pasada. Cuando Vlad, que es digamos el “bueno” conoce a la reencarnación de su antiguo amor fallecido (y llevamos…) pues lo típico, decide conquistarla, pasarla por las sábanas, y ya al final, si la chica lo merece, convertirla en vampiro. Lo mejor es que se trata de todo un dramón, casi parece una versión de cualquier culebrón, con unas peleas de, ejem, “coreografía” sonrojante, y encima el final es muy azucarado, nuestro héroe decide que la chica merece vivir su vida y rehúsa convertirla en otra chupa sangres (aunque por las sábanas, la pasa).

    Otra comedia vampírica en la onda de Vamp (dos en realidad) Mordiscos peligrosos, con un joven Jim Carrey, cuya novia no quiere acostarse con él. Eso lo convierte en el candidato perfecto para ser otra víctima de la Condesa, una vampiresa transilvana que cada cien años, tenía que beberse la sangre de un joven virgen, o todos los siglos que ha engañado a la muerte se le echarían encima, y se convertiría en una momia. Como los pastorcillos de Transilvania ya no tienen la inocencia de antaño, la buena señora decide trasladarse a los Estados Unidos con su tropa (otros chicos vírgenes a los que mordió en otras épocas convirtiéndolos en vampiros, y que ponen el contrapunto cómico) esperando encontrar allí algo más de sangre pura, y en efecto la encuentra, en el bueno de Carrey.
    Al final, unas cuantas persecuciones delirantes por la mansión de la condesa, y por supuesto, el muchacho consigue perder la virginidad (en menos de dos minutos y metido en un ataúd, ni David Copperfield llegó a tanto).


    Por otra parte, también en verano vi la mítica Un vampiro adolescente, cuyo protagonista es un imberbe Robert Sean Leonard (el doctor Wilson de la serie House). Se trata de un muchacho algo tímido que tiene sueños eróticos con una saxofonista de su clase del instituto, y cuyo amigo, el típico secundario gracioso, le está dando la lata siempre con que tiene que acostarse con una chica cuanto antes. Finalmente, el muchacho, que trabaja en un supermercado después de clase, lleva un pedido a una casa recientemente ocupada por una misteriosa mujer, que le cita durante la noche. Obviamente es una vampira, que le muerde, contagiándole su mal. Justo en ese momento entran en la casa un caza vampiros paranoico (interpretado por David Warner) y su ayudante subnormal, que matan a la vampiresa y queman la casa.
    El chico va poniéndose cada vez peor mientras se convierte, hasta que se le aparece un tipo que dice ser su vampiro tutor, que le guiará por la buena senda del vampirismo. El muchacho va aprendiendo a usar sus poderes y trata de usarlos para ligarse a la chica que le gusta (al tiempo que sus preocupados padres empiezan a pensar que es gay). Una absoluta y delirante comedia que acaba en un cementerio con prácticamente todos los personajes reunidos, incluso la vampiresa que convierte a Jeremy, el protagonista. Al verla, el personaje de Warner se alarma y le dice lo típico, que como es posible que esté viva después de clavarle una estaca y quemarla, a lo que la buena moza, en pose sensual, le contesta “Soy una vampiresa”. Solo en los ochenta.



    También es curiosa Besos de vampiro, una película con Nicholas Cage, de finales de los ochenta, donde un yuppie aburrido es mordido por una vampiresa (Jennifer Beals) que poco a poco, vemos que solo está en su imaginación. Todo transcurre en su alienada mente de yuppie urbano
    El pobre hombre va cayendo poco a poco en la locura él solito y sin ayuda, durmiendo debajo de la cama, llevando gafas de sol, escupiendo cada vez que ve una cruz, comiendo cucarachas y finalmente, asesinando jovencitas en discotecas para beber su sangre. Cage cae en un nivel de patetismo absoluto en su personaje, en escenas como la de la tienda de disfraces, donde no tiene pasta para comprarse los colmillos súper realistas y se tiene que comprar los típicos colmillos de plástico de los chinos, más falsos que un duro de madera, o cómo va perdiendo los estribos con su pobre secretaria, a la que trata como a la mierda (y que a la larga, será su perdición). Se trata de una película melancólica sobre la locura y la alienación urbana, debida sobre todo al aislamiento social. Si os apetece deprimiros una tarde, os la recomiendo.
    Última edición por Charles Lee Ra; 23/06/2018 a las 18:10
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    IV. Fantasmas y casas encantadas: En cuanto a fantasmillas, almas en pena, maldiciones familiares o caserones encantados por espectros, hay bastante, pero muy poco digno. Empiezo por Al final de la escalera, que es una absoluta debilidad mía. En su momento, todo el mundo hablaba de ella, mis padres siempre contaban que fueron a verla al cine estando mi madre embarazada de mi (así salí…) y que en la familia no se hablaba de otra cosa que no fuera la escena de la pelotita cayendo por las escaleras. Como una pelota, una pelota roja y mojada bajando por las escaleras pudo causar tanto pánico… George C. Scott ayuda bastante, puesto que, tal y como leí hace siglos en una de las carátulas (la de ediciones en VHS que ha tenido esta película es para dedicarle un post en si mismo) el actor consigue que nos creamos lo que sucede, porque actúa como actuaría cualquier persona normal y escéptica en una situación así, sencillamente pasando de la extrañeza y el miedo a la curiosidad, y a la fascinación.
    Scott, por si a estas alturas no la habéis visto, es un profesor de música que pierde a su mujer y a su hija en un accidente, y se muda a otro estado para trabajar y vivir lejos de sus recuerdos, alquilando una enorme casa con un historial curioso: fue un museo, y también la casa de una familia adinerada que continúa teniendo una gran influencia política hoy en día. Poco a poco se empiezan a oír ruidos (siempre a la misma hora, en las primeras horas de la mañana) los grifos de la casa funcionan como les da la gana, y finalmente empieza a ver la extraña imagen de un niño pequeño ahogado en la bañera. La investigación le lleva a creer que en el asunto está metida la poderosa familia de los Carmichael, cuyo nieto, senador actualmente (un maravilloso Melvyn Douglas) parece mantenerse muy interesado por quien vive en su vieja casa…



    Hay escenas que yo creo, son absolutamente imborrables de la memoria una vez están vistas, como al sesión de espiritismo, que a mi me mantuvo con el corazón en un puño, con la puñetera voz de la espiritista (Joseph, ¿Por qué sigues en esta casa?) el descubrimiento de una habitación tapiada donde hay una caja de música y una silla de ruedas, o dicha silla de ruedas bajando disparada por las escaleras más tarde, sin que nadie (vivo) la haya empujado… también la escena de la niña que ve al pequeño fallecido enterrado debajo del suelo de su habitación, esa escena me produjo verdaderas pesadillas de niño. Se trata de una de esas películas con capacidad de asustar, muy bien rodada, consiguiendo que te metas en la historia en todo momento: probablemente lo que más miedo da es que el espíritu no sea el típico demonio vengativo, sino un espíritu en busca de justicia y descanso. En general toda la película tiene una atmósfera de “credibilidad” de estar viendo algo sobrenatural, pero que le pasa a gente corriente que actúa de manera coherente.

    El resplandor no necesita presentación alguna, porque yo creo que todos debemos conocerla. Recuerdo verla por primera vez de niño, una noche veraniega donde con mis padres nos hacíamos sesiones de cine, y haber quedado bastante traumatizado. En general, todo está pensado para crear una atmósfera, y para unos ojos inocentes, puede acojonar hasta un punto importante (recuerdo que los ecos de la siniestra banda sonora me perseguían (nunca había escuchado música clásica) igual que las imágenes de ese hotel nevado y lo que allí acontecía…). Siempre se ha criticado mucho el doblaje español, que en su día a mi me lo hizo todo más real (las voces eran más “cercanas” a lo que yo escuchaba por la calle).
    Hoy en día si se lee la novela, se detectan y se “resuelven” algunos misterios de la película, pero yo creo que la película sale mejor parada en ese aspecto: solo sabemos quienes son las niñas, las hijas del anterior guardia, asesinadas por su propio padre. Pero no sabemos quien es la muchacha de la bañera que se convierte en engendro, y los ruidos de la fiesta en semejante entorno y situación resultan terroríficos, igual que la aparición del tipo disfrazado de oso. Al no saber quienes son, al no haber datos, creo que todo es más terrorífico que si supiéramos la historia de cada espectro, como sucede en la novela, donde sabemos quien es la señora de la bañera y en qué fecha, y quien asistió, a esa fiesta en el salón colorado.


    También quiero mencionar la saga de Amityville. La primera parte es una película muy curiosa, por desgracia el director es todo lo que la película NO necesitaba, un tipo bastante televisivo, porque el guión en si tiene potencial para hacer pasar un mal rato. Tras el prólogo donde un muchacho mata a tiros a sus padres y hermanos, antes de pegárselo el mismo, se nos presenta a la familia que se muda a la casa, la cual lleva años deshabitada, una familia con problemas, con el padrastro recién llegado y no muy aceptado por los críos, y la madre (Margot Kidder, vaya) es una fanática religiosa. El sacerdote que años ha pudo ver hechos extraños en torno al muchacho que acabó asesinando a su familia intentará impedir que la historia se repita.
    Y es que la película, más que una típica de casas encantadas, parece un drama familiar donde los nervios, la tensión y los problemas familiares van desarrollando los acontecimientos, que podrían ser meras “alucinaciones” (sobre todo por parte del personaje de Kidder, aunque el padrastro no tarda en perder los nervios, al estilo Jack Nicholson). Hay escenas que realmente me pusieron nervioso en su día, aunque hoy no sé si pasaría lo mismo, como la chica que se queda encerrada en el armario y es atacada por “algo” que no la deja salir, mientras los padres están fuera de casa, o la criatura que cree que ver la protagonista por la ventana (una especie de ser porcino, según se le describía en la novela).

    Cuesta creer que una película tan correcta, pero en absoluto extraordinaria (es más, visualmente es muy normalita) como la entrega original, hubiera tantas secuelas infames. La segunda parte Amityville: La posesión, es en realidad una precuela que explica los hechos sucedidos en la casa ANTES de la llegada de la familia Lutz, es la historia del adolescente que mata a toda su familia porque “unas voces me dijeron que lo hiciese”. Una película descafeinada y cutre, pero sórdida y extraña a la vez.


    La tercera parte siguiendo las modas de la época, es en 3D, y es curioso porque con esta, son 3 terceras partes las que se rodaron con ese sistema en los ochenta: Tiburón 3, Viernes 13 parte 3, y Amityville 3: El pozo del infierno. La película cuenta la historia del descubrimiento en la dichosa casa, de un pozo que conecta con el infierno, y si bien es bastante superior a la segunda, tampoco es gran cosa.
    La cuarta parte no tenía el título de Amityville, se titulaba La fuga del mal, y trataba sobre una lámpara que era trasladada de la casa de Amityville a otra. El poder maligno de la casa se metía en la lámpara, que cometía asesinatos ahogando a la gente con el cable del enchufe. ¿Demencial, no?
    Luego ya pierdo la cuenta. Recuerdo otra que en VHS tampoco tenía el título Amityville, La casa maldita. Recuerdo Amityville 1992… debe haber por lo menos siete secuelas. Hace tiempo, un verano estando de vacaciones cogí por la tele un telefilm que también era de Amityville, y donde aparecía Zach Morris, el prota de “Salvados por la campana”, que es la última noticia que he tenido de esa saga. El remake ni lo he visto.

    Continuando, hay que mencionar Poltergeist, esa película de ejem, Tobe Hooper, y sus dos secuelas. La primera parte (más allá de la disputa de su autoría) es un clásico de la época, una película que vista hoy en día no ha perdido su impacto, y tiene escenas impresionantes, que todos conocemos: la imagen de la niña en el televisor estático murmurando su “Ya están aquí” forma ya parte de la historia del cine. Poco importa de donde vengan las influencias (no he podido ver el capítulo de “la niña perdida” de Twilight Zone, aunque si he leído su relato A través de los canales, y poco tiene que ver) se trata de otra película que en su día causaba pavor y de la que se hablaba entre compañeros siempre con cierto respeto, con fascinación, esa fascinación algo perdida hoy en día, por ver algo “sobrenatural” en pantalla, sin buscar ni detectar los trucos, simplemente disfrutando de esa magia.


    La segunda parte, pese a tener un final directamente ñoño e increíble, me encanta por la incorporación de dos actores grandísimos, un villano por fin tangible, después de los entes abstractos de la primera parte, Julian Beck, y un indio de buenas intenciones enviado por el personaje de Zelda Rubinstein (Will Sampson, ese gran secundario). Para intentar no hacer lo mismo que en la primera parte, algo muy loable, se intenta crear una división de la familia Freeling, mediante el personaje de ese predicador siniestro y cadavérico que aparece en la puerta de la casa con aparentes buenas intenciones y maneras amables, con sus consejitos tan “inofensivos”, mientras que por otro lado, está la figura del indio, una figura realmente benevolente, que está ahí para ayudar, pero es repudiada y envidiada por el padre, cosa de lo que el predicador se aprovecha (Craig Nelson lo borda en esta segunda entrega).

    La tercera parte la recordaba absolutamente deleznable, pero me llevé una sorpresa, porque estando por debajo de las primeras, es una historia sobrenatural para nada despreciable, sustituyendo a Nelson y a Williams por Tom Skerrit y Nancy Allen, y de nuevo intentando que no sea una repetición de lo ya visto, se enfoca la historia en un edificio repleto de espejos y donde los espejos no son superficies que reflejan, sino puertas a ese otro mundo, al mundo de la “luz” donde llevan tres películas intentando llevarse a la cría. Los planos de la niña de espaldas, o con maquillaje, son más que evidentes, se ve perfectamente que echaron mano de una doble al morir la niña, y a pesar de eso, consiguen un resultado. Zelda Rubinstein un poco repetitiva, pero tenemos a su “enemigo” ideológico, un psiquiatra repelente y creído que está seguro de que la niña es una chiflada peligrosa con capacidad de crear “ilusiones” para engañar y manipular a su familia.


    En vertiente cómica está la deliciosa saga House, una casa alucinante, cuya primera entrega contaba con un actor televisivo de moda, William Katt, el gran héroe americano.
    En la película, interpretaba a un escritor en crisis, divorciado, con su hijo misteriosamente desaparecido en casa de su tía (la entrañable mujer acaba de suicidarse) y todavía atormentado por los recuerdos de la guerra de Vietnam. El tipo se traslada a la enorme casa de su anciana tía, decidido a escribir en solitario y a recuperarse, exorcizando sus experiencias de guerra mediante la escritura de un libro sobre Vietnam. Un vecino pesado y habitual del bar de Cheers, George Wendt, y una serie de monstruos que van haciendo su aparición, se lo intentarán impedir.
    La película es puro humor, el terror está reducido a su mínima expresión, quizá la escena inicial, donde un imberbe repartidor encuentra a la abuela ahorcada, puede causar algún escalofrío, aunque esto queda chafado por la forma en que la abuela (un maniquí) se balancea en la horca.


    Un monstruo de tintes lovecraftianos que aparece a las doce todas las noches en el armario, un engendro disfrazado de la esposa de Katt que en vez de arrastrar cadenas y gemir, reparte hostias como panes, tales son las encantadoras cosas con las que se topa el protagonista. Katt es el típico actor que pese a las limitaciones que pueda tener como tal, tiene un carisma, innegable, un aire “mundano” que hace que el espectador conecte rápidamente con él, sabe hacerse simpático. Escenas como la caza del engendro que sale del armario, tanto él como el vecino ataviados de militares con gafas de buceo, o la firma de libros en las que conoce a “sus mayores fans” un puñado de freaks impagables.
    La película tiene un guión de Fred Dekker, de quien hablaremos más adelante, y mucho, y pese a sus continuos recochineos con los tópicos del cine de casas encantadas, tiene un aire muy lúgubre, y una buena banda sonora (salvo la inserción de alguna canción de la época). Pero de lejos, como comedia, prefiero la segunda parte House 2, aún más alucinante. Y vaya si es alucinante, como siempre le digo a todo el mundo, si quieres animarte y reírte, solo tienes que ver esta película, donde los guionistas debieron meterse una sobredosis de detergente caducado totalmente épica. Por cierto que de House solo tiene el título, ya que nada tiene en común con la primera parte, ni siquiera es la misma casa.

    La historia es la del joven Jesse, un muchacho que, tras morir sus padres asesinados cuando era un bebé, se marchó de la casa de sus ancestros. Ya de mayor vuelve con su novia, y con el irresponsable de su amigo. Allí, los dos descubren una vieja leyenda según la cual su tatarabuelo, un peligroso bandido del Oeste, buscó y halló una misteriosa calavera de cristal que confería inmortalidad y poderes a su poseedor. Como el abuelo está enterrado en un cementerio cercano, no se les ocurre otra cosa que ir a profanar su tumba a medianoche para buscar la calavera. El abuelo en cambio está vivo, aunque momificado, y una vez se pone al día, decide salir a estirar las piernas e irse de juega, mientras en la casa van pasando cosas, desde hombres primitivos que irrumpen en el salón, a incas que hacen sacrificios humanos detrás de la chimenea, una jungla prehistórica, dinosaurios incluidos, que hace su aparición en una habitación, o la llegada de una mascota familiar, un gusano enorme y gordo que ladra como un perro, y al que adopta el abuelo, que le suministrará cerveza a través de un biberón. Si, es hilarante todo el filme.


    Yo me quedo con la aparición de un electricista que mientras se hacía las oposiciones, también estudió para Indiana Jones (en youtube hay videos sobre él). Se trata de una película absurda, una auténtica comedia, quien sabe si también involuntaria, y donde sale otro parroquiano de Cheers (el electricista aventurero). Mucho más divertida y casposa que la primera, y donde hace su aparición un vaquero espectral con ciertos aires al “santo de los asesinos” del cómic Predicador.
    Aún más, el final de esta película propone una auténtica paradoja temporal, y es que Jesse
    Spoiler Spoiler:


    Luego hubo una película con Lance Henriksen titulada “Horror Show” que sin tener nada que ver con House, en algunos países de Europa, incluído el nuestro, faltaba mas, se tituló imaginativamente House 3. Henriksen era un policía retirado y traumatizado que capturó a un psicópata, que fue ejecutado, pero el psicópata (Byron James, una cara muy conocida en los ochenta) vive en una realidad paralela desde la que viene a nuestro mundo para cometer asesinatos y cargárselos al policía. Casposa, muy casposa.
    Más adelante hubo una secuela oficial, que se vio obligada a llamarse House IV y que contaba de nuevo con William Katt, que volvía a la casa, en silla de ruedas, acompañado por su hijo. Creo que en España JAMÁS se ha visto, ni en vídeo, ni por televisión, ni nada, y aquellos que la han podido ver dicen que es horrible, nada que ver con la original. Una pena, pues se trata de una saga delirante que podía haber tenido más continuaciones…

    Otra película muy ochentera, El misterio de la dama blanca. Es una película de fantasmas correcta y con una historia entrañable. El protagonista es un niño, pero ya adulto, nos narra en off lo que le sucedió en los años cincuenta: la noche de Halloween, unos compañeros le dejan encerrado en el colegio, ya vacío. Se hace de noche, y el niño ve como un hombre asesina a una niña, y luego le ataca a él. Es encontrado, y mientras está convaleciente se entera de que han detenido a un conserje negro que es claramente un cabeza de turco, pues él no vio la cara del atacante, pero se entera también de que el asesinato que presenció tuvo lugar hace diez años, y el asesino vuelve cada año a la escena del crimen. Poco a poco, la niña muerta se le aparece para pedirle que resuelva su asesinato (todo gira en torno a una pegadiza canción de cuna y a la leyenda de una mujer, una dama de blanco que vive en una siniestra casa…). Hay detalles geniales, como el equipo de policía del pequeño pueblo, empeñado en culpar al pobre conserje negro del asesinato que sucedió diez años antes, y que nunca se resolvió (esa parte de la trama tiene un final aterrador y nada sobrenatural). Hay detalles algo ñoños que se podían haber evitado, sobre todo en la relación entre el protagonista (Lukas Haas, el mismo niño de “único Testigo” de Peter Weir) y la niña muerta, que roza la sensiblería, aunque esos detalles están muy reducidos. Atención a la identidad final del asesino, por cierto. Una de esas pequeñas películas de suspense que hoy, al menos en nuestro país, está bastante olvidada, serie B, B de buena.


    De 1989 es “La olvidada”, pequeña joya de videoclub sobre un atormentado escritor viudo (¡Terry O’Quinn, de nuevo!) que se muda a un caserón donde empiezan a ocurrir cosas. Pronto descubrirá que un fantasma femenino con capacidad de agredir físicamente a las personas convive con él. Tras encontrar sus restos mortales y enterrarlos, con ayuda de la vecina enamorada de él, el fantasma se convierte en el espíritu de la bellísima Evelyn, asesinada por su esposo en esa casa siglos atrás, al descubrir el romance de ella con un pianista que (casualidad) es una antigua encarnación de O’Quinn, con el que la fantasmal mujer mantendrá un romance sobrenatural. Interesante.

    Porqué no meter aquí también una película que trata de “vehículo encantado” o con vida propia: Christine. Una cinta considerada menor en la filmografía de John Carpenter, incluso mala, pero a mi me parece genial, aunque desde luego no llega a la suela de los zapatos a otros trabajos de Carpenter, pero para mi tiene un halo fantástico, romántico, de fatalidad e imposibilidad. El protagonista es un nerd, destino de todas las burlas de los matones colegiales (treinteañeros otra vez…) que pese a tener un buen amigo, caerá en las redes de un vehículo que se aprovecha de su soledad para poseerle, literalmente. Hay que decir, eso si, que el concepto de Christine está totalmente deformado, en la novela el coche no tiene entidad, es un vehículo alterado por la rabia y el odio de su propietario original, un violento anti-social, y simplemente se convierte en un intermediario, un recipiente para que dicho dueño, fallecido, pueda volver al mundo en el cuerpo del adolescente, a través del coche, que también ejecuta las venganzas. En la película, en cambio, el coche es malo, nace malo en la cadena de montaje de Detroit, y “enamora” y consume totalmente a sus dueños.


    Es impresionante la transformación que se produce en el protagonista, Keith Gordon, de nerd flacucho, enclenque y sin gota de carácter, que conforme avanza su relación el coche se va convirtiendo en un tipo rudo, egoísta, malhablado, insensible, que solo piensa en su coche. Momentos como la revelación del pasado del vehículo a Dennis, el amigo de Arnie, o el intento de este de colarse en el garaje, las escenas de las muertes de los pandilleros (bellísimas y con música de Carpenter especialmente inspirado), o el final de alto voltaje en el taller… deliciosa.

    Otra película sobre objetos mecánicos con mala leche: La rebelión de las máquinas tiene el dudoso honor de ser la peor adaptación de un escrito de Stephen King de la historia. Y eso que el relato en que se basa, “Camiones” incluido en una antología sobresaliente, El umbral de la noche (para mi, su mejor trabajo), es excelente, pero aquí, King decide no solo producir o escribir el guión, sino dirigir. Dios nos pille confesados, si como escritor, en sus primeros tiempos, se reveló como un digno sucesor de Richard Matheson, como director es de lo peorcito. La película además cuenta con ese icono ochentero que es Emilio Estevez.
    La película trata sobre una serie de desconocidos que están en una tienda, y se ven asediados por todo tipo de vehículos que cobran vida propia y pretenden dominar el mundo. El término “casposa” se le queda corto. Por lo menos, Stephen King aprendió bien la lección, y se quedó lejos de las cámaras, escribiendo sus novelas. Al menos el hombre demostró saber rendirse a tiempo.

    Ya en clave de comedia juvenil es
    El secreto de los fantasmas
    , una de las primeras películas de Roland Emerich, una comedieta ochentera absoluta. Se trata de una historia juvenil pasada de rosca donde dos adolescentes con ínfulas de dirigir una película de terror, se descubren prácticamente en la bancarrota. Un buen día uno de ellos se entera de que el caserón que sale en un programa televisivo de miedo perteneció a un avaro tío suyo, y que en la casa puede haber un tesoro... se dirigen allí, y lo más reseñable es la aparición del mayordomo de su tío, una especie de abuelo de Yoda, mientras un ridículo mafioso interpretado por Paul Gleason intenta hacerse con el tesoro.


    Ya para terminar, quiero mencionar la última película producida por la Empire, antes de que cerrase y renaciese como Full Moon, película que se rodó a trancas y barrancas mientras la compañía Empire lanzaba sus últimos estertores y sus responsables, los hermanos Band, se ahogaban en las deudas. La película se titulada Prison (Presidio) y trataba sobre una vieja cárcel que va a reabrirse. Una vez abierta, el espíritu de un hombre allí ejecutado injustamente años atrás, empezará a cargarse a todo quien se cruza por su camino. Más allá del hecho de que el ejecutado (injustamente) está interpretado por un desconocido Viggo Mortensen, la película no tiene grandes alicientes para ser vista, se trata de una casposa muestra de cine de venganzas sobrenaturales, con algo de gore, y con Renny Harlin en la (casposa) dirección, justo antes de dirigir la cuarta parte de las andanzas de Freddy Krueger.
    Última edición por Charles Lee Ra; 23/06/2018 a las 18:22
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    V. Zombies: Para mi, los zombis empiezan con Romero, of course. Hay antecedentes muy claros, que implican el vudú, pero el zombi moderno nace en La noche de los muertos vivientes (1968) y aún hoy nos acompaña.
    1985, felicísimo año, nos trajo la tercera parte de la trilogía de Romero. El día de los muertos. Lo cierto es que, si la primera y segunda parte desbordan energía absoluta, la tercera es el patito feo de la saga (considerando saga como la trilogía, y no el resto de entregas no-ochenteras). En su momento, Romero escribió un guión que él aseguró, sería el no va más, que nada de lo antes visto se le podría comparar. Pero la cruda realidad es que la pasta que hacía falta para poner algo así en marcha no existía, por lo que hubo que remodelar el guión para rodar lo que se podía, no lo que se quería, y el resultado es bastante discreto y fue pasado por alto en su momento, aunque poco a poco, la película ha ido cobrando la importancia que se merece.
    La película es mucho más desoladora y deprimente que las anteriores, aquí el mundo está dominado por los zombis. Las grandes ciudades están vacías, no hay ya humanos ni servicios sociales de ninguna clase, nuestra civilización se ha extinguido. Un helicóptero sobrevuela una ciudad americana preguntando si hay refugiados humanos, pero nadie contesta. Un zombi putrefacto entra en primer plano, y ahí empieza la función. Se nos presenta un búnker creado por el Ejército Americano, para meter allí a unos cuantos científicos y militares, para que la raza humana se perpetúe, e intenten encontrar una solución. Han pasado años, y las cosas en el refugio van de mal en peor.



    La doctora Sarah (Lori Cardille) busca una ilusoria vacuna que curaría los zombis. Su colega, el doctor Frankenstein, opta por intentar reeducarlos y convertirlos en miembros provechosos y no caníbales de la sociedad. La sección de los militares, auténticos asesinos liderados por el desquiciado Capitán Rhodes (Joe Pilato, casi lo mejor de la función) desprecian a los médicos y solo quieren enfrentarse a los zombis para cargárselos a tiros. Una especie de locura o neurosis se apodera de algunos soldados, ante el absoluto desquiciamiento de la situación en la que se ha convertido su vida…
    Aquí los zombis se nos muestran como una sociedad de seres aislados que recorren las calles en busca de alimento; para nosotros, los humanos, ellos son el horror, el monstruo de la película, pero vistos los comportamientos humanos, que Romero se toma su tiempo para desarrollar y mostrar (lo hace como casi nadie en el género) uno casi preferiría ser una de esas putrefactas criaturas que recorren las calles sin hacer daño a nadie, salvo para comer (para sobrevivir) a ser un codicioso, violento y egoísta humano capaz de matar sin pestañear por ansia de poder, o simplemente por deporte (véanse las escenas de caza de zombis por parte de los militares).
    La gran novedad en cuanto al comportamiento de estos particulares muertos vivientes, es que en esta entrega el doctor Frankenstein (científico chiflado donde los haya) consigue reeducar a uno de ellos, el entrañable Bub, que será capaz de reprimir sus instintos caníbales, imitar los gestos humanos, usar objetos cotidianos, e incluso leer (a Stephen King, como buen americano que en su día quizá fue). Pero para los militares, esos progresos son solo una burla, y el experimento de la reeducación de Bub no dura mucho; quien sabe si no hubiera sido la solución… al final, como de costumbre, los zombis tomarán el control del recinto hasta entonces seguro; unos quizá logren huir (aunque siempre me pregunto hasta cuando podrán huir) y otros, no. Es curioso el final del personaje del zombi, Bub, recomiendo prestarle atención especial a su comportamiento final: probablemente, yo haría lo mismo.


    El día de los muertos fue un fracaso de taquilla, por la negrura argumental, por la desesperanza que desprendía, pero también porque se produjo cierta confusión: ese mismo año se estrenó otra película. El regreso de los muertos vivientes, de Dan O’Bannon, y la segunda se llevó las simpatías (y la pasta) del público. Aquella fue la primera vez que se usaron las palabras “muertos vivientes” en un título, después de las películas de Romero. Curiosamente, esta película fue la iniciadora de su propia trilogía, en clave de humor (negro, eso si, muy negro) con toques gore.



    La primera parte, la mencionada El regreso de los muertos vivientes, es ya todo un clásico de los tiempos del videoclub, cuenta la historia de una morgue, ubicada junto al cementerio, donde el encargado aburrido le cuenta al chico novato una historia: en el sótano hay unos bidones llenos de una extraña sustancia. La sustancia que contienen fue responsable de lo que sucedió en la película La noche de los muertos vivientes, de Romero (que fue un hecho real, aunque en la película, financiada por el Ejército, no aparecen los bidones para encubrir el asunto). No se les ocurre otra cosa que bajar a verlos, abriendo uno de ellos por accidente y poniendo en marcha una reacción en cadena que irá resucitando a los muertos, y convirtiendo en muertos a todos los vivos que inhalen ese extraño humo…
    La película, editada aquí por Record Vision, fue muy popular en su día, y es que realmente, el humor negro que destila es impresionante. Hay una serie de momentos que son ya icónicos, como la conversación entre el guardia de la morgue y un cadáver sin brazos ni piernas atado a una camilla. El zombi le explica que comen cerebros porque estar muerto duele cosa mala, y comer cerebros les alivia ese dolor.
    También la punkie del pelo rosa perteneciente al imprescindible grupo de adolescentes idiotas tiene su momento de gloria cuando, tras asegurar que le encantaría ser violada/devorada por gente muerta, protagoniza un striptease poco antes de conseguir su “deseo” pasando a ser parte del ejército zombi. También es muy popular el momento en que hace su aparición el zombi que estaba en el bidón, el llamado “Tarrman” un ser chorreante de fluidos y absolutamente putrefacto. Y sin ninguna duda, el final, un final que, pese al humor, es realmente nefasto y oscuro para los protagonistas...

    Y aquí los zombis no son exactamente los de Romero, puesto que pueden hablar y hasta cierto punto, razonar. En general, la figura del zombi siempre me ha gustado, porque está lejos del vampiro, un ser tan digno, poderoso y limpio, el zombi en cambio es una masa putrefacta que camina en busca del único sustento que puede comer, la carne (o el cerebro) de sus semejantes, contagiando además a estos, al convertirlos en su alimento.

    La secuela de la presente se tituló La divertida noche de los zombis. Su estrambótico título, y la presencia de un protagonista infantil, parecían prometer un tratamiento más suave de los elementos macabros del mundo zombie. Ni por el forro, se trata de una película con varios momentos desagradables, y que resulta más un remake de la previa que una secuela (algo similar a lo que sucedía con Posesión Infernal/Terroríficamente muertos) puesto que tenemos incluso a los mismos actores en papeles muy similares.
    La historia es básicamente la misma: pequeño pueblecito americano, donde unos chavales haciendo travesuras derramarán los bidones e iniciarán el contagio. La verdad es que hay escenas chungas, y me sé de más de un compañero de colegio que tuvo pesadillas de persecuciones zombis después de ver esta película: el matón escolar comiéndose a su madre, el ladrón más joven contagiado comiéndose a su novia… También hay momentos sumamente hilarantes, como aquel en que, para despistar a los zombis, el viejo científico loco va en una furgoneta tirando sesos de cordero mientras va anunciando “Al rico cerebro fresco”…




    La tercera parte, titulada Mortal Zombie (aunque la nomenclatura original de la saga en USA ha sido siempre Return of the living dead, aquí en España inventándonos títulos, como siempre) fue dirigida por Brian Yuzna, un director que no tiene películas que me gusten demasiado o me apasionan, pero que le reconozco la virtud de haber dirigido el tipo de cine que le ha salido de las narices, durante décadas, el haber intentado crear una iniciativa de cine fantástico en España, y por supuesto, el haber trabajado con Jeffrey Combs.
    El Argumento es muy básico, un experimento militar, el protagonista que quiere resucitar a su novia tras un accidente de moto. Y la resucita, convertida en zombi, y siendo luego perseguidos durante toda la película.

    Volvemos a 1985… otra vez. Que gran año. En este año se esconde uno de los filmes que más me han influido en mi vida y formación como cinéfago, un auténtico mito de su década, por supuesto, estoy hablando de Re-Animator. La primera parte de la filmografía de Stuart Gordon es muy interesante (digamos, sus tres primeras películas) aunque luego acabase dirigiendo productos alimenticios, de cierta dignidad técnica, pero poco más (Fortaleza Infernal) o ya directamente, telefilms insufribles con actores en crisis profesional (La hija de las tinieblas, con Mia Sara y Anthony Perkins). Sin embargo, su primer film fue una auténtica bomba. En principio, Gordon quería que adaptar los relatos de Lovecraft en una serie de televisión en blanco y negro, pero la cadena a la que le ofreció la idea se decantó por otra serie “Historias del más allá”. Una vez conoció a Brian Yuzna, decidieron pasar de la televisión y hacer una película de bajo presupuesto, y una vez escrito el guión, solo quedó ponerse al servicio de los hermanos Band, y su productora Empire (fabricante en serie de productos B y Z para todos los gustos, aunque ya hablaremos de ellos) que contaba con que Re-Animator sería el pistoletazo de salida para su compañía.
    Y no se equivocaron, pues el film fue un bombazo importante en su día, hito del género. Mas o menos… uno de los hermanitos (no recuerdo ahora si Albert o Richard) plagió alegremente el tema principal de Psiscosis compuesto por Bernard Herrman para el presente filme, y tiraron para delante, con más bien poco presupuesto (solo hay un exterior en toda la peli, y es una foto fija).
    Jeffrey Combs (ídolo para mi, en la infancia) y David Gale fueron auténticos mitos de videoclub, y Barbara Crampton, una auténtica musa para freaks de todo el mundo, y admiradores de las rubias, en general.


    La historia es bien sencillita, seguro que todos la conocéis: Herbert West (léase Best en el doblaje), un brillante y chiflado estudiante de Medicina, se muda de Suiza a las Américas tras la muerte, en extrañas circunstancias, de su mentor. Juntos trabajaban en un suero fluorescente amarillento/verdoso que se supone, resucita el tejido vivo. Una vez matriculado en la escuela Miskatonic de Arkham (o Arján, como dicen en el doblaje castellano) conocerá y compartirá cuarto con su compañero de estudios, Dan Cain (Bruce Abbot, actor ochentero) a pesar de las reticencias de su novia Megan (Crampton). Además se ganará rápidamente la enemistad de un altivo y despreciable profesor plagiador de ideas, el doctor Hill, que no solo conoce métodos de hipnosis y control mental, sino que acabará decapitado y resucitado por querer robar el suero. Una vez el pobre hombre ha perdido la cabeza, sus acciones llegan a límites impresionantes, saliéndose bastante del juramento hipocrático. No tarda en liarse una ensalada de tripas, a merced de un ejército de zombis, cada cual más mutilado, a las órdenes de Hill, contra quienes nuestros héroes se enfrentarán.

    Las escenas míticas, los diálogos impagables y divertidísimos, y los toques de humor absolutamente negro, sobre todo en frases de mi adorado West, convierten este filme en una cita ineludible para cualquiera que se inicie en el cine dicharachero y charcutero de los ochenta, una de las primeras paradas, de hecho. Desde el principio, con el mentor de West poniéndose colorado hasta reventarle los ojos, y la frasecita “¡No, todo lo contrario! Yo le di la vida” (y después, los títulos de crédito alucinógenos con la música plagiada de Herrman) a los pequeños destellos de locura de West (la rotura de lápices en clase, sus ataques de maniático friki histérico, como durante el ataque del gato resucitado, excelente escena “¡Dan, cuidado!” y se descojona cual enfermo mental; las conversaciones entre West y la cabeza del doctor Hill son también impagables “¿Quién iba a creer a un decapitado? ¡Busque trabajo en el circo!”, y desde luego, la escenita del cunnilingus a la musa Crampton por parte de la cabeza del doctor Hill, una escena extraordinariamente enfermiza y célebre. Durante el estreno de la película, al cual asistió el actor David Gale con su novia, esta, al ver la escena, se largó del cine y cortó con él, según se cuenta en los audiocomentarios del Blu-Ray .

    Hubo dos secuelas. En Beyond of Re-Animator ni siquiera me voy a parar, está demasiado alejada de la franja temporal que representa este post, y me pareció muy malucha. La novia de Re-Animator estaba un poco mejor, pero era una serie B rozando la Z, carente de estos toques de brillantez que sí poseía la primera parte. Los dos científicos regresan a Arkham después de ser médicos de guerra, y allí West decide crear un ser humano a base de trozos, a lo Frankenstein. Para convencer a Dan, que parece un poco hasta las narices de estos sucios experimentos, le demuestra que va a poner en ese cuerpo el corazón de su amada y fallecida Megan. ¡Ridículo! ¿Con poner un corazón en el cuerpo ya va a ser la Megan de antes? ¿Los recuerdos, las experiencias de amores pasados, se guardan en el corazón? ¿Lo ha descubierto West científicamente?


    Finiquitadas las sagas de zombis principales, quiero reseñar unas cuantas películas sueltas muy representativas para la época, y empezaré con Muertos y enterrados, un film de 1981, dirigido por Gary Sherman y con un guión de O’Bannon y Shusett. Protagoniza James Farentino, y cuenta con caretos conocidos como secundarios, desde Jack Albertson a Lisa Blount o un joven Robert Englund pre-Freddy. Todo comienza en una playa. Un fotógrafo turista va haciendo fotografías de la costa, y en el pueblo costero de Potter’s Bluff se encuentra con una joven. Charlan un rato, y finalmente parece que se van a liar. Una vez la cosa se pone caliente, aparecen unos vagabundos que, junto con la chica, desfiguran y torturan brutalmente al hombre. Ese es el impactante inicio de la película.


    El sheriff (Farentino) tendrá que investigar estas extrañas muertes o desapariciones, pero le resulta complicado: los asesinados, sin motivo aparente, vuelven a la vida, sin desfiguraciones, y permaneciendo integrados en el pueblo, sin, al parecer, deseo alguno de marcharse… un vejete, el forense local, parece ser el responsable, o al menos, sabe más que nadie: está obsesionado con devolver a los fiambres mutilados su “belleza”… ¿y su vida?
    Se trata de una película melancólica, de inquietante banda sonora, centrada en una población que es en realidad, un microcosmos cerrado y brutal con los extraños que entren en ella. Un pueblecito, por cierto, que tiene ciertas semejanzas con Insmouth, o cualquier otra población maldita salida de la pluma de Lovecraft: pueblecito pesquero cerrado, de sospechosas prácticas entre sus residentes, hostil a los forasteros, con enormes caserones que datan de siglos atrás, algún libro prohibido de magia negra por en medio… sin duda, unos detalles muy sugestivos. Poco más puedo contar sobre el argumento sin contar demasiado, pero no quiero dejar sin reseñar la INOLVIDABLE actuación de Farentino como sheriff de esa población, que poco a poco comienza a sospechar que todos quienes le rodean (sus vecinos, sus amigos… ¿su mujer?) han cambiado y son otra cosa.

    Paso de puntillas sobre La serpiente y el arco iris, quizá por la discutibilidad de comentarla aquí: en plena era de los zombis de Romero, Craven se calza una historia de zombis vudú. Bill Pullman es un periodista que visita Haití con la esperanza de descubrir que hay de cierto en la leyenda de una sustancia indígena, usada en los rituales de vudú, que convierte a las personas en zombis… sus metidas de pico donde no le importa no serán bien recibidas por el jefe de policía, que decidirá darle su merecido. Creo que es la mejor de Craven tras Pesadilla...

    Fred Dekker. Un autor de serie B ochentera que se malogró brutalmente dirigiendo Robocop 3, cayendo en el más absoluto olvido. Su carrera empezó prometedora, con el guión de House, una casa alucinante, y dirigiendo dos joyas: Una pandilla Alucinante (ya hablaré largo y tendido sobre ella) y por supuesto, esta comedia zombiesca de Institutos americanos, babosas “ultracuerpos”, psycho killers, polis ochenteros, bailes de graduación… ¡tiene todo lo que un espectador de la época podía desear! El terror llama a tu puerta...
    La historia comienza con un prólogo en blanco y negro, imitando la típica película de ciencia ficción cincuentera: parejita en el coche besándose recatadamente, policía del barrio explicándoles que ha escapado un maníaco del manicomio, caída de un meteorito en las cercanías… de ahí pasamos a los ochenta.


    El Instituto Corman será el epicentro de los sucesos, donde una incursión al centro médico para robar cadáveres con el fin de gastar una novatada (típica y normal actividad de los estudiantes americanos adolescentes en los ochenta) desencadenará la aparición de unas babosas del espacio que se cuelan en los cuerpos humanos, convirtiéndolos en zombis. Con el baile de graduación bien cerquita, el contagio zombi se empieza a extender. Solo un policía, aquel que en los años cincuenta se encargó de hacer justicia con un psycho killer, sabrá lo que está pasando, y hará frente a los zombis junto con el prota (protagonista también de EL secreto de los fantasmas) y la “chica guapa” del Instituto, Chintya Cronenberg. Sí, la película está petada de referencias a directores de cine... Cronenberg, Corman... se pasean por el filme. el personaje de Atkins se apellida Cameron, y por ahí danzan otros dos policías, apellidados Landis y Raimi.

    Especial apetencia tengo por el personaje de Atkins, ese policía pasado de rosca que sabe dar malas noticias como nadie... chicas, tengo dos noticias. La buena es que vuestros chicos ya están aquí… la mala es que están muertos.


    En cuanto al Thriller, pues fue un puntazo en la época, el concepto de “videoclip” se desarrolló tal como lo conocemos y se llevó al máximo de sus posibilidades en esa década: un musical de zombis protagonizado por Michael Jackson, sin duda debió impactar. Yo la vi en vídeo (la editó Vestron Video, los mismos que editaron Re-Animator, entre otras, y la verdad es que tenía unos cuantos momentos que realmente, acojonaron a la chiquillería del momento. Yo recuerdo especialmente el final, justo antes de los títulos de crédito, los ojos amarillos con esa sonrisa… en su momento se me erizaron los pelos, os lo aseguro. No olvidemos que encima, dirige John Landis


    Aunque por los pelos, podemos mencionar la ciertamente serie B, bien resuelta y 100% ochentera: In-Natural, The Stuff. ¿No os suena? ¿Algo sobre un yogur adictivo que mata…? ¡Ah, ahora si!
    Dirigida por el incombustible Larry Cohen, protagonizada por un Michael Moriarty, chorreante de carisma, trata de un nuevo y revolucionario postre, el Stuff: barato, dietético, sabroso, etc… el postre más vendido y mejor publicitado de América. Un espía industrial con cara de lelo, pero más listo que el hambre, Rutherford (Moriarty) es contratado por una compañía rival de postres, para que descubra el secreto del Stuff y hunda la compañía. Con ayuda de una modelo que contribuyó a dar popularidad al postre, y un niño huido de casa porque su familia quería obligarle a comer Stuff a la fuerza, se irá infiltrando en el caso, dándose cuenta de que las irregularidades en torno al misterioso postre y su no menos misteriosa procedencia, no son simplemente un caso más de espionaje industrial o plagio de productos, sino una amenaza que no viene de fuera (dato curioso) sino de dentro de la misma Tierra, pues el Stuff brota del suelo en algunos lugares.



    Mil veces pasada por televisión, y editada en vídeo por una casa distribuidora rarísima (Video8) se trata de una película bastante popular de boca a boca, aunque muchos no supieran el título, todo el mundo sabía de que le hablabas, y la habían visto alguna vez “la película del yogur asesino”. Tiene Un buen puñado de escenas absolutamente míticas, sobre todo en su inicio, con ese supermercado lleno de Stuff, la familia del chico protagonista enloqueciendo conforme se hacen adictos (impagable el plano del padre sentado de noche en el sofá, comiendo Stuff y sonriendo a su hijo “El Stuff es bueno para nosotros… mata nuestras cosas malas”. Escalofriante. También son impagables las escenas en las que aparece Paul Sorvino, un militar chiflado que vive atrincherado en el campo con su ejército, y se une a Moriarty cuando este le dice que los fabricantes de Stuff son comunistas o la aparición del yogur en grandes cantidades, y sin duda, la escena en que cierto personaje se descubre que está poseído, y revela que el Stuff se te come por dentro. Sus consumidores acaban por convertirse en meras cáscaras, dirigidas por una mente-colmena que no es sino... el Stuff. Sin duda, toda la película es una alegoría en contra del consumismo, de comprar un producto simplemente porque está bien publicitado, y también una analogía sobre las drogas (de hecho, el final, totalmente irónico, muestra como el Stuff es metido de contrabando en Europa, como una droga más).


    Demons de Lamberto Bava. Indigno hijo de su padre, Demons y se secuela constituyen lo mejor de su filmografía. Más allá de eso, solo tiene películas absolutamente infames, auténticos bodrios que no valen ni siquiera para echarse las risas de rigor con la mayoría del cine fantástico italiano de los ochenta, y encima osó remakear una de mis películas favoritas, la obra maestra de su padre, La máscara del demonio, y lo hizo sin estilo alguno, ¡le salió como el culo! Como mucho, salvaría su ópera prima, Macabro...

    Pero este hombre tuvo su éxito, al menos económico y entre el público más dicharachero y menos exigente, con las dos partes de Demons. La idea es realmente buena: nosotros estamos viendo una película donde las potenciales víctimas somos nosotros, es decir, los espectadores de una película de terror en la sala de cine.

    No hay nada más, realmente. Un look cutre, unos personajes de cartón que están ahí porque si, y sobre todo, unas escenas gore realmente conseguidas y repugnantes, que son el punto fuerte del film: transformaciones repulsivas con dientes cayéndose y fluidos verdosos, inolvidables debido al asco que producen.



    No sé si hoy un producto así tendría cabida, demasiada sangre, demasiada repugnancia, es "gore sucio", en contrapunto al gore "limpio" y de diseño que impera hoy en las películas de cine fantástico. Lo bueno es que hasta un bodrio divertidillo como este SE VENDÍA MUY BIEN, con una publicidad excelente, carteles llamativos, frases pegadizas, marketing... (recuerdo un gran cartón con la forma del poster, en el videoclub... Bueno, el tema del marketing ochentero en los videoclubs da para otro post). Tuvo secuela, Demons 2 (pa que matarse a pensar otro título) que tenía lugar en un edificio de apartamentos donde se celebraba una fiesta, y los demonios entraban a través de la televisión, y poco a poco iban minando una fiesta que se celebraba en uno de los apartamentos.

    Comedia policia ochentera de zombis... solo con el nombre, algunos ya saben de que va Pero de eso va Estamos muertos, ¿o qué? sobre dos policías (Treat Williams y Joe Piscopo) que persiguen a una banda de atracadores de joyerías y bancos, que se hacen llamar "Toma el dinero y corre". Todos los tópicos están aquí: Williams es un tipo serio y formal, Piscopo, un matón chistoso en chaqueta de cuero (muy a lo Spike de Buffy, ahí lo dejo caer el superior de raza negra que los abronca, el antiguo amor de Williams que trabaja como forense...). Es precisamente ella la que les pone sobre la pista, y es que los dos últimos ladrones capturados y muertos durante un tiroteo, ya estaban muertos de antes, incluso con autopsia hecha Un par de caras conocidas del fantástico (Vincent Price, terriblemente desaprovechado, y Darren McGavin) y ya. Simpática.



    Icónica y ya en clave de comedia total es La noche del cometa, que ha devenido en culto. Un cometa pasa sobre la Tierra, y todos los que no se hallaban a cubierto bajo una determinada estructura de plomo, se han convertido en zombis. Dos repelentes hermanas urbanitas han sobrevivido, y junto con dos niños que rescatan, y un joven que también se ha salvado, huirán de los zombis, de alguna ocasional banda de saqueadores, y de una pandilla de científicos arribistas que quieren usar su sangre como reserva de plasma para el futuro.

    En verdad, no hay mucho más que contar. Los zombis apenas juegan un papel, están por estar. La película resulta imperdible para cualquier ochentero, aunque sea por los pelos, vestidos y demás aderezos de época

    Última edición por Charles Lee Ra; 23/06/2018 a las 19:04
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    VI: El Diablo (y sus amigos): No me pondré al nivel de Cristóbal Colón cuando descubrió América, si digo que el cine “satánico/satanista” contemporáneo se inició en 1973 con El exorcista (aunque por supuesto, la suma iniciadora fue la obra maestra de Polanski al menos en cuanto a demonios y satanistas en la época moderna).

    El exorcista se vio rodeada de una campaña publicitaria que la infló mucho, sobre todo por sus extraños sucesos. Su enorme éxito, sin embargo, supuso la aparición de dos inevitables secuelas: El exorcista 2: El Hereje, y El exorcista III.
    El exorcista II, editada por Warner Home vídeo, la pude ver en televisión una noche de verano. Es una cinta fallida, por muchos motivos. El principal: querer hacer, al mismo tiempo, lo mismo, y algo diferente. Así, tenemos de nuevo a Reagan y una posesión de por medio, pero también tenemos el papel de la psicología, la ciencia y la tecnología, la hipnosis... en los pases de prueba, el hereje salió mal parada, siendo remontada para ser más comercial. Es una película sin más razón de ser que aprovechar un filón comercial. Y es una lástima, porque su director, John Boorman, tiene un gran sentido para las ideas visuales, y podía haber hecho virguerías si hubiera tenido un buen guión.

    Con un enfermo George C. Scott en el papel que en su día interpretase el memorable Lee J. Cobb, El exorcista III se basa en una novela del autor del original, William Peter Blatty, que además la dirige. Narra unos crímenes rituales que un policía identifica como los de un antiguo asesino, Géminis, al cual capturó, y de hecho, fue ejecutado… un extraño loco encerrado en un manicomio que parece dejado de la mano de Dios, volverá a meter al policía en un caso viejo y extraño, sucedido años atrás.
    Se trata de una película que logra superar a la primera secuela, amén de muchas de las imitaciones, gracias a que simplemente, no busca imitar la original, ni siquiera intenta igualar sus logros, solo ofrecer una correcta historia de suspense sobrenatural, sin redundar en la primera parte (nos salvamos del vómito de puré de guisantes) y con varios momentos que consiguen arrancarnos el sobresalto (especialmente en ese lóbrego manicomio).



    Otra propuesta, más contenida y apostando más por el suspense, fue La profecía, que devino en tres secuelas. La tercera de ella, El final de Damien, nos llegó en 1981. Contaba la historia del Anticristo en su edad adulta: tiene 32 años (a punto de cumplir la edad de Jesucristo cuando fue crucificado) y dirige su todopoderosa compañía, industrias Thorn, que como ya vimos en la anterior secuela, consigue todo su poder al convertir el hambre en el mundo en un negocio. Además, Damien ya empieza a moverse discreta pero fulgurantemente hacia el mundo de la política, como amigo personal del Presidente que es.
    La historia, por un lado, revela que unos monjes italianos han encontrado las siete dagas, lo único en la Tierra capaz de acabar con la vida del Anticristo, y se disponen a utilizarlas contra él, y por otro lado, conocemos a Damien gracias al punto de vista de una periodista inglesa que le conoce en una fiesta, e inicia un improbable romance con él, conociendo, poco a poco, todos los oscuros secretos que rodean a la carismática figura pública.


    Pese a tener cosas interesantes (el nacimiento del nuevo Mesías, los asesinatos de niños nacidos la misma noche, o la visión de esa masa humana compuesta por fanáticos del Anticristo) la película hace aguas por todas partes, y tiene un final que se carga los pocos logros que alcanza la película, demasiado precipitado y lo peor, incoherente con las reglas que las dos anteriores habían establecido.
    Sam Neill se convierte en un Anticristo frío y calculador, cuando quizá deberían haberle presentado como mucho más carismático y encantador; pese a eso, las conversaciones de Neill con su “padre” junto a un crucifijo están plagadas de diálogos que se notan mínimamente trabajados. Por cierto que aquí volvemos a tener un chucho vagabundo como ejecutor de las muertes de quienes se interponen en la ascensión de Damien.

    No olvidar nunca esa pequeña joya de posesión sexual que es El ente, de Sidney J. Furie. Director de Superman IV: En busca de la paz, dato más que suficiente para alejar a muchos de la filmografía de este hombre. Craso error, pues El ente es una de las películas más extrañas, sugerentes y angustiosas de los ochenta. Además, supuestamente basada en hechos reales, toma ya. Barbara Hershey encarna un tour de force contra una criatura a la que no puede ver, con la que no puede comunicarse, y de la que, lo único que sabe, es que goza haciéndola sufrir. Se me ocurren pocos planteamientos más estresantes: al menos cuando hablamos de posesión satánica, parafraseando a los cazafantasmas "usted sabe a quien llamar", pero aquí, Hersey se enfrenta a un ente incognoscible, incomprensible.


    Barbara Hershey le da su maravilloso arte ante las cámaras al personaje de Carla Moran, madre de varios hijos, sin nada que la distinga de miles de mujeres, hasta que una noche, sufre una brutal violación, por parte de… nadie. Un extraño ente invisible la viola con brutalidad, de forma imprevista, al principio cuando está sola, luego, sin importarle si hay testigos. La mujer acude al departamento de psiquiatría de un hospital, donde son incapaces de resolver su problema, y le aconsejan que visite el departamento de parapsicología, donde la intentarán asistir.
    Las imágenes finales (supuestamente “diseñadas” a partir de fotografías reales del suceso) lo dejan todo bastante abierto, sin un final claro, ni mucho menos satisfactorio. No os podréis ir a dormir tranquilos.


    Nunca nadie que haya visto El corazón del ángel la puede olvidar. Una película turbadora en extremo, llena de imágenes crudas y explícitas de violencia, sangre, sexo. Y todo ello contribuye, si, pero no es lo más inquietante. En general, es una película que consigue crear un ambiente, una atmósfera, que en los minutos finales se acerca mucho a una auténtica pesadilla.
    Harry Angel (un Rourke que me hace llorarle por lo que nos perdimos, aquí se ve que tenía verdadero talento) es un detective de mala muerte que sobrevive a malas penas en las frías calles de Nueva York de los años cincuenta. Le llega un caso que en principio parece rutinario, encontrar a un añejo cantante de jazz, Johnny Favourite, que durante la guerra, quedó herido en la cara y en la cabeza, y se supone que ahora está irreconocible y amnésico. El cliente, Louis Cypher, es un hombre refinado y adinerado (Robert DeNiro, magníficamente contenido) que contrata a Angel por razones que el detective no tiene muy claras, pues él es un don nadie, y cuyos jueguecitos de tericia con su bastón, o su manera escalofriante de pelar un huevo, dejan ver a las claras que no se trata de un hombre normal, ni mucho menos.

    El personaje de Angel comienza su investigación a Nueva York, pero se traslada a Nueva Orleáns, una tierra pegajosa, húmeda y calurosa donde entrará en contacto con gentes dispares, desde una médium de clase alta (Charlotte Rampling, que guapa sale esta chica siempre) a una joven madre soltera que practica sospechosos ritos de vudú (Lisa Bonet.
    La investigación no parece ir a ninguna parte, pero Angel sospecha que está cerca, pues todo aquel al que interroga aparece después asesinado, de forma realmente sangrienta.
    Sin duda lo mejor de la película es su atmósfera, conseguida gracias a una simbología que satura el film: ascensores que bajan, ventiladores que se paran y comienzan a girar en sentido contrario (auténticos presagios de la llegada del Mal) crucifijos, estrellas de cinco puntas, monjas negras vestidas de blanco, Biblias, y una banda sonora que parece susurrar constantemente el nombre del protagonista, nos van metiendo en la investigación, en ese mundo retorcido y malsano donde nadie es inocente, parece que todos hayan vendido su alma al Diablo…


    Mucho más vulgar me parece Las brujas de Eastwick, película trufada de buenas ideas, buen reparto y potencia visual, y que a pesar de todo, nunca he logrado soportar entera. Susan Sarandon, Cher, y Michelle Pfeiffer son tres mujeres solteras o divorciadas, que están cansadas de que todos los hombres de su victoriano e hipócrita pueblo se “pasen” con ellas. Una noche de alcohol y charlas convocan al hombre perfecto, desconociendo que tienen cierto poder… al día siguiente aparece un hombre nuevo en el pueblo, un tipo cuyo nombre todos olvidan (Darryl Van Horne) que será, en realidad, la respuesta a sus oraciones… y a sus pesadillas.

    Comedia indefinida con toques de sátira, en ningún momento pretende ser película de terror (y si Miller lo pretendía, fracasó de plano) donde Jack Nicholson se presenta para ofrecer su registro más sobreactuado, quizá preparándose para interpretar al Joker. Su personaje en ningún momento parece el Diablo, nunca tenemos la sensación de la presencia del Mal, solo, como él mismo se define, “un diablillo cachondo y normal”, un monstruo guasón con capacidad de dar a las mujeres lo que estas buscan… al menos, al principio de sus relaciones.
    Su comportamiento, abiertamente descarado, vulgar y ofensivo para con las tres damas a las que, a pesar de todo, seduce, es repulsivo. Su conocimiento de las insatisfechas y aburridas vidas del trío es casi lo mejor, así como las seducciones por separado, como la de Cher, donde tras almorzar, la seduce exponiéndole lo poco que le espera si vuelve a casa, lo vacío de su vida, donde ya nadie la necesita ni la está esperando. Probablemente ese monólogo sea lo mejor de la película.


    Y no es solo Nicholson el único en sobreactuar. La vecina reprimida e histérica interpretada por Verónica Cartwright se hace verdaderamente insoportable, aunque tengo que confesar que me eché unas risas con su aparición en la iglesia, totalmente desbocada y neurótica, y su charla loca: “¿Pero no lo ves? ¿Sabes lo que hay en esa casa? ¡Vicio! ¡Perversión! ¡Y desvergüenza! Drogas..., luego vendrán los crímenes, las violaciones, los incestos, los afrodisíacos, los consoladores, el coito anal! ¡Escuchame por favor, no tengo nada en contra de un buen polvo, pero aquí hay un peligro y hay que pararlo...

    Tampoco puedo dejar de reseñar esa grata y desconocida curiosidad que es
    Mister Frost
    : una coproducción entre Francia y el Reino Unido con Jeff Goldblum, Alan Bates y Kathy Baker.
    Dos jóvenes ladrones acuden a robar a una casa de campo, pero en el garaje hallan un cadáver. Pocos días después, la policía acude a la casa para investigar sobre dicho cadáver, y el inspector Detweiler (Bates) encuentra al dueño, Mister Frost, un solitario excéntrico que ocupa su tiempo en hacer pasteles y otros postres para tras fotografiarlos, tirarlos a la basura. Durante la entrevista, Frost confiesa con enorme calma haber asesinado y enterrado a varias personas. Detenido, se encuentran multitud de cadáveres torturados hasta la muerte enterrados en su finca, y Frost es enviado a un sanatorio mental.


    Varios años después, Frost es trasladado a un manicomio en Europa. Ha pasado ya por varios, y no solo no ha pronunciado ni una sola palabra en ese tiempo, sino que además, nadie ha logrado averiguar quien es: ni su nombre de pila, su nacionalidad, ni un solo dato de su biografía. En la práctica, es como si no existiera. En el hospital, Frost habla al fin, con la doctora Day (Baker) a la que elige para una peculiar confrontación: Frost le explica que en realidad, es el Diablo en persona, y que ha acudido allí porque el mundo no cree en él, pero lo harán si consigue convencer a la ciencia (a la doctora Day) de que es el Diablo, y así la gente volverá a creer. En resumen, se libra una batalla entre ciencia y fe, con interesantes y alargadas conversaciones entre Goldblum y su psiquiatra, mientras se suceden distintos sucesos extraños en el entorno de la doctora, y Frost se dedica a hacer milagritos…

    Se trata de una película muy alejada de otras muestras americanas del subgénero: tranquila, pausada, de música melancólica, sin apenas acción, todo girando en torno a tres personajes: un posible esquizofrénico paranoico que también (podría ser) el Diablo en persona; una psiquiatra moderna, de ideas progresistas, cuya vida está anclada en la ciencia, y un policía retirado y atormentado, obsesionado por los crímenes de Frost, el cual, está convencido, es el mismísimo Diablo.
    El diablo interpretado por Goldblum es un hombre que ha cometido actos de enorme violencia (tortura de niños incluída) pero nosotros nunca lo vemos cometer ni un solo acto de violencia en el filme. En cambio, son interesantísimos sus monólogos sobre el porqué ha decidido “subir a la Tierra”, porque el hombre ha perdido su capacidad para la imaginación, para la fe. Como dice, ya nadie cree en el Diablo, ya nadie le vende su alma como antaño.

    Tampoco quiero pasar por alto la película de uno de mis directores favoritos: El príncipe de las tinieblas, de John Carpenter. Una película realmente extraña donde no llegamos a ver al Diablo (para el cual, se da explicación científica) pero si asistimos a su intento para retornar a nuestro plano de existencia.
    Un sacerdote sin nombre (Donald Pleaseance) descubre, tras la muerte de un compañero que hacía voto de silencio, un cofrecito con una llave. La llave abre el sótano de una iglesia abandonada donde hay un enorme frasco que contiene un sospechoso líquido verde en ebullición, y un libro antiguo que presenta fórmulas matemáticas todavía sin inventar en la época en que se escribió. Requerirá la ayuda de un reputado científico (Victor Wong) y un grupo de estudiantes y especialistas, para pasar un fin de semana en la iglesia e investigar el fenómeno.
    Una vez allí, descifrar el misterioso libro no será fácil (mezcla de varios idiomas y de ecuaciones matemáticas avanzadísimas) pero conforme lo hagan, descubrirán una terrible realidad: Dios y el Diablo presuntamente existen, si bien son fuerzas que habitan regiones paralelas. Dios envió a Jesucristo (que era un extraterrestre en forma humana) a vencer a Satán hace dos mil años, y aunque no logró matarlo, pudo expulsarlo a otra dimensión, pero ahora quiere retornar… el líquido verde convierte a quienes lo tragan en zombis al servicio de Satanás, y una de las científicas comienza a convertirse en otra cosa (en realidad, el Anticristo) mientras unos vagabundos sospechosos y amenazadores, liderados por Alice Cooper, asesinan a todo aquel que trata de escapar de la Iglesia.


    Pese a que le sobran ciertos toques de humor para matar la tensión, provenientes del personaje de Dennis Dun, se trata de una película menor, pero en absoluto fallida del señor Carpenter, que consigue transmitir muy bien la tensión, en el énésimo encierro en situación desesperada de su filmografía. La alianza entre la ciencia y la fe, quizás y solo quizás, puede detener el advenimiento de Satanás, que está por llegar en la vieja y derruida iglesia.
    Por si esa extraña sinopsis anterior, repleta de alucinógenos sucesos, no fuera suficiente, tenemos además un elemento más que sumar a la olla, muy interesante: esos sueños que los protagonistas van teniendo, donde una figura sombría les advierte lo que va a suceder, y que resultan ser grabaciones enviadas por los desesperados seres humanos del año 1999, que viven bajo el dominio del mismísimo Diablo.
    Las muertes, siempre con el toque de violencia (sin llegar al gore) son bastante macabras, alguna con un toque de erotismo, y son curiosos todos los elementos que usa el Mal en su batalla (los vagabundos siniestros, los zombis, o los insectos que se multiplican poco a poco en torno a la iglesia) así como los jueguecitos con los espejos, que los protagonistas saben, son las mismísimas puertas por las que se accede al Infierno, y sobre todo, el final (aunque es una característica muy típica de Carpenter, sus enormes finales).

    En cuanto a brujos y brujería, hubo algunos subproductos telefilmescos que no voy a reseñar, pero empezaré con el díptico (en los noventa, trilogía) de Warlock el Brujo.
    La primera parte es una historia correcta, a ratos aséptica hasta aburrir, a ratos muy interesante, que se limita a cambiar el mundo futurista post apocalíptico por el pasado, cuando los hombres eran condenados y ejecutados por brujería, pero en esencia, la película es un plagio de Terminator, de Cameron. Dirigida por Steve Miner, cuenta la historia de un brujo, (esto es, warlock, que los dobladores usarán como nombre propio ), que por sus maldades al servicio de Satán, es condenado a morir ejecutado en el siglo XVII, pero logra escapar por un portal temporal. En el último momento, el inquisidor que le dio caza se percata de lo sucedido y va tras él. Llegan a los años ochenta, donde Warlock tiene que buscar las partes separadas de un Grimorio que, si es unido, revela el auténtico nombre de Satán, y si este es pronunciado aunque solo sea una vez, provocará el Apocalipsis. El inquisidor, por su parte, se une a una muchacha superficial, en cuya casa Warlock roba una de las partes del libro, echando a la chica una maldición para que envejezca veinte años cada día. Los dos se unen para detener la maldición e impedir que Warlock se haga con el libro completo.


    Sin duda hay cosas interesantes como que a los brujos les repela la sal, y que no puedan siquiera pisar suelo sagrado, además en su presencia las llamas se apagan, la leche se corta, etc, Las prácticas de Warlock para encontrar el libro son más bien explícitas: se presenta a una médium farsante y le da el nombre de alguien para que lo invoque “es como un padre para mi”. La farsante FINGE ser ese pariente, pero a los pocos segundos se convierte en una bestia, pues Warlock ha invocado a Satán: este le dice que los ojos de la médium le guiarían en su búsqueda, para lo cual tendrá que arrancárselos…

    La última película de brujos que quiero reseñar es Los creyentes, de John Schlesinger, con Martin Sheen, Helen Shaver, Robert Logia y Richard Masur. En esa película, Sheen interpretaba Cal Jameson, un psiquiatra que trataba policías con traumas, vive con su hijo pequeño y ha enviudado recientemente.

    Un día, descubre a un policía que obsesionado con rituales de vudú que ha estado investigando, en los cuales se sacrifica a niños, huye del hospital donde estaba internado. Más tarde, quedan en un bar, pero de pronto el policía se pone a gritar, diciendo que tiene culebras en el estómago, y se suicida con un brutal harakiri. El jefe de policía (Logia) muestra a Cal que la autopsia ha revelado culebras vivas en el estómago del policía. Poco a poco, el psiquiatra comienza s sospechar que una serie de hombres poderosos e influyentes de la ciudad han formado un grupo secreto que obtiene poder vudú para enriquecerse y destruir a sus enemigos, aunque eso si, el precio por entrar en la secta es el sacrificio del hijo primogénito… conforme Cal se acerca a la secta, comienza a sospechar que sus miembros le conocen a él, y que además, pretenden incluirle en su grupo…
    La película tiene momentos realmente acojonantes, casi siempre protagonizados por el enorme haitiano de ojos de cristal que se ocupa de llevar a cabo las maldiciones y demás ritos, y es inolvidable el momento en que se pone a bailar como loco durante una fiesta, con esos ojos tan alucinados, o su primera aparición en un aeropuerto, donde "convence" a un agente de aduanas, para no tener que abrir su maleta (que resulta estar llena de dardos, venenos y dagas ceremoniales).


    También es elogiable el personaje de Jimmy Smits, el inolvidable policía atormentado y acosado, practicante de la inofensiva santería, que sabe perfectamente que está siendo maldecido por una secta tan poderosa que sus dioses particulares no pueden defenderle. Su enloquecida muerte en el bar, gritando "¡Culebras!" una y otra vez, confieso que me aterrorizó bastante en su momento.
    Por lo demás, se trata de una película de suspense sobrenatural con toques inquietantes, hoy bastante olvidada, me temo, y es una pena, porque dentro de su modestia, es de lo mejorcito en los ochenta, en cuanto a cine fantástico sin demasiadas pretensiones.

    Reposeída, es una comedia de finales de los ochenta, donde se parodia la famosa película de Friedkin... ¡antes de que lo hiciera Scary Movie! Leslie Nielsen se pone la sotana que calzase en su día el honorable Max Von Sydow, y Linda Blair (que sin duda, debe tener un sentido del humor a prueba de bombas) se vuelve a cubrir la piel de porquería.
    Aunque cambian los nombres, quizá por hacer un distanciamiento humorístico, quizá (probablemente) por problemas de derechos, la historia es la misma: Blair es ahora Nancy Aglet, que tras sufrir un brutal exorcismo cuando era niña, ha llevado una vida normal, se ha casado y ha tenido dos hijos. Ahora, Satán vuelve a apoderarse de su cuerpo, y un párroco local, el padre Luke, es demandado para asistirla, pero Luke ha perdido la fe en Dios, y tras investigar, acude al padre Meyiah (Nielsen) que no murió durante el primer exorcismo, solo sufrió un infarto. Ahora, débil viejo y desentrenado, Meyiah declina exorcizar a Nancy, pero cuando un matrimonio de hipócritas telepredicadores decidan "exorcizar" a Nancy y televisarlo de paso, para ganar más dinero, Meyiah tendrá que levantarse de su sila para salvar el alma de Nancy una vez más, devolver a Satán al Infierno, y ridiculizar el mayor número de escenas del film original posibles...


    A ratos divertida, a ratos tan ridícula y mala que se hace más divertida todavía, se trata de un film bien flojo pero que a la vez, es una comedia voluntaria que se convierte, por su estupidez, en comedia absurda involuntaria, auténtico goce para el espectador desprejuiciado.

    Frank LaLoggia es un director que tiene una correcta y sensible historia de suspense y fantasmas, El misterio de la dama blanca, pero también tiene en su filmografía una de las peores películas de los ochenta: Lucifer. La vi hace mucho (y no pienso repetir, y para que yo diga eso...) pero intentaré reproducir su descacharrante argumento para vosotros: Dios envía a sus ángeles a la Tierra a combatir a Satán, reencarnados en seres humanos, con tan buena fortuna que matan a Satán, aunque este se reencarna en un niño recién nacido. De adolescente, el niño es Carrie en versión masculina, vamos, que se lleva collejas para desayunar, comer y cenar. Los matoncetes de clase, tan pronto le desparraman los libros por el suelo mediante la zancadilla de rigor, o uno de ellos le mete un morreo en toda regla en medio de la ducha masculina

    El acoso continúa hasta que el nene, que recordemos, no es ya hijo de Satán, sino Satán en persona, se cabrea y comienza a masacrar gente, coincidiendo el momento con que cumple dieciocho años. Pero MALA. FX cutres, y matanzas increíbles, estamos ante un pestiño del quince que merece verse (es un decir, no me vayan a acusar de promover el suicidio en masa) por lo remala y cutre que es.

    Última edición por Charles Lee Ra; 23/06/2018 a las 19:43
    tomaszapa, Trek, Frank Zito y 8 usuarios han agradecido esto.

  7. #7
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Que grande eres, ¡Charles!

    ¡Bravo!
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  8. #8
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Pedazo post .

    Muchas de las que citas no las he visto: otras las tengo pendientes. En general, estoy bastante de acuerdo con todo lo que dices al principio: el capitalismo salvaje, el crimen que era una lacra en la mayor parte de las ciudades occidentales de la época, el terrorismo internacional que empezaba a asomar la pata, el Sida que acaparaba titulares... En general, no me suele gustar demasiado el tipo de cine de terror que se hacía en los ochenta, demasiado loco con máscara, demasiado cenutrio haciendo el mangluba, demasiada casquería y demasiado adolescente destripado. Creo que en general, el terror explotó poco los miedos de la sociedad de la época, como por ejemplo el sida (¿por qué no se hizo ninguna película de Drácula con el sida como trasfondo, o con adicciones de drogas..? Después de todo, el Drácula original de Stoker contenía muchas alusiones a la sífilis y a una sexualidad prohibida y exuberante...). Pienso que en otro tipo de cine fantástico, como pudiera ser RoboCop, o Batman, sí se plasmaron mejor (supongo que hablarás de la ciencia-ficción y los superhéroes ¿no? aunque para mí, los dos Batmanes de Burton, ya metido en los noventa el segundo, son más cintas de terror sobre inadaptados sociales y gente dominada por la angustia de vivir que de justicieros en mallas). O Alien, donde se ha visto una metáfora clarísima del cáncer. Siempre me ha extrañado que en los años 80 hubiera tan pocas películas de Drácula dignas de mención. Otros mitos del terror gótico (género que no estaba de moda entonces, hubo que esperar a que Coppola trajera de vuelta a Drácula, y después Branagh hiciera lo mismo con Frankenstein, y Frears con el Dr. Jekyll) sí recibieron cierto tratamiento en el cine de esos años, como es el caso de Frankenstein (me viene a la mente la infravalorada La prometida, de Frank Roddam, y por supuesto cintas como Blade Runner o Robo Cop, más fieles al espíritu del mito que a la forma) y el Fantasma de la Ópera ( sin duda por influencia del musical, que se acababa de estrenar; tanto en su versión más tenebrosa y sanguinaria, a cargo de Dwight H. Little como en una vertiente más ligera y romántica, por parte de Tony Richardson).
    Frank Zito, Charles Lee Ra y Alex Fletcher han agradecido esto.
    "There is an inmense joy when you suddenly discover beauty in something that has been around you for ages".

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  9. #9
    gurú Avatar de Alex Fletcher
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    No podemos participar, las has nombrado todas
    Frank Zito, Charles Lee Ra y Jane Olsen han agradecido esto.

  10. #10
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Creo que en general, el terror explotó poco los miedos de la sociedad de la época, como por ejemplo el sida (¿por qué no se hizo ninguna película de Drácula con el sida como trasfondo, o con adicciones de drogas..? Después de todo, el Drácula original de Stoker contenía muchas alusiones a la sífilis y a una sexualidad prohibida y exuberante...).
    Bueno, lo cierto es que la comparación vampiros / SIDA sí que se dio, aunque no con Dracula, pero sí con los vampiros adolescentes. Esto es especialmente evidente en Jóvenes ocultos, Vamp, y Los viajeros de la noche: en todas ellas el protagonista entra en el vampirismo de la mano de una relación con una muchacha, en la primera, eso le causa una serie de cambios de comportamiento / actitud, así como físicos; más evidente aún en los viajeros... donde el prota directamente, tras el contacto está enfermo, náuseas, mareos, vómitos... solo la ingesta de sangre calma ese estado. Y en Vamp, directamente, el amigo del protagonista, tras retozar con Katrina es vampirizado en una escena bastante brutal, convirtiéndose en un no-muerto hambriento más.

    Creo que es un tema que Dracula no suele tratar (aunque ahí tenemos al de Badham y Coppola, en esas películas las amantes de Dracula se convierten, literalmente, en monstruos) pero sí es un tema que le va como anillo al dedo a Nosferatu: la plaga andante.


    Cita Iniciado por Alex Fletcher Ver mensaje
    No podemos participar, las has nombrado todas
    JA. Que más quisiera yo, amigo Alex Ahí están los zombis de Fulci, que no he reseñado porque, salvo Nueva York bajo... que la vi hace poco, las demás no las veo desde el VHS. Mencionaré solo una (porque podría mencionar más, pero te estaría dando la razón ) Sabe que estás sola. Otra que recuerdo haber visto en TVE1 de niño, y que no he vuelto a ver.

    Y vamos, en el campo del slasher / psycho-killers en los 80... seguro que hay mucho más
    Frank Zito, Alex Fletcher y Jane Olsen han agradecido esto.

  11. #11
    Music of the Night Avatar de Jane Olsen
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Cita Iniciado por Charles Lee Ra Ver mensaje
    Bueno, lo cierto es que la comparación vampiros / SIDA sí que se dio, aunque no con Dracula, pero sí con los vampiros adolescentes. Esto es especialmente evidente en Jóvenes ocultos, Vamp, y Los viajeros de la noche: en todas ellas el protagonista entra en el vampirismo de la mano de una relación con una muchacha, en la primera, eso le causa una serie de cambios de comportamiento / actitud, así como físicos; más evidente aún en los viajeros... donde el prota directamente, tras el contacto está enfermo, náuseas, mareos, vómitos... solo la ingesta de sangre calma ese estado. Y en Vamp, directamente, el amigo del protagonista, tras retozar con Katrina es vampirizado en una escena bastante brutal, convirtiéndose en un no-muerto hambriento más.

    Creo que es un tema que Dracula no suele tratar (aunque ahí tenemos al de Badham y Coppola, en esas películas las amantes de Dracula se convierten, literalmente, en monstruos) pero sí es un tema que le va como anillo al dedo a Nosferatu: la plaga andante.




    JA. Que más quisiera yo, amigo Alex Ahí están los zombis de Fulci, que no he reseñado porque, salvo Nueva York bajo... que la vi hace poco, las demás no las veo desde el VHS. Mencionaré solo una (porque podría mencionar más, pero te estaría dando la razón ) Sabe que estás sola. Otra que recuerdo haber visto en TVE1 de niño, y que no he vuelto a ver.

    Y vamos, en el campo del slasher / psycho-killers en los 80... seguro que hay mucho más
    Correcto, pero creo que eso se explotó más en los noventa. En el Drácula de Coppola, en Vampiros, de John Carpenter, en Abierto hasta el amanecer, y alguna más. Luego vendría la Ann Rice y empezaría a convertirlos a todos en unos moñas, en un proceso que ha acabado por fin con la saga Crepúsculo. Sospecho que el lugar del vampiro, en el cine de hoy en día, corresponde al zombie. Otra película premonitoría de ese tratamiento del vampirismo sería El último hombre vivo, donde el vampirismo, que aparece casi como una enfermedad, es puesto en relación con el cine de catástrofes tan de moda en la época y la distopía postapocalíptica.

    Yo creo que en los ochenta, el sida simplemente daba todavía demasiado miedo.
    Última edición por Jane Olsen; 24/06/2018 a las 10:40
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  12. #12
    maestro Avatar de Frank Zito
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Enorme hilo Charles


    Yo soy hijo cinéfago de los 80 y es difícil renegar de lo que volvía loco a uno de crío, aunque a la hora de la verdad si hubiera que hacer una lista de films fantásticos (y más de terror) favoritos, serían clara mayoría los de los 60 y 70. Pero lo 80 siguen teniendo su encanto.


    Hubo una época en que me tragué todos los slashers, incluidos los más zetosos. Me cogía la web http://www.hysteria-lives.co.uk/hyst...views1980.html, iba buscándolas y las veía todas, aunque fuera en v.o. (si curioseando en esa web, a alguien le llama la atención alguna película comentada ahí, le puedo dar mi impresión de ella ). Aunque no es un subgénero de grandes pelis precisamente . Tengo aprecio por Halloween 2 (es que las horror stories en hospitales o centros psiquiátricos me resultan atractivas por algún motivo) y la eficaz Psicosis 2. Para mi la mejor peli de Craven con diferencia es Pesadilla en Elm Street y en esa misma clave sobrenatural, una que me parece entrañable es Lecturas diabólicas, un Fantasma de la Ópera en versión comiquera, con delicioso stop-motion y deliciosa Jenny Wright . En la misma onda, les veo atractivos a Superstición (detalles de atmósfera y el final) y la curiosísima The Slayer.Por mencionar otras, las que me parecen más decentes, sacaría a colación Noche infernal, por su regusto gótico; y la más que solvente Siete mujeres atrapadas.

    En la variante serial-killers, a mi si me gusta mucho Maniac, pero sólo es apta para estómagos curtidos (amiga Jane Olsen, abstente ), adoro Carretera al infierno (que mala rollo me daba cuando la emitían en las televisivas noches noventeras, y eso que en esta la violencia gráfica era tirando a escasa), también recomendable Angst, la angustia del miedo y, claro, supongo que ineludible Henry de John McNaughton.


    TO BE CONTINUED ...
    Última edición por Frank Zito; 24/06/2018 a las 13:03

  13. #13
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Cita Iniciado por Frank Zito Ver mensaje
    Enorme hilo Charles


    Yo soy hijo cinéfago de los 80 y es difícil renegar de lo que volvía loco a uno de crío, aunque a la hora de la verdad si hubiera que hacer una lista de films fantásticos (y más de terror) favoritos, serían clara mayoría los de los 60 y 70. Pero lo 80 siguen teniendo su encanto.


    Hubo una época en que me tragué todos los slashers, incluidos los más zetosos. Me cogía la web http://www.hysteria-lives.co.uk/hyst...views1980.html, iba buscándolas y las veía todas, aunque fuera en v.o. (si curioseando en esa web, a alguien le llama la atención alguna película comentada ahí, le puedo dar mi impresión de ella ). Aunque no es un subgénero de grandes pelis precisamente . Tengo aprecio por Halloween 2 (es que las horror stories en hospitales o centros psiquiátricos me resultan atractivas por algún motivo) y la eficaz Psicosis 2. Para mi la mejor peli de Craven con diferencia es Pesadilla en Elm Street y en esa misma clave sobrenatural, una que me parece entrañable es Lecturas diabólicas, un Fantasma de la Ópera en versión comiquera, con delicioso stop-motion y deliciosa Jenny Wright . En la misma onda, les veo atractivos a Superstición (detalles de atmósfera y el final) y la curiosísima The Slayer.Por mencionar otras, las que me parecen más decentes, sacaría a colación Noche infernal, por su regusto gótico; y la más que solvente Siete mujeres atrapadas.

    En la variante serial-killers, a mi si me gusta mucho Maniac, pero sólo es apta para estómagos curtidos (amiga Jane Olsen, abstente ), adoro Carretera al infierno (que mala rollo me daba cuando la emitían en las televisivas noches noventeras, y eso que en esta la violencia gráfica era tirando a escasa), también recomendable Angst, la angustia del miedo y, claro, supongo que ineludible Henry de John McNaughton.


    TO BE CONTINUED ...
    ¡Espero que continúes!

    Lecturas diabólicas era una maravilla, con una MARAVILLA de carátula.



    Es una pena que Jenny Wright se retirase tan pronto. De hecho creo que está "desaparecida en combate", en los extras de "Los viajeros de la noche" la mencionan pero parece ser que no pudieron encontrarla para que participase en ellos.


    Me guardo ese link que pones, para futuros usos
    Frank Zito, Alex Fletcher y Jane Olsen han agradecido esto.

  14. #14
    The Final Frontier Avatar de Trek
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80



    He tenido un fin de semana liadete y no he leído este muy esperado post del amigo Charles. Lo haré como se merece a lo largo de esta semana, con calma y disfrutando de sus vivencias únicas y contadas de manera inmejorable

    Recuerdo que la última vez que escribió en un foro, me hice un libro con sus vivencias Espero verlo editado...














    ¡¡¡Y quiero un Especial Verano!!!

  15. #15
    maestro Avatar de Frank Zito
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Por finiquitar el slasher, se podría añadir, para los profanos que deseen introducirse en el subgénero, los títulos que los fanáticos consideran clave o de culto; así (aparte de los ya dichos, naturalmente, "Halloween", "Viernes 13", "El tren del terror", "Funhouse" y "Prom Night"), pues están "El asesino de Rosemary", "San Valentín Sangriento", "Noche de paz noche muerte", "La quema" e "Intruso en la noche". No me gusta especialmente ninguna de ellas, pero dichas quedan. Mientras, en Italia, el género hermano, el giallo, daba sus últimos coletazos, destacando por fama, "Tenebre" y "Aquarius".
    Ah, "Halloween 3" rocks!!


    De hombres-lobo, siempre he sido más de "Aullidos" (por más original y conceptualmente perversa) que de "Un hombre lobo americano en Londres", pareciendome muy simpática la de Landis, eh. Aún con todo, la que más me fascina es "Lobos humanos", aunque como bien dice Charles no es de licantropos, es de una raza de lobos excepcionalmente inteligentes. Y sí, tiene bastantes diferencias respecto a la novela original de Whitley Strieber, aunque sin que sirva de precedente, son para mejor en la película; para mi gusto, vaya. De las secuelas de "Aullidos" he llegado hasta la quinta (más el remake), engendros todas (algunos dicen que la 6 es interesante de verdad, no sé no sé ...), la tercera especialmente risible, aún más que la 2. Hay poco más que destacar, a lo que dice Charles; quiero decir, que sea bueno, más películas hay, pero
    Bueno, el segmento werewolf de "Museo de cera" no está mal (la peli en conjunto no me gusta).


    Los vampiros ochenteros los tengo en el debe, las vi todas pero tendría que repasarlas (sobre todo, de "El ansia" no recuerdo casi nada), si tuviera que elegir ahora, sería "Los viajeros de la noche", estupendisima. Y "Besos de sangre" es una tontería, si; digo yo: ¿precedente de los "Twilight"?. Hmm
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  16. #16
    I'm watching! Avatar de joyla
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Estoy con Trek... pero lo leeré a ratos estas noches de entre-semana... o ya para el finde...

    Yo no me realizado hace mucho tiempo, un blog anillado de esos... pero me has tentado Trek... me encanta leer más así que en la mierder pantalla del teléfono por mucho full o 4k que diga que tenga en 5.5 pulgadas


    GRACIAS enormes compañero Charles... una aportación fascinante
    Charles Lee Ra y Alex Fletcher han agradecido esto.
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    "Estamos la primera mitad de nuestra vida, machacando nuestro cuerpo, haciéndole sufrir.... y la otra mitad, intentando solucionarlo...."

  17. #17
    maestro Avatar de Frank Zito
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Fantasmas. A mi si me gusta "Amityville 2", por esa sordidez que dices, y por algún sorprendente manejo de la cámara por parte del director Damiani, muy al estilo de lo que hacía en ese momento Raimi con "Posesión infernal", y con resultado bastante solvente. Le sobra, eso sí, la parte final, ya pasada de rosca, con posesiones exorcistas, make up fx y tal.
    Sí estoy de acuerdo con "House 2", una comedia en realidad familiar, pero recuerdo que genuinamente divertida. "House 3" es apestosa, se parece al "Shocker" de Craven, pero en peor.
    La saga "Poltergeist" no me apasiona (la primera es la mejor, eso sí), aunque siempre me llamó la atención el obsesivo gusto por los espejos en la 3, con pretensiones supuestamente inquietantes, lo que funciona a ratos.
    Por añadir alguna no citada, "Historia macabra (1981)" de John Irving, tiene sus seguidores, aunque imagino que más por la famosa novela en que se basa, escrita por Peter Straub (que no he leído) que por la película en si misma, para mi muy menor. Pero bueno, ahí queda.


    Zombis. Aqui no me puedo engañar, "Muertos y enterrados" me parece una Obra Maestra (o casi), pese ( o quizá gracias) a la interferencia de la productora, que convirtió lo que los guionistas y directores pretendían una comedia negra, en un film de terror puro, aún con sus apuntes de humor negro y desolador. No sé, adoro toda ella, la historia, original y llena de detalles ingeniosos, l@s actores/actrices, la ambientación costera, la puesta en escena, simultáneamente sobria, seca, cruda y sensitiva, el final ...
    En zona fun pero disfrutable, los zombis-espantapájaros de "Zona restringida" molan. Buena (muy oscura) atmósfera, técnicamente correcta, y espantas vs delincuentes armados hasta los dientes, cual si "Aliens" fuera la cosa. Simpática comedia de terror "Ánimas", por añadir algo liviano.
    ¿A Lucio Fulci lo tienes para otra sección especial?
    Ah, me encanta "El terror llama a su puerta", más en revisión de hace unos pocos años que cuando la vi de crio, curiosamente.
    Última edición por Frank Zito; 25/06/2018 a las 12:30
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  18. #18
    maestro Avatar de Frank Zito
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Demonios. Estupendas "El corazón del ángel" y "El príncipe de las tinieblas". No sé si las mencionaras más tarde, pero me encanta "Hellraiser", cuyo tono cutrillo en realidad hace más eficazmente malsano y guarrindongo al film, aunque flojea algo en la parte final, pero en general magnífica, para mi gusto; "Posesión infernal", quizá la mejor película de terror barat(isim)a de la Historia; la deliciosa "Pacto de sangre", especie de fairy tale macabro y American Gothic; e "Inferno" de Argento, con una primera media hora que es lo mejor filmado nunca por el director (aunque luego la peli baje el nivel, pero era casi imposible mantenerlo).


    Querría sacar a colación tres títulos tapados, que no se si se ajustaran a alguna de las "secciones" que planteas, pero son títulos de la década que genuinamente me fascinan: la excelente "Parents (1989)" de Bob Balaban, fábula de terror con punto satírico American Way of Life, con un niño que presiente que algo malo pasa con sus padres ; "Il nido del ragno (1988) de Gianfranco Giagni, atmósferica italianada entre Bava y Argento, con sectas y dementes fx fisicos; y "La Cita (1981)" de Lindsey Vickers, extrañísimo... cómo lo definiria: entre La Profecía, el Arthur Machen feerico y Destino Final (impresionantes prólogo, tercer acto e inquietante segmento central).
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  19. #19
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Excepcional Post compañero. a ver si esta tarde tengo tiempo y lo leo con calma
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  20. #20
    gurú Avatar de Alex Fletcher
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Aquí un fan también de "Muertos y enterrados", el cual me recordó a los cómics de la Toutain, los Creepy concretamente. El film es excelente, y no sabía el dato y celebro que no fuera una comedia negra de terror. La vi dos veces en VHS y me compré hace poco el dvd, creo que de creativefilms....a priori me da un poco de miedo. Y no se si es una pregunta estúpida, pero como luce el Blu-ray, teniendo en cuenta que es de Resen?

    Y del post, para mi está entre un monográfico de "Dirigido por" y un libro de ensayo. Bravo es poco compañero Charles!!!! Por cierto yo también quiero el libro casero de Trek!!!!!!
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  21. #21
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Ya me he leído el primer comentario...

    Excelente trabajo, amigo Charles Lee Ra.

    Me pongo las pilas para iniciar el segundo...

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  22. #22
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    "El asesino de Rosemary", "San Valentín Sangriento", "Noche de paz noche muerte", "La quema" e "Intruso en la noche"
    De las que mencionas las conozco todas salvo "Intruso en la noche" que ni me suena. ¿Veis como se me han escapado unas cuantas ? No os cortéis en comentarlas.

    Bueno, el segmento werewolf de "Museo de cera" no está mal (la peli en conjunto no me gusta).
    Museo de cera la comentaré en el apartado de monstruos, en general, todas las pelis de sketches o cocktails de monstruos, como Creepshow o Una pandilla alucinante.

    Demonios. Estupendas "El corazón del ángel" y "El príncipe de las tinieblas". No sé si las mencionaras más tarde, pero me encanta "Hellraiser", cuyo tono cutrillo en realidad hace más eficazmente malsano y guarrindongo al film, aunque flojea algo en la parte final, pero en general magnífica, para mi gusto; "Posesión infernal", quizá la mejor película de terror barat(isim)a de la Historia; la deliciosa "Pacto de sangre", especie de fairy tale macabro y American Gothic; e "Inferno" de Argento, con una primera media hora que es lo mejor filmado nunca por el director (aunque luego la peli baje el nivel, pero era casi imposible mantenerlo).
    Hellraiser irá en el apartado de monstruos, igual que la saga de Phantasma, Basket Case, la fascinante (al menos para mi) Razas de noche, o la estupenda Pacto de sangre, y la saga Posesión infernal.

    Como veis, a veces la cosa queda un poco esquizofrénica, porque, ¿los demonios de Demons, son monstruos y demonios? ¿Los de Hellraiser? ¿Los de Evil Dead? ¿Son zombis, o demonios?

    A Lucio Fulci, efectivamente, lo dejo para un apartado él solito (bueno, italianos en general) pero en los 80 tiene varias películas que me gustan, especialmente Aquella casa al lado del cementerio, mi favorita de él.

    Querría sacar a colación tres títulos tapados, que no se si se ajustaran a alguna de las "secciones" que planteas, pero son títulos de la década que genuinamente me fascinan: la excelente "Parents (1989)" de Bob Balaban, fábula de terror con punto satírico American Way of Life, con un niño que presiente que algo malo pasa con sus padres ; "Il nido del ragno (1988) de Gianfranco Giagni, atmósferica italianada entre Bava y Argento, con sectas y dementes fx fisicos; y "La Cita (1981)" de Lindsey Vickers, extrañísimo... cómo lo definiria: entre La Profecía, el Arthur Machen feerico y Destino Final (impresionantes prólogo, tercer acto e inquietante segmento central).
    La cita es aquella en la que salía el protagonista de "El hombre de mimbre" si no recuerdo mal... si es esa, me merecerá la pena revisarla, la recuerdo bastante inquietante. Parents la vi hace mucho tiempo (¿puede que en Canal plus?) pero no la recordaba. La que citas italiana sí que no me suena.
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  23. #23
    maestro Avatar de Frank Zito
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Efectivamente, el protagonista de La Cita es el de El hombre de mimbre. La italiana es una gozada muy loca.

    Paso a comentar varias, pues:




    INTRUSO EN LA NOCHE (Intruder, 1989 – Scott Spiegel)

    Último cult slasher de la década, en el que, bajo padrinazgo Sam Raimi (papelitos para Sam, Ted Raimi y Bruce Campbell), Spiegel cuenta las hazañas de un psicópata –risible cuando habla al final, todo hay que decirlo, aunque puede ser también un rasgo Raimi- a lo largo de una noche en una gran supermercado y sus almacenes, tanto poniendo la cámara en algunos lugares y ángulos insólitos, como llenando de abundante gore la pantalla (sorprendente, pues el primer par de asesinatos no muestran nada, pero luego ... uf), ambas cosas las que han convertido la peli en cierto mito minoritario, especialmente en USA. No me parece gran cosa, aunque es entretenidilla.




    ------------------------------------




    LA SECTA DE LA ARAÑA (1988) de Gianfranco Giagni.

    Delicioso retorno (y último coletazo), fuera de época, al cine de horror italiano setentero. Un profesor americano especialista en lenguas antiguas viaja a Budapest a buscar a otro profesor desaparecido, ambos miembros de un proyecto de estudio de un extraño y primitivo culto. Pese a un actor principal un tanto wooden y un epílogo –plano final, sobre todo- chusco e innecesario, disfrutamos aquí, entre muchas referencias a clásicos del género -italianos o no, porque también hay Polanski a cascoporro- de un espectáculo de atmósfera e iluminación colorista, el siempre atractivo enclave de las ciudades de Europa del Este para el fantastique, crímenes entre sabanas colgantes tipo Argento y sectas de carácter sobrenatural. Y la película se eleva sobre su posible condición de simple homenaje resultón gracias al punto de personalidad que define los rasgos del culto extravagante y fascinante que opera en su argumento (ya digo aquí que me encantan los arácnidos) como su monstruosa asesina y, sobre todo, su demente climax final, que da pie aquí sí a fx ochenteros (y también stop-motion) que a un amante -como servidor- de la parafernalia Rob Bottins-like 80’s, resulta grotesco pero positivamente encantador e hipnótico. Estupenda.






    ----------------------------------




    LA CITA (1981) de Lindsey Vickers.

    Extraño film fantástico que, a pesar de parecer un producto para tv, se las arregla para crear un clima realmente inquietante. Una chica desaparece misteriosamente mientras va del colegio a casa cruzando un bosque. A partir de esto seguimos la historia de otra chica y sus padres, y el destino poco halagüeño para uno de ellos. La historia es simple, centrada en apenas un par de situaciones, pero recuerda, ella y el tono y las sugerencias que se van deslizando, a las historias clásicas de Arthur Machen, en las que aparecen jovencitas introduciéndose en artes oscuras feericas. Pese a que el consenso general es destacar solo la (realmente alucinante *) primera escena de la peli, en que... desaparece la chica, diciendo que el resto no está a la altura o no tiene interés alguno, a mi me encantó toda ella: el alargado e inquietante segmento central en la casa, de noche; y la parte final con el climax del "accidente", soberbiamente filmado y que hace palidecer a un "Destino Final". Lo que me gusta mucho es, que pese a que casi todo resulta claro (pese a la cantidad de gente que dice que no entiende la película), tanto en general como la subtrama familiar entre papi e hija, realmente mórbida (ese saludo, esa puerta ...), la peli no explica absolutamente nada de forma verbal. En unos tiempos en que los directores sacan pizarras y los personajes explican porqué respiran cada vez, esto resulta de lo más estimulante de ver.

    *Más que poner imágenes, que no se encuentran muchas, creo que es suficiente esto: clip youtube con el susodicha intro





    ----------------------------------------

    (OJO a lo que se ve en la imagen jaja)

    PARENTS (1989) de Bob Balaban.

    Incursión como director en la comedia negra y terrorífica del actor Bob Balaban, y un film genial, de lo mejor (¿lo mejor?) del género en la segunda mitad de los 80. Probablemente estamos ante una de las pocas (y de las mejores, o la mejor IMO) historia de pretensiones terroríficas protagonizada por un niño ... ¡y que funciona!. Terror con ráfagas pesadillescas, pero también tenemos aquí drama y un ácido retrato de la familia americana de los 50, y todo ese mundo tan feliz, tan ... ¡pop! con que ha sido expuesto en el cine y ha quedado en la mitología popular. Un chico desconfía de sus padres y de los platos que suelen preparar. Al final todo se arreglará para el pobre niño ... ¿o no?. Estupendos Randy Quaid y Mary Beth Hurt.
    Última edición por Frank Zito; 26/06/2018 a las 12:29
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  24. #24
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Cita Iniciado por Frank Zito Ver mensaje

    LA SECTA DE LA ARAÑA (1988) de Gianfranco Giagni.

    Delicioso retorno (y último coletazo), fuera de época, al cine de horror italiano setentero. Un profesor americano especialista en lenguas antiguas viaja a Budapest a buscar a otro profesor desaparecido, ambos miembros de un proyecto de estudio de un extraño y primitivo culto. Pese a un actor principal un tanto wooden y un epílogo –plano final, sobre todo- chusco e innecesario, disfrutamos aquí, entre muchas referencias a clásicos del género -italianos o no, porque también hay Polanski a cascoporro- de un espectáculo de atmósfera e iluminación colorista, el siempre atractivo enclave de las ciudades de Europa del Este para el fantastique, crímenes entre sabanas colgantes tipo Argento y sectas de carácter sobrenatural. Y la película se eleva sobre su posible condición de simple homenaje resultón gracias al punto de personalidad que define los rasgos del culto extravagante y fascinante que opera en su argumento (ya digo aquí que me encantan los arácnidos) como su monstruosa asesina y, sobre todo, su demente climax final, que da pie aquí sí a fx ochenteros (y también stop-motion) que a un amante -como servidor- de la parafernalia Rob Bottins-like 80’s, resulta grotesco pero positivamente encantador e hipnótico. Estupenda.




    Esta última imagen me recuerda al final de El perfume de la señora de negro, película sobre sectas sumamente chunga y malrollera.

    Y ahora que hablamos de terror italiano, y poco antes mencionábamos a los vampiros ¿alguien más se ha visto Nosferatu en Venecia .,?
    Frank Zito, Charles Lee Ra y Alex Fletcher han agradecido esto.
    "There is an inmense joy when you suddenly discover beauty in something that has been around you for ages".

    "Waving the flag with one hand and picking pockets with the other: that's your patriotism. Well, you can have it." Alfred Hitchcock's Notorious.


    "Listen to them... Children of the night! What music they make..!"

  25. #25
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    Predeterminado Re: El GRAN Post del Cine de los 80

    Nosferatu en Venecia la saqué del videoclub, ya en DVD.

    La quité a los pocos minutos. A los fans de Kinski, seguramente les gustará (se le va la olla que da gusto)

    PD: Tomo buena nota de los títulos que se han ido citando. Y el post de los bichos marinos estará por aquí a finales de semana. ¡Que menos que un bañito relajante en estas fechas!
    Frank Zito y Jane Olsen han agradecido esto.

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