La mejor película de ciencia-ficción de lo que va de siglo, así, sin más. Una historia filmada con extrema contención donde cada una de las piezas encaja con precisión quirúrgica inigualable. Sin la pretenciosidad de la vacua Interestellar, logra cerrar en una unidad en la que cada parte depende de la otra el relato de un drama vital y el contacto con seres de otro mundo. Ciencia-ficción dura y no una película de acción como nos tiene acostumbrado el género. Explica menos que el cuento en el que está basada, pero también alcanza una mayor trascendencia y un lirismo ausente de aquel. Película que por su temática y consistencia se sitúa, en mi opinión, solo detrás de Solaris de Tarkovski, a la que ni estética ni intelectualmente puede igualar, y de 2001 de Kubrick, a la que sí supera en cuanto al fondo de la historia pero cuya perfección formal se queda lejos de alcanzar.