Al seleccionar a la fuerza tres, sentí la misma sensación que la que tenía de pequeño, cuando prestaba juguetes a algún amigo o primo. Cuando me los devolvían, y una vez comprobado que no estaban rotos (cosa que pasaba alguna vez), respiraba aliviado.
Pues eso. Que ahora las cosas vuelven a ser como antes de la encuesta, y sigo contando con casi todas las del maestro Wilder como favoritas. Como he dicho varias veces, qué dedo me corto que no me duela.