El cine norteamericano, al menos el que llega a las pantallas que tengo en mi ciudad, se ha decantado tanto hacia el cine de acción-superhéroes-comediachorra, que desde el principio voy a agradecer a la señora Coppola, a su productora y a la distribuidora que se hayan "atrevido" a rodar, a financiar y a proyectar en cines de grandes centros comerciales una película de esta especie.
Parece que tenemos que acostumbrarnos a que el cine norteamericano sólo presente dramas (históricos o no) más que en los meses anteriores a la entrega de los óscar. Triste panorama éste. Y de comedia, ya ni hablo. Ni siquiera en decadencia. Genero extinto, sin más.
Ni conozco lo que anteriormente ha rodado esta directora ni me preocupa.
Ni he visto la de Siegel ni me preocupa.
Ni he leído la novela ni me preocupa.
Ni a nadie debería preocuparle. Cada obra debe disfrutar de su espacio.
Sobre la película: Freud hubiese disfrutado de este relato. La represión, los celos, el fetichismo, el descubrimiento del ego ante los espejos demacrados de la mansión, todo ello sometido a la constante presión de una situación extrema y violenta, como un barco varado en las orillas de un río lento que se pudre lentamente. Y oímos esa putrefacción avanzar, mientras sus pasajeros ignoran el mundo exterior en una comedia de costumbres, educación y buenos modos. Sólo avizora (metafóricamente hablando) que el mundo está cambiando, que los cimientos se derrumban la niña que constantemente con su catalejo escruta el paisaje de muerte y decadencia.
Los personajes crean su propio medio ambiente y en ese medio ambiente, salvaje y putrefacto como el jardín abandonado de la mansión, cae la manzana de la discordia, un nuevo Apolo que debe dirimir quién vence en una competición sorda y sucia. Y como en el mito, las consecuencias son trágicas.
Ya lo sé. Es un lugar común, pero tiene una fotografía espectacular, que me hizo recordar mucho a Barry Lyndon. Ya no entro en sí bella o fea, ni si cálida o fría. No es eso lo que valoro. Valoro la "dificultad" y técnicamente es irreprochable. La decisión de usar lentes tan abiertas es un gran riesgo (mucho menos que hace cuarenta años, claro está) pero permite usar la luz natural y realizar unos desenfoques que disfruté como un niño. Y entiendo que quien manejó este aspecto de la película decidió esto concienzudamente, porque permite crear un estado neblinoso, miope y cerrado, como el mundo que describe la historia.
Spoiler:
Valoro la música, porque acompaña la podedumbre con un sonido como de insectos, de zumbidos de enjambres que se agolpan y rodean la vida de la mansión. Las acosan y violentan y está presente pero no domina la escena. Como debe ser.
De todos los actores, me alegró mucho volver a ver a la señora Kidman. Es un talento natural que merece todo mi aprecio. Está elegante y exquisita, casi como si hubiese salido de Cold Mountain huyendo de la guerra. De los demás, destacaré al tandem Dunst-Fanning, dos gatas sobre el tejado de zinc caliente que encarnan cada una dos caras de una misma pasión.
De Colin Farrell, volví a disfrutar de otra interpretación que me hizo recordar a otra obra "freudiana": La señorita Julia. Ésta tiene un duelo interpretativo con mi admirada Chastain que hace palidecer los sinuosos puñales sureños, y que yo disfruté igualmente. También recibió muchos palos. Da igual. Allí había talento.
Ya lo dije al principio. No seré yo quien desprecie a la señora Coppola precisamente. Al contrario, voy a darle las gracias. Gracias por atreverse a hacer lo que ya pocos se atreven. Gracias por permitirme ver una obra menor, si se quiere, pero hecha con toda la pericia y el cuidado de una artesana.
Esperaré la llegada del blu ray para poder disfrutar de las voces originales. Tener que soportar algunos doblajes, en este caso de una de las niñas, debería estar prohibido.




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