Otro que no ve la tele. De hecho antes, mientra vivía solo, solo la encendía cuando encendía el DVD o el video. Ahora con mi mujer admito que nuestras costumbres se han mezclado hacia un termino medio: ella sí veía la tele (supongo que porque la vida sin mí es aburrida) y ahora la ve menos, y yo no la veía ni a tiros y ahora sí estoy familiarizado por lo menos con cómo es, y sobre todo con qué hay o deja de haber por las noches, aunque al final acabe leyendo a mi rollo.
Cuando comenzamos a salir mi (ahora) mujer y yo, recuerdo que mientras la esperaba en su casa a que terminase de arreglarse me plantaba delante de la tele, y ahí volví a verla después de tanto tiempo pasando. ¡Y yo me descojonaba con todos los anuncios, me maravillaban! Me parecían todos nuevos, todos rarísimos, y ella naturalmente no entendía qué encontraba tan divertido yo. Para ella los anuncios son un incordio que ponen entre programas. Aunque yo le digo que no, que se equivoca y es al revés: el objetivo de la tele de no-pago es poner anuncios, y luego lo que hacen es que de cuando en cuando los interrumpen a regañadientes para poner programas para justificar...
Pero no confundamos: a la TV no le pasa nada. Nos pasa a nosotros, que somos minoría. Pero en general en nuestra sociedad todo gira en torno al totem de la tele. Lo que no sale en la TV no existe. No está en decadencia, en absoluto. Es un vehículo de propaganda y control estupendo. No va a menos, y por lo tanto no os flipeis pensando que algo va a tener que cambiar porque pierden público (por culpa de Internet, el DVD y demás...). No, de momento no han perdido ni una décima, así que sigamos con nuestras vidas, despaldas a la televisión. Es lo mejor que podemos hacer. Además, es un invento adictivo: cuanto más lo usas, más quieres usarlo, y al revés, si no la usas jamás ni la echas de menos...