Re: La trama fenicia (The Phoenician Scheme, 2025, Wes Anderson)
Es curioso cómo este peculiar creador ha llegado a la conclusión de que la realidad debe plasmarse a través de una especie de stop-motion de carne y hueso, reduciendo la acción a escenas rodadas en escenarios teatrales y con actores casi inexpresivos. Convierte la realidad y las personas que deambulan por ella en un teatrillo de marionetas y, en la mejor tradición del cine mudo, simplifica hasta el extremo la acción, simplemente plantando la cámara ante los actores y dejando que sean ellos los que controlen la escena, con apenas más que una ligera rotación o traslación lateral.
Rompe deliberadamente con toda una línea cinematográfica que se inició allá por los años sesenta del siglo pasado basada en el naturalismo de la iluminación y la expresión y vuelve a un lenguaje cinematográfico que supone casi un retroceso en muchos aspectos al cine de los años cuarenta y cincuenta, lo que quizá explique su interés por las historias desarrolladas en esas décadas.
No es, evidentemente, una decisión caprichosa, sino una elección estética deliberada que hace creíble las increíbles historias que nos presenta: en la anterior entrega, un encuentro en la tercera fase en una ficticia ciudad en medio de un desierto estadounidense; en la actual, los desvelos de un ladino inversor en un país ficticio (Fenicia) y su lucha contra organizaciones públicas y privadas que sabotean constantemente sus iniciativas. Toda su artificialidad cobra sentido por la comedia que se desarrolla en ellas, muy deudora de la comedia de Laurel y Hardy, de Keaton o de Lloyd, pero con un grado de intelectualismo y manierismo que es ajena a estos.
Si a ello le unimos cierto toque capriano en la redención de los malvados, en el tono esperanzador sobre la naturaleza humana, es por lo que uno sale con la extraña sensación de haber visto una película de otro tiempo, cuando el cine aún era y se sentía inocente ante el mundo.
Gustará a quien disfrutó con El gran hotel Budapest (porque en buena medida le recordará la ambientación y los personajes) y gustará a quienes aún tengan un mínimo de fe en la humanidad, aunque sólo sea durante hora y media de fantasiosas aventuras en fantásticos países y periclitados personajes. Yo salí satisfecho, contento de ver a actores como Michael Cera o Cumberbatch interpretando tan peculiares personajes, tan ajenos a su repertorio habitual, y contento de que el señor Anderson siga siendo fiel a sí mismo. Que sea por muchos años.