Era primordial. La premisa de partida era una aldea de montaña incomunicada ante el mundo exterior y dominada por el terror. Castellar era ideal. Si no, el que lo ponga en duda que suba arriba, jajaja. La carretera es de armas tomar, a pesar de que los paisajes boscosos sean cuasi asturianos (como dijo un técnico del rodaje).
Hoy, al retirar material de rodaje, se ha cumplido el último incidente: el furgón se ha quedado enterrado en el camino. Hemos tardado entre cuatro (otros estaban en otros sitios recogiendo cosas) una hora y cuarto para conseguir sacarlo de allí. "¿Puede pasar algo más?", dijo uno. Y en ese momento ocurrió igual que en El jovencito Frankenstein: se puso a llover a cántaros. Ahora estoy haciendo tiempo para mi turno de ducha, porque vengo de barro hasta las orejas...
Me llaman: ¡al agua!