Zemeckis ha diridigo un film infantil y luminoso para niños, obviando el reverso inquietante del original de Roeg. Quizás debería ser considerada adaptación del cuento de Road Dahl en lugar de remake, pero aún así sale mal parada. La estrafalaria caracterización de Anne Hathaway no ayuda (con imposible acento ¿noruego?) y el exceso de efectos digitales lucen artificiales, añorando las marionetas y las prótesis de látex del original. Lo único salvable el diseño de producción con una ambientación en la América de los años 60 y la música de Alan Silvestri. Oportunidad perdida.