Anoche en el ciclo Eloy de la Iglesia en FlixOlé vi
El Pico 2 y esta diría que no la había visto nunca (no estaba puntuada en FA) porque no me sonaba absolutamente nada.
Continuación directa de El Pico, sólo un año después (en cuanto a estreno), aunque se siente algo distinta. Manzano, el cual ponía su voz (doblada, como no en estas películas españolas de hace eones) en la anterior (y en Colegas), aquí es de nuevo doblado por otro actor pero lo peor es que añaden una voz en off demasiado bonita, poética, calmada, que no casa ni con el personaje (que no es el Jaro de Navajeros, ni de suburbio como el de Colegas, pero joder, Paco es un chaval bastante colgado) ni con la película anterior.
Mola el traslado a Madrid aunque, de nuevo, un elemento cambia el tono precedente: los personajes de Rafaela Aparicio y Gracita Morales, abuela de la familia, y sirvienta de la abuela, le dan un toque involuntariamente cómico aunque no dicen nada directamente gracioso pero las actrices, sus voces y hasta su forma de interpretar no casan con los aires de El Pico.
Y, claro, el mayor cambio: José Manuel Cervino da paso a Fernando Guillén en un cambio que imagino se debió a una razón de peso.
Regresan personajes entre ellos Betty que leo que la actriz, Andrea Albani, era realmente catalana, Eulalia Espinet Borrás (murió de SIDA en Bcn en 1994, joder, realmente este cine de Eloy de la Iglesia engloba casos similares de muerte prematura) y se añade el del siempre genial El Pirri. Más crecidito que en Navajeros, igual de mal actor, pero me parto con su voz, o el tono de ella vaya. Es que es verlo aparecer y ya me parto el culo
Grande El Pirri.
El Pico 2, en cuanto a historia, se basa en la investigación de un periodista sobre la muerte de el cojo y su mujer, lo cual lleva provisionalmente a Paco a la cárcel. Eso hace de la secuela un film basado en buena parte en los tradicionales tópicos de las cárceles pero en Carabanchel y en los 80. Imaginad. El regreso a Bilbao se produce con un nuevo personaje, el Lehendakari, y una Betty que se junta con ambos para iniciarse en el crimen. Un final trágico que, aunque es un poco cogido con pinzas, deriva en una estampa final que tiene su punto: Paco y Betty, ahora padres, son básicamente el cojo y su mujer, traficando droga con emisarios adolescentes que les hacen el trabajo y siendo informadores (pagados con droga) de la Guardia Civil.