Silver Linings playbook es un fraude. Es una comedieta romanticona indie conservadora que disfraza, eventualmente durante parte del metraje, su naturaleza al jugar la baza tragicómica para acabar por no embaucar a nadie porque ella misma delata su inanidad pueril e incoherente respecto a su desarrollo en ese cierre. Nada destaca y nada ofende. Sus mejores gags son sus nominaciones. Se le ven TODAS las costuras.
Hooper es el mayor MISERABLE que holla la escena, literalmente. Zooms desnortados, puesta en escena ampulosa, desatinado y acomodaticio ABUSO de primeros planos (solo los justifico con Hathaway), desaprovechamiento del espacio escénico… y suma y sigue. Estrangula gran parte de la carga dramática con aspavientos infantiles que no hacen más que DISTRAER. Él solito queda a un paso de defenestrar irremediablemente su propuesta desde la realización al bordear, no diré la astracanada, pero sí la "rutinariedad" formal. A mi criterio ha sido incapaz de salvaguardar -formalmente- la integridad artística de este texto.
La vida de Pi es muy sensorial. Es una adaptación equilibrada sublimada desde la realización porque Lee compone como Dios. Recuerda en cierta forma y desde la distancia al realismo mágico Miyazakiano –aquí fabulado- y su innegable lirismo y hálito poético visual es muy agradecido. Si bien, su discurso, más allá del sense of wonder visual (con peros, maldita fosforescencia), se me antoja superficialmente doctrinal. No deja gran poso reflexivo (sí emocional) y cautiva como experiencia sensorial.
After Earth. A las claras. Se me antoja ciertamente meritorio, máxime dada su actual posición en la industria, DEJAR una IMPRONTA –tanto formal como narrativa- tan evidente en un ENCARGO impropio.
Sinopsis y libreto, AJENOS, apuntan una evidente intencionalidad: La “rutilancia” de un vástago con aptitudes interpretativas controvertidas (Smiths, agradecedme el eufemismo ) en una producción a su medida comandada por un “divo” celebérrimo por, entre otras facetas cuestionables, toda suerte de imposiciones e injerencias, en ocasiones vía contractual –y aún más aquí, solo hay que catar el STAFF-. Y Shy, a mi criterio, sale poco más o menos indemne. Con un par.
Y es aún más jodido –por difícil digo- CONVERTIR un mainstream canicular multimillonario en pleno estío del año 2013 –dados los particulares convencionalismos formales actuales lamentablemente extendidos en estas producciones- en un relato fabulesco de métrica sencilla que mantiene gran parte de las constantes formales y temáticas autorales de su director.
SHY se reivindica desde su tempo narrativo sosegado (de cierta deliciosa morosidad), sus ambiciones atmosféricas, sus planos sostenidos, sus deliciosos travellings laterales, sus composiciones, sus planos generales arbitrando el espacio escénico, sus alegorías, su desarrollo fabulado, su sencilla estructura por objetivos, sus apuntes ecológicos, su enseñanza moral y su climax redentor permitiéndose apenas ráfagas artificiosas para justificar el dispendio presupuestario.
En definitiva, hay que tenerlos CUADRADOS para rubricar un blockbuster BASTARDO que juega a ser lo que NO es en un presente domeñado por FX a granel, montajes sincopados casi epilépticos, tempos asfixiantes, barridos a juego, ritmos espídicos, cámaras en mano en pos del “verismo” mal entendido que sacrifican composiciones y encuadres, artificiosidad desatada extenuante y suma y sigue.
¿Peros? Interpretaciones "funcionales" (segundo agradecimiento, Smiths), introducción in medias res (recurso trilladísimo, más propio de seriales procedimentales), alguna microelipsis o alguna transición un tanto desprolijas que pregonan desavenencias en el montaje (puntualísimas, NADA que ver con la debacle a ese respecto en Airbender) , cromas delatores, verbalización excesiva, una BSO notable pero menos admirable de lo acostumbrado (el climax se resiente un tanto) y cierta redundancia y obviedad en su mensaje. Podría ser muuuucho peor.