Anoche vi
Ema (2019) de Pablo Larraín.
Me gustó bastante, casi que mucho, y lo mejor es que me atrapó de una forma curiosa y casi olvidada. Hasta la fecha desconocía la obra de Larraín pero vi una foto en la cuenta IG de Filmin y me entró el interés. Rodada en Valparaiso, en Chile, un matrimonio de edad algo dispar (12 años de diferencia, él unos 30 y algo, ella tal vez 20 y pocos), pasan por una crisis total cuando si hijo adoptado ha causado un accidente en el que ha quedado desfigurada la cara de su tia (la hermana de la madre adoptiva, claro). Ambos se dedican al baile, él es coreógrafo de un grupo que incluye a su esposa, Ema, y la mencionada es a su vez profesora de expresión corporal en un colegio. Y se decide por un plan para recuperarlo todo.
Contado así la película parece otra. Sin embargo Ema, aunque jamás llega a depender de ello, se decanta por un anclaje formal cautivador basado en una fotografía de potentes rojos/verdes/amarillos, casi neón (y hablamos de barrios humildes de Chile pero destaca todo que da gusto); con planos aparentemente random (una calle, un aparcamiento) de gran potencia; unas intersecciones con la música de Nicolas Jaar... Todo ello le da Ema un aire a lo Drive que te atrapa en su estilo sin que te sugiera un vacío en lo dramático.
No, no porque Larraín, que tampoco se entrega a la historia (y eso que es potente), confía en ese halo extraño, casi hipnótico, ensalzado por esa calidez chilena (ese aporte es ya basado en mi punto de vista local pues nosotros lo entendemos todo pero es otra cultura) (imaginad esto doblado al inglés y se terminan todos los debates
), jugándosela sin problema a múltiples primeros planos pero por encima de todo aventajado por una Mariana Di Girolamo superlativa. Se apodera de cada plano, empieza y termina la películas sin que conozcas mucho de ella, pero poseída por un carisma de controvertido origen pues ni lo que nos cuentan, ni el como, obedece a héroes, siquiera a justicias. Simplemente Ema, el personaje, es tan hipnótica como esos bailes que practica.
Y eso me ha matado: Ema y su compañía realizan baile contemporáneo pero ella en sus ratos le da al reggaeton... Y aunque no es del tipo machacón, ni ella (ellas, son un grupo de amigas), lo bailan como solemos ver, no deja de ser un contraste con el baile anteriormente mencionado. Bien pues, CUIDAO, que me ha flipado por igual. Será que está elegido con cuidado, o es versión urbana, o no sé. Aún así un personaje dedica un discurso de odio hacia el reggaeton que mola
Joder, que acierto haber visto esta película. Ahora quiero más del director.