¿Por qué me mientes, Steve?
Todavía lo recuerdo como si fuera ayer. París, la ciudad del amor, y sólo 90 periodistas llamados a tu presencia. No había una forma mejor de empezar la mañana. Me senté en una de las primeras filas, Steve, para poder verte de cerca, saborear cada una de tus palabras y acercarme a esa aura mística que desprendéis tú y tu compañía. A sólo 10 metros de ti tenía que contener mis impulsos para no responder “Amén” o “aleluya” a cada una de tus frases. Me dijiste que eso de los reproductores de vídeo portátiles eran cosas demasiado complicadas, que no tenían éxito y que el iPod seguiría siendo un dispositivo de música. Te creí.
El iMac es ahora más fino y se puede manejar con control remoto.
Ahora me doy cuenta de que sólo representabas un papel, que sólo lanzabas un sermón envenenado y cargado de dobles intenciones. Mi adoración por ti está tan gastada y llena de imperfecciones como la pantalla de mi iPod Nano —negro, Steve, como el tuyo-. Ahora me doy cuenta de que, mientras me mirabas, — ¿o simplemente mirabas al infinito?- estabas imaginándote el nuevo iPod con capacidad de reproducción de vídeo, llenando sus 320x340 píxeles de pantalla con actuaciones musicales y películas de Pixar a 1,99 dólares; pensando en cuánto tiempo tardaría alguien en romper la protección Fairplay de tus contenidos de vídeo o cómo reaccionaría la gente cuando se enterara de que las películas compradas con el nuevo iTunes 6 no pueden quemarse en DVD o CD. De nada me sirve que los vendas con 30 o 60 GB de capacidad, a 299 o 399 dólares o que los hayas hecho un 30% más delgados que los anteriores iPods. Cada vez que ponga en la pantalla de 2,5 pulgadas un video podcast o un programa de televisión, cada vez que deslice el dedo por la rueda de desplazamiento, sentiré el amargo sabor de la traición.
No estoy solo en mi tristeza. A las serpientes de Wall Street también las encantaste y ahora se vuelven contra ti por haber cuadriplicado tus beneficios en el último trimestre —¿sólo cuadriplicado?, ¿por qué te has dormido en los laureles, Steve?, te dicen-. He tenido que enterarme de todo por la prensa, como las novias de los "grandes hermanos" y los famosos de tres al cuarto. Da igual que hagas tus iMacs más finos, que les incorpores una cámara web con flash o que te saques de la manga un control remoto para tus ordenadores. Nuestra relación ya no volverá a ser la misma después de esta noche.