En el capítulo de hoy, unas letras entorno a la imposible relación entre dos hombres que son tocayos y famosos críticos de cine: Carlos Boyero y Carlos Pumares.
El 26 de febrero de 2004, Boyero mantuvo esta conversación intermitente en un encuentro digital de El Mundo:
Lector: ¿Te meterías en un Gran Hermano Crítica con gente como Antonio Albert, Jesús Palacios o Carlos Pumares? Seguro que hay pasta suficiente para lograrlo.
Boyero: Tiene usted la habilidad de descubrir a varios de mis abortos favoritos. Suba un poco el nivel de mis contrincantes si pretende verme en algún concurso.
Lector: ¿Cuándo te veremos en Crónicas marcianas como a Pumares?
Boyero: Es bastante más probable que vea usted a su padre en compañía del tal Pumares.
Lector: ¿Sabrías decirme si Pumares tiene algún programa en la actualidad? Me gustaba mucho el viejo Polvo de estrellas.
Boyero: Mi tiempo es demasiado precioso como para perderlo intentando averiguar a que se dedica Pumares actualmente. Me pareció ver a un freak similar a él en Crónicas Marcianas.
Lector: Anoche soñé que volvía a Manderley a ver el monolito regado de polvo de estrellas... Un besito, tu amigo el maricón de Pumares.
Boyero: Que no me beses, que te va a caer una hostia.
----------------------------------------------------------------------------
Carlos, hablemos de tus amistades en los festivales.
Pumares: En Berlín voy pronto porque vamos muchos y sólo hay doce butacas decentes, y claro, hay hostias y ya todos nos conocemos. Curiosamente, me respetan. Te voy a hacer una confesión, yo soy particularmente tímido, y a veces ir con un libro me gusta, pero también es un refugio. Y también lamento que cuando voy a algún festival y veo un grupo de personas, por culpa de una de ellas, no puedo estar charlando con los demás. O estoy charlando hasta que llega esa persona. Es decir, yo veía a Ángel Fernández Santos en un festival, veo a Antonio Gasset o a Oti Rodríguez Marchante y charlamos en un vestíbulo, pero si aparece cierto señor que siempre está con ellos, yo me voy.
Esas charlas debían ser de lo más didácticas. Una pena que tú desaparecieras de ellas en cuanto llegaba, imaginamos, el señor Carlos Boyero.
A mi me gustaría saber dónde comienza el tema con Carlos Boyero, contra el cual no tengo nada. Es más, creo que escribe cojonudamente. A mí, hace muchos años, cuando estaba en Antena 3, sin saber por qué, me puso a parir en un artículo por mis gritos y mi histerismo. Bueno, yo no le presté atención y entonces llamó un cariñoso oyente y me lo contó. Y yo dije: “Pues no sé porqué Boyero me hace eso, porque claro, yo puedo escribir sobre él y equivocarme y ponerle un rabito a la o para que sea Boyera”. Pero me llamaron del diario El Mundo para que pusiese eso de los numeritos. Poco más tarde me acerqué a Carlos Boyero en Berlín, hará unos cuatro o cinco años, y le dije que quería hablar con él porque me parecía absurda la situación. Y él me respondió que no tenía nada que hablar conmigo. Y yo sigo diciendo que le leo cuando escribe, porque suele escribir bastante bien. Más bien me gusta lo que dice, pero no tanto cómo escribe.
Sois irreconciliables entonces...
Si yo salgo del cine con unas personas, a lo mejor me hubiera ido con ellos a comer. Pero no lo hago porque éste les acompaña. No quiero decir con ello que me aceptaran para ir a comer, a lo mejor no lo hubieran hecho.