En este momento vienen dos comienzos a mi mente:
1) Centauros del Desierto: la llegada del Duke a la casa del amor prohibido, eterna y cansina, como sólo Ford podía mostrarlo. El Valley nunca estuvo mejor.
2) Dracula, de Coppola: la historia del empalador Vlad; los orígenes del inmortal conde asentados en pocos minutos pero de manera magistral. Sabemos que este director tiene en claro lo que nos quiere contar.