Vaya, qué hilo tan interesante. Aunque la verdad es que, al ver el título, me he imaginado otra cosa. Yo llevo años intentando escribir una novela que tiene como protagonista a una especie de demonio -me he documentado algo sobre el tema-, y aunque no entiendo gran cosa de filología, la verdad es que es la primera vez que oigo eso del "daeminium". Yo creo que es un fallo tipográfico, o una confusión (el otro término para referirse a los demonios es "diablo", que viene del griego "diaballo", que significa "yo calumnio", pero también "lanzar a través", y de "diabollos", que significa "calumniador", "embustero": lo he comprobado con el diccionario de griego clásico en la mano; según este mismo diccionario, "daimonios" vendría a significar "divino"; y el famoso "daeminium" tampoco viene en mi diccionario de latín) y si profesores de filología te han dicho que no existe, lo más probable es que tengan razón. Yo siempre había creído que el origen del término era el griego "daimon", a través del latín "daemon". En principio, el daimon era un ser que no tenía por qué ser negativo, era un espíritu de algo, una encarnación de alguna fuerza de la naturaleza, algo un poco parecido a los "kami" japoneses, en general, algo demasiado impreciso como para recibir nombre o representación concreta. Las religiones de los griegos y los romanos tenían varios personajes de este tipo, como los manes o los cabiros: seres muy misteriosos cuyos nombres reales no se conocían y a los cuales era peligroso invocar, a pesar de lo cual, no eran necesariamente malvados hacia los mortales. El infierno mismo, en el mundo grecorromano (no así en el mundo egipcio antiguo), raramente aparecía como un lugar de castigo para los malos (excepto algunos grandes "pecadores" como Tántalo, Ixión o las Danaides): era simplemente un lugar a donde iban a parar las almas de los muertos. La idea de recompensas o de renacimiento en el más allá tampoco existía, excepto en algunos cultos mistéricos de origen oriental, de los que luego bebió el cristianismo primitivo. El más allá de los judíos también era algo impreciso y vago, y de hecho, hubo controversias entre los rabinos sobre el destino que corría el alma humana tras la muerte de la persona. A raíz de la llegada del cristianismo y su instauración como religión principal, como todo aquello que olía a cosa pagana o no se mencionaba en la Biblia o en los escritos de los Padres de la Iglesia, fue empezado a ser considerado maligno, y los demonios, a ser asociados a Satanás y a los ángeles rebeldes (que por el mero hecho de ser rebeldes, pasaron a ser malignos), y a ser anatemizado. La consecuencia de esto fue que el Infierno se llenó de gente... Por cierto que durante la Edad Media se creía en la existencia de un demonio llamado Tituvillus, responsable de los errores tipográficos que cometían los monjes al copiar los libros... Quizá en la era de Internet aún siga pululando por ahí, y contribuyendo a que los textos se corrompan y sus errores se repitan hasta el infinito...



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