Catalogar de "prometedor rey de la caspa" a un chaval por un divertimento hecho en la adolescencia alcanza los límites de la mala baba más ruín, sobre todo porque el firmante sabe muy bien a quién dedica esa frase. No podía esperarse otra cosa del brazo derecho del autoproclamado y ahora "medallista" destrozaforos. Ellos mismos se retratan en su "bajunerío", como decimos por el sur.




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