La escena del final bajo la lluvia en la que vé a Eastwood y cuando se paran frente al semáforo las dos camionetas no tiene precio. Para mí es una de las mejores y más emovitas escenas rodadas en el Cine.
Esa escena me dejó echo polvo durante semanas.
Es la película más bonita y a la vez más triste que he visto.
Yo casi nunca lloro viendo películas, y cuando lo hago suelto un par de lagrimillas; con Los puentes de Madison lloré como no le he hecho en mi vida. Fue alucinante. Litros y litros de lágrimas. Joder qué mal lo pasé. Joder que peliculón.