Los Malavoglia [Els Malànima, en traducción al catalán] (I Malavoglia, 1881), de Giovanni Verga
Vs.
La tierra tiembla (La terra trema. Episodio del mare, 1948), de Luchino Visconti
Giovanni Verga (1840-1922) es un escritor siciliano considerado como uno de los principales exponentes del verismo en literatura. Una de sus obras, el relato corto “Cavalleria rusticana”, dio origen a la famosa ópera de Pietro Mascagni del mismo título, que Coppola utilizó en el desenlace de su The Godfather: Part III, obra que se considera a su vez una de las más destacadas dentro de la ópera verista.
Ese “verismo”, sea en literatura, teatro u ópera, hace referencia a una forma extrema de reflejar la realidad, pariente del estilo naturalista que encabezó el novelista francés Émile Zola. En el caso de “I Malavoglia”, considerada una de las principales obras italianas del XIX, Verga construye el relato apoyándose fundamentalmente en los coloristas diálogos de los personajes, un conjunto coral que reúne a distintos habitantes de la población siciliana de Aci Trezza, en la región de Catania. Como es natural, los aspectos más genuinamente lingüísticos se pierden en una traducción, aunque la que yo he utilizado (la catalana de 1930 de Miquel Llor, él mismo un reputado novelista, autor de una obra clave de la literatura catalana de la primera mitad del XX, “Laura o la ciutat dels sants”) intenta reproducir, supongo que lo más fielmente posible, el aroma de las conversaciones de los personajes, su tendencia a utilizar constantemente refranes y frases hechas, las reiteraciones y un cierto lenguaje elusivo.
Las diferencias entre la novela de Verga y la película de Visconti son notables, empezando por la época: la década de los 60 del siglo XIX en el caso de Verga, y 1947 en el de Visconti. También en la panoplia de personajes: mientras Visconti se centra en la familia Valastro, Verga amplia el foco y, aunque los Valastro (en su caso con el nombre de los Malavoglia) siguen siendo los principales protagonistas, hay un numeroso grupo de personajes, que no se pueden considerar secundarios, que entretejen sus vicisitudes con las de la desgraciada familia que da título a la novela. En ese grupo encontramos desde los ricos del pueblo a las jóvenes casaderas y sus belicosas madres, así como la tabernera, el boticario, el secretario, el alcalde, el carabinero, y una serie de “buenos para nada” que gandulean y se emborrachan.
La familia de los Malavoglia se parece a la de los Valastro, aunque da la impresión que al inicio del texto tienen un estatus económico superior. Poseen una casa espaciosa y una barca, la “Providencia”, con la que se dedican a la pesca o al transporte de mercancías. De hecho, un cargamento de altramuces marcará el inicio de la tragedia, cuando la barca naufrague perdiéndose la carga y la vida de los tripulantes, entre ellos el padre de familia, Bastianàs, o sea es en la furia del mar donde encontramos la mano de destino que empuja a los Malavoglia a la miseria, sin que medie ningún intento de huir de la explotación de los grossisti. En la película de Visconti, la muerte del padre queda en off, se da por ocurrida ya de entrada, como nos recuerdan unas esquelas que están pegadas en la puerta de la casa, donde se puede leer: “Per il nostro amato Padre”; “Per il mio caro Sposo”.
Así, después de la tragedia, la familia queda compuesta por el viejo patrón, Ntoni, el abuelo, que tienen un papel mucho más importante que en la película, aunque como en ella acabará hospitalizado en un asilo (donde morirá); la madre, Maruzza (que muere de cólera); y los hijos del muerto, nietos del patrón: Ntoni (que corresponde en parte al mismo Ntoni del film), de unos veinte años; Luca (que morirá sirviendo en el ejército, no como Cola); Mena (equivalente a la Mara viscontiniana); Lia (que sería Lucia en la película), y el aún adolescente Alessi (Visconti añade un hermano todavía más pequeño).
El contexto social que dibuja Verga es distinto al de Visconti. No se describe en forma de lucha de clases, aunque se hace evidente la diferencia entre ricos y pobres y la importancia del dinero, no solo en la forma de propiedad de los medios de producción, sino también por medio de las herencias, las dotes matrimoniales o los impuestos estatales, que sirven de comidilla a las fuerzas vivas del pueblo, sea para denostar el resultado de la revolución garibaldina o para apelar a una futura república que acabe con los Saboya y con la injerencia de la iglesia (posición que defiende el boticario). También aparece otro elemento solo apuntado en Visconti (por medio de ese misterioso hombre de la gabardina que fuma tabaco rubio y enrola a Cola en una actividad parece que delictiva): el contrabando.
Las desgracias de los Malavoglia no se acaban con el hundimiento de la “Providencia” (que conseguirán reparar) ni la perdida de la carga (que les genera una deuda con el propietario de los altramuces), sino que seguirán con el peso de la deuda y la necesidad de volver a faenar en el mar en peores condiciones que antes. Una nueva desgracia marinera les hará perder su casa y caer en una miseria que, como efecto secundario, comportará la imposibilidad de Mena de casarse. Cobijados en una nueva vivienda, mucho más pobre, y muerta ya la madre, Ntoni caerá en la bebida (algo que se muestra también en un episodio de la película) y el contrabando, el resultado del cual será la cárcel.
Como en la película, Mena/Mara aspira a casarse, en este caso no con un albañil que trabaja junto a la casa, sino con un vecino que se dedica al transporte con un carro tirado por un burro. Como en el film, el compromiso no se puede llevar a cabo por cuestiones relacionadas con la dote, con el diferente estatus de la pareja (ya que el carretero la tiene por “hija de amos”). De hecho, Mena está destinada a otro consorte de una familia más pudiente que los Malavoglia, pero cuando las desgracias se vayan acumulando, la unión se frustrará. También la miseria en la que caen impide que Ntoni puede conseguir el matrimonio que desea.
Lia/Lucia, por su parte, “sufre” las aproximaciones interesadas del policía, aquí el carabinero Don Michele, que, como en el film, le regala un pañuelo de seda y un collar. Lia acaba en boca de todo el pueblo, mucho más cuando su hermano Ntoni se pelee con el carabinero, al que asesta una puñalada. La muchacha, finalmente, abandona Aci Trezza y se da a entender que se acaba prostituyendo.
La novela acaba con una relativa recuperación: Alessi consigue casarse y salir adelante, recuperando la vieja casa familiar. Pero Mena se queda soltera (para “vestir santos”, como se suele decir). Cuando el vecino carretero le propone finalmente en matrimonio, Mena lo rechaza, dice que ya no tiene edad para casarse (¡y solo tiene 26 años!), sobre todo porque con el ejemplo de su hermana Lia, una Malavoglia no puede aspirar al matrimonio. Tampoco Ntoni volverá a unirse a la familia. Solo aparecerá por la casa una noche, una vez ha dejado la prisión atrás, para despedirse para siempre.
El peso de las tradiciones, las costumbres, el qué dirán, junto al papel de la naturaleza, juegan un papel decisivo en el hundimiento de los Malavoglia. El destino se ha abatido sobre ellos y parece que a lo máximo que pueden aspirar es a reproducir lo vivido ahora con Alessi. No hay ninguna apelación a una lucha que queda interrumpida. El statu quo se mantiene, impregnado de un cierto fatalismo.
Una novela densa, de lectura no fácil: a lo dificultoso del lenguaje, se une el problema de reconocer a los personajes, ya que Verga tanto los nombra a veces por su nombre, como por el apellido o por el apodo, por lo que el lector necesita muchas páginas antes de poder familiarizarse con la lista completa de los dramatis personae. Con todo, un buen texto, que como ya pasó en el caso de la novela de Cain, Visconti retoca a fondo, sirviéndose de él solo como marco para desarrollar su drama de lucha de clases entre pescadores (con ese "aspecto renacentista" por su belleza, que destacábamos ayer) y mayoristas. Verga, en cambio, deja más libertad al lector para interpretar el fresco expuesto de una manera o de otra, aunque es evidente que hay de fondo una visión irónica, liberal, aunque también en parte afectuosa, sobre la realidad de un pueblecito siciliano de pescadores.