Es que lo que más importa a Visconti no es la situación sociopolítica de la era - la guerra entre el Reino de Italia y el Imperio Austríaco o el inicio de la decandencia de las clases nobles - sino la arrebatadora pasión amorosa que siente la frágil condesa italiana por el bello oficial enemigo. Por eso el director vuelca ahí todo su arte y logra alcanzar las cimas más altas del cine romántico.