Los disturbios relevan al 'botellón' frustrado por la policía en Barcelona
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DISTURBIOS. Contenedores en llamas en la calle del Hospital, la pasada madrugada, en las protestas por la prohibición del macrobotellón.
• El encuentro acaba con 4 detenidos, 5 heridos, escaparates rotos y contenedores en llamas
• El gran despliegue de agentes impidió la reunión masiva de bebedores en la rambla del Raval
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Joven herido en una calle del centro de Barcelona, anoche. Foto: FERRAN NADEU
DAVID PLACER / EDWIN WINKELS
BARCELONA
El Raval de Barcelona vivió esta madrugada la noche más caliente desde hace muchos años. La frustración de unas 2.000 personas por no poder celebrar el macrobotellón en la rambla de este barrio por el gran despliegue policial, con agentes antidisturbios de la Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra incluidos, originó una batalla campal con numerosos y graves incidentes.
Los disturbios habían causado a las 2.30 de la madrugada heridas a cinco personas, entre ellas un guardia urbano. La policía detuvo a al menos cuatro personas. Los alborotadores rompieron los escaparates de un comercio La Sirena, que al parecer saquearon, y también las vidrieras del Institut d'Estudis Catalans. Además, quemaron y volcaron contenedores e incluso lanzaron un cóctel molotov que provocó un incendio en un piso del cruce de la calle de Ferlandina con la de Joaquín Costa. La Guardia Urbana y los Mossos que efectuar varias cargas policiales en las que también dispararon pelotas de goma.
A las tres de la madrugada los incidentes se reproducían en varios puntos del triángulo comprendido entre el Paral.lel, la plaza de Catalunya, la Via Laietana y el paseo de Colom. Hasta los bomberos fueron objeto de la ira de los manifestantes más agresivos cuando trataban de extinguir algún pequeño incendio.
A esa hora, la Rambla, y sobre todo los alrededores de la plaza Reial, eran uno de los puntos más calientes. Decenas de policías de paisano introducían a numerosas personas en el cuartelillo de la Guardia Urbana de la Rambla. Y un coche ardía en la calle Nou de la Rambla, así como varios contenedores del barrio.
A las 11 de la noche, hora prevista para el inicio del macrobotellón, nada parecía indicar que iban a producirse incidentes tan graves. Ante la llegada paulatina de cada vez más gente a la rambla del Raval, la Guardia Urbana cerró ambos lados de la avenida con vallas y sólo dejó entrar a gente que no llevaba botellas. Después, policías en línea recorrieron la rambla, lo que irritó a los asistentes, algunos muy bebidos.
Pese al escaso botellón, los vecinos ya no pudieron dormir tranquilos. "Mucha policía, poca diversión", eran los cánticos inocentes que sonaban por la rambla poco antes de que estallaran los incidentes. Después de los primeros encontronazos, salieron de todos los rincones del Raval las furgonetas llenas de mossos antidisturbios para acudir en ayuda de los de la Guardia Urbana.
Curiosamente, mientras que la propia rambla del Raval era una olla a presión donde las pocas botellas, con o sin alcohol, fueron retiradas por los policías que las vaciaron allí mismo, en los alrededores cientos de personas pudieron beber en las calles de Carme, Hospital y Sant Pau sin ningún impedimento, aunque a lo largo de la noche los incidentes fueron desplazándose a estas calles adyacentes.
Durante varias horas, nada hizo presagiar que la noche acabaría tan mal. La Guardia Urbana fue la primera en llegar al lugar de la convocatoria y disuadir a la gente de presentarse. Una camión de los servicios de limpieza del ayuntamiento pasaba tanto a las ocho como a las diez la manguera para mantener el suelo mojado y evitar así que los jóvenes se sentaran en la rambla.
ANTES DE LA MEDIANOCHE
Los primeros jóvenes que acudieron, en torno a las diez de la noche, fueron minoría en comparación con el número de agentes. Éstos, cualquier botella que vieron decidieron vaciarla, aunque hubo cierta permisividad. Cuando el macrobotellón parecía acabar en un fracaso, sin apenas asistentes, poco antes de medianoche empezaron a llegar cientos de jóvenes y no tan jóvenes, que se toparon con unas vallas y un cordón policial. Cualquiera que quería acceder a la plaza tenía que enseñar el contenido de bolsa o mochila. Pocas horas después, la batalla campal.