Vista esta tarde, tras haber visto ayer Madres paralelas, no puede dejar de hermanar ambas películas por su medido espíritu dramático su voluntad expositiva, sin juzgar y por la primacía que se otorgan a los diálogos y a los intérpretes.

Coincido con lo indicado por R. Seagal y alfalfo, el tono del film de Bollaín me parece perfecto y muy difícil de conseguir, el ser expositivo y el de dejarnos a nosotros que formemos nuestra opinión ante lo que se dicen los personajes. Efectivamente, por momentos parece que estemos ante un documental, ante unas escenas filmadas de gente hablando y ahí, destaco la soberbia labor interpretativa de todo el reparto y como, mediante esos diálogos se va construyendo la historia.

Saludos