Matar a un animal de verdad para una película es algo horroroso y vomitivo, pero lo es aún más si se trata de un perro, un gato o un caballo por ejemplo. Por suerte hoy día esas cosas han cambiado y está todo más controlado. Ya pueden sacar un peliculón que si me entero de que para su rodaje se ha matado una lagartija no iría. Así de claro. Mis principios por delante.