Creo que puede ser de largo la cinta de Vermut que más me ha impactado o tocado de todas las realizadas hasta ahora.
Posiblemente sea porque la siento infinitamente más sincera por ejemplo que Quien te cantará, perdiendo así todas las manías estéticas que hacían de aquella película algo demasiado postizo a veces. Aquí todo tiene una cadencia y un desarrollo increíblemente fluido, sintiendo cada silencio como parte nuevamente de lo que se omite y dejando que crezca de forma exponencial en tu cabeza. Totalmente necesario, pues lo que vemos de terrible en esta cinta no tiene ni tiene punto de comparación con lo que se insinúa.
Sembrar dudas y proyectar detalles terroríficos ha sido siempre marca de este director, de forma voluntaria y a veces también como casi un juego ingenuo, pero desde luego la patina del terror siempre sobrevuela en sus historias. Sintiendo que aunque realmente estamos ante una cinta que habla sobre el amor y dependencia, lo terrorífico o monstruoso como se ha acuñado para vender la película siempre está ahí. Y al final quizás lo que me queda más es un ejercicio de empatía muy chulo en el que miras con miedo, un miedo especialmente marcado en el desarrollo de la cinta pero, creo que tengo un gran pero con esta película. Y es algo que le veo desde nuevamente Quien te cantará y es una necesidad que a ratos la veo casi absurda de epatar. Sinceramente, por momentos el tema de la pedofilia lo veo casi como una provocación sobre todo en algunos momentos claves en los que en mi opinión rompen un poco la cadencia natural de la película. Creo que es engordar una historia que vale que lo tiene en su punto de arranque pero que es en esa idea del amor dependiente y distorsionado donde en mi opinión más brilla la cinta y no tanto en las partes más provocadoras o de choque.
Aun con todo, creo que estamos nuevamente ante una película absolutamente brillante y que creativamente exista gente así en nuestro país y que además tenga querencia por el terror es alucinante...