Exacto, Bela. A Darío denle simplemente una puerta o una ventana, una calle desierta ( si llueve y es de noche,mejor), una chica que espera algo que teme (misterioso y desconocido) y, sin apelar ni a una historia o retrato profundo, y muchos menos psicológico del personaje, te hará un film de terror acabado, de intensidad apenas tolerable.
Aunque todo a veces parece un poco chapucero e inverósimil, con muchos cables sueltos, al espectador de Argento le interesa aguardar con esa tensión de incertidumbre malsana que el director genera con maestría el inevitable final: la muerte horrorosa plasmada con gran esplendor formal.
Es así, o lo tomas o lo dejas. Yo lo tomo.