Bueno, aparte de que tenéis razón en muchas cosas (yo, 31 años, os comprendo perfectamente), también es cierto que la cuestión de conocer o no conocer hitos de la reciente cultura popular que en su día fueron más que importantes, no es un defecto de las últimas generaciones y de nuestros treceañeros. A ver, sinceramente y con el corazón en la mano: ¿cuantos de vosotros puede afirmar que con 13 años conocía por lo menos lo más relevante de la televisión, la música, el cine, etc, de las dos o tres décadas anteriores? Por ejemplo, los que sois más o menos de mi quinta, treintañeros pero recientes, ¿conocíais de adolescentes las series y las películas que triunfaron en los 60? ¿O estabais demasiado ocupados disfrutando de "La bola de cristal", "El gran heroe americano", las películas de Indiana Jones, etc, etc?
Alguno contestará que sí. Yo por lo menos sí que conocía bastantes cosas, porque siempre he sido un curioso, desde crío. Ya había cosas que yo no pude ver de las que en un momento dado oía hablar a los mayores, y que yo heredaba como míticas. Igual algunas películas de aventuras, que mi padre (todavía un paso más atrás, ya no hablamos de una diferencia de 15 años, sino de bastante más) me decía que él había visto en el cine y que en su época la chiquillería lo flipaba, y yo ya sólo por eso ya lo veía con una cierta perspectiva...
Pero no nos engañemos, no es lo general. A cada generación, sobre todo en ciertas edades, se la sopla lo de la anterior. Así que no te estrañes si tu "Coche fantástico" o tu "Profecía" les son desconocidas a esos críos. No es tan raro. Para ellos eso es una carrozada, les huele a añejo. Ellos consideran que los años 80 ya son carrozas, y que la gente llevaba un peinado muy hortera. Exactamente lo que nosotros pudimos pensar de los 60... Es ley de vida.
Es algo que debe darnos que pensar, porque a lo peor nosotros seguimos haciendolo, en mayor o menor medida, y vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Se trata de inquietudes. La mayoría de esos niños no las tienen, y ya están introduciendo sus cerebros en el sendero de lo cómodo, lo vago, lo efímero, su realidad actual servida más o menos en bandeja. Esos niños se están preparando... para ser como nosotros.