estoy muy de acuerdo con esto. Recuerdo que mi gato cuando era muy pequeño y asustadizo, al poco de entrar en mi casa, se metió una vez en mi cama por dentro de la sábana y se puso en mis pies. Era crudo invierno, por lo que agradecí horrores tener una almohadita peluda y cálida en los pies.
Pero que ya nunca más quiso meterse ahí. Y mira que yo lo intentaba meter para tener ese acolchamiento tan bueno y sano....
Recuerdo que luego lo que hacía era subirse encima mía por encima de las sábanas, y quedarse ahí como si estuviera en una manada de gatos durmiendo juntos y dándose calor unos a otros.