No sabía exactamente donde poner esto, me suena que había un post en el que se trataba el tema de los que van al cine a hacer el gilipollas pero, como no doy con ese post, lo pongo aquí.
Ayer fui a ver Prometheus y, cuando entro en la sala de cine, la sala estaba casi vacía (como a mí me gusta) pero vi una cosa que hizo que me empezara a mosquear: la última fila estaba ocupada por una retahíla de esos especímenes llamados adolescentes (bueno, apenas llegaban).
Me siento en la butaca temiendo ya lo peor, puesto que la tropa no paraba de soltar chorradas y la cosa iba in crescendo (aunque faltaran unos minutos para que las luces se apagaran), hasta que llega el momento en el que uno de ellos empieza a gritar (sin cortarse un pelo) que no le tirasen palomitas y soltar lindezas como la de mecagoendios (repito, a viva voz, en un establecimiento público).
Yo llevaba mucho tiempo conteniéndome pero eso fue la gota que colmó el vaso y justo cuando me iba a levantar y a soltarles el discurso, entra una pareja y el hombre (que tendría unos cuarenta y pocos) les da un repaso que los deja finos ("¿váis a estar así toda la película? No estamos en clase o en casa, jiji jaja, un respetín, un poco de educación"). Yo llegué a aplaudirle.
Se callaron como putas y, a excepción de un par de momentos puntuales, no abrieron la bocaza en toda la película.
A veces la gente me sorprende para bien y gracias a este hombre aún puedo conservar la fe en que siempre habrá alguien que haga lo correcto.
Porque malo es que haya gente que vaya al cine a tocar los cojones, pero peor es que no haya nadie en la sala que les pare los pies.




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