Los espectadores ya hace bastante tiempo que "descansan" de este tipo de películas: todo aquel terror sexy-psicodélico es cosa de los 60 y 70, y ya es muy difícil que un público menor de 40 años se interese por él, pero yo, mejor o peor, le tengo cariño. Ya no cabe esperar que un cineasta del fantástico beba del surrealismo y el gótico europeos, que se note que conoce la pintura de gente como Paul Delvaux o que se atreva con formas de narrar que casi no son ni narrar. Podrá gustar más o menos, pero de ahí a casi celebrar que ha muerto media bastante.
Hasta siempre.