Me extrañaba que la hiena serrana no asomara sus babas en este post, aunque he tenido la suerte de no leer su edificante comentario, bien baneado por los moderadores.
En estos días recuerdo con sentimiento las buenas tardes pasadas en Villa Diodati departiendo con Paul, que nos obsequió con múltiples anécdotas y vivencias de su larga trayectoria en el cine y que además nos emocionó cuando le hicimos un pequeño homenaje en el jardín y le otorgamos un pequeño recuerdo como tributo de admiración. Por desgracia, junto con esa otra maravillosa persona que fue Carlos Aured, otro gran señor, ahora ya no está entre nosotros, pero su recuerdo es imborrable.
Ayer tarde ofrecí mis respetos a Paul pasándome por enésima vez El retorno del hombre lobo y confieso que la pena se adueñó de mí cuando aparecieron sus primeras imágenes. La vida sigue, su obra es ya inmortal para los que apreciamos y queremos su arte.