Es que es así: un estreno en cines normalmente viene precedido de una publicidad muy específica, de una premiere pública, ya sea en festival o en un evento propio, y de unos “press Junkets” y proyecciones previas que ayudan a crear la expectativa adecuada. La secuencia de repetición que se genera con los distintos estrenos sucesivos (en físico, en VOD, en plataformas generalistas de TV), hace que la película sea “recordada” con más facilidad por el público.
Un estreno en Netflix o Amazon, en cambio, no genera el mismo tipo de expectación y recuerdo posterior. Hasta ahora, las plataformas de streaming han jugado a la promoción en dos frentes: anuncios normales en TV y en otros medios y, en los últimos años, premieres en festivales de cine para largometrajes pensados para ganar premios. El problema es que el modelo de negocio de las plataformas es la de rellenar una parrilla cuanto más inabarcable, mejor. Eso hace que el estreno de una serie o una peli se agote en la primera semana. Se genera un montón de conversación, sobre todo en redes sociales, pero a los pocos días se pasa al siguiente producto, y el primero pasa a segundo plano en un inmenso catálogo que raramente vas a volver a revisitar. Se convierten en productos de consumo rápido, en los que sólo unos pocos consiguen tener cierta relevancia.
Por otra parte, está el tema de la “experiencia cinematográfica”, algo que las nuevas generaciones no llegan a entender del todo, acostumbrados a tener TODO a un golpe de click. Suena a tópico rancio, pero es que es así: el cine es una experiencia inmersiva, vivida en grupo en una sala oscura. Estas en una butaca más o menos cómoda, en una posición en la que “te obligas” a mantener la atención sobre una pantalla durante dos horas. ESA es la experiencia por la que pagas, y para los que tenemos una edad, una de las más satisfactorias a la que te puedes enfrentar.
¿Cual ha sido el problema durante estos últimos quince-veinte años? Que esa experiencia se ha ido degradando poco a poco, por un lado por el cambio de negocio en los exhibidores (multisalas normalmente situadas en centros comerciales, en donde las taquillas se han integrado en el puesto de las chuches), y por otro por el lado de las productoras y grandes estudios, que han polarizado el negocio de una forma absolutamente extrema: o grandes blockbusters de 200 millones de dólares , pensados para recaudar mil millones en tres semanas, o pelis independientes, procedentes en su mayoría de festivales, que son proyectadas en salas muy concretas, y con una tasa de rentabilidad muy pobre. Las producciones de presupuesto medio, que eran las que sustentaban todo el sistema antes (¿alguien se acuerdo de los benditos 90?), han desaparecido casi por completo (ya ni en temporada de premios se suelen ver).
Y ahí entra el streaming. Desde luego es un negocio de lo más jugoso: no hay que repartir los beneficios con nadie, y el marketing se reduce sustancialmente. El problema es que (de momento), no es un sistema sostenible para las grandes producciones. Sí, a Universal le ha salido bien con Trolls 2, y quizás a Disney le salga bien con Mulan... pero no puedes pretender que un usuario medio pague 20 o 30 dólares (o euros) por ver un estreno cada semana en su casa, además de la cuota habitual que ya paga por tener la plataforma. Si los grandes estudios quieren potenciar el Premium VOD, la solución de compromiso perfecta es la de Universal con la cadena AMC: una ventana de 17 dias (o los que sean), en las que las pelis tenga su oportunidad en salas, y pocos días después el bonus de poder verla en tu casa, a un precio más o menos razonable. De hecho, ayer el CEO de AMC abogaba por adoptar ese modelo con todas las grandes productoras:
https://www.hollywoodreporter.com/ne...andard-1306336
Vivimos momentos cruciales para la industria, cambios que se han visto acelerados por la dichosa pandemia, y lo único que podemos hacer como espectadores y receptores últimos de un producto cinematográfico, es presionar para que las productoras no se aprovechen de ello por el camino. He visto estos últimos dos dias mucha justificación con el tema de que “bueno, al final 30 dólares no es tanto, comparado con lo que una familia se gasta en ir al cine”. El problema de esto es que si nadie protesta por ello, la siguiente será por 35 o 40, porque será “Avatar, Star Wars X, Misión imposible VIII o Jurassic World 5”, y oye, ¿por qué no vas a pagar por verla 50 euros, si es el acontecimiento del mes?, y le tengo además unas ganas de la leche
Veremos como va el asunto, por mi parte, quiero seguir viendo estas películas en cine, con la mayor cantidad de gente acompañándome en el evento (aun con el handicap de tener que aguantar a los maleducados de siempre).
Un saludo.