Si, o que no tenemos el tiempo o la paciencia para disfrutarlos como deberíamos, no pasa nada. A mi Bloodborne me encantó y le saqué el platino, pero después no he sido capaz de jugar a ningún Souls más de un par de horas (y los tengo todos), y no pasa nada. Quiero decir que Bloodborne me descubrió el concepto jugable y las mecánicas para progresar en ese tipo de juegos, y que la dificultad es el núcleo que da sentido al juego completo. Si hubiera tenido un selector de dificultad, tras la primera hora y media de sufrimiento, lo habría puesto en fácil y no habría acabado con la sensación de obra maestra con la que acabe. Seguramente no habría sentido el terror en cualquier escenario del juego, el sobresalto, la desesperación, el triunfo, las ganas de farmear un recorrido una y otra vez para mejorar...