Que va, estoy bastante lejos de estar extrañado.
La maquinaria ya se ha puesto en marcha y esto ya no hay quien lo pare. Y, por supuesto, hay que darles las gracias a los millones de casuals que le han reído la gracia a esta gente. A ellos y a los enfermos que están enganchados a esa gilipollez de las redes sociales.