¿Y ese carácter sumiso de la protagonista no tiene nada que ver con la época en la que se desarrolla la historia?
¿Y ese carácter sumiso de la protagonista no tiene nada que ver con la época en la que se desarrolla la historia?
Estoy de acuerdo con Charlie. No se puede (en fin, no se debe) desnaturalizar una obra (en este caso el original de G.B. Shaw o la adaptación Lerner/ Loewe) para satisfacer la forma de pensar actual.
Si nos ponemos a revisar en ese sentido "Madame Bovary", las obras de Jane Austen, etc, no dejaríamos títere con cabeza y desvirtuaríamos lo que, en realidad, es el retrato de una época, una sociedad, unos personajes, que no pueden funcionar psicológica y socialmente como si vivieran en el XXI. Sus formas de pensar y actuar son parte del valor testimonial de la obra.
Última edición por Twist; 26/10/2009 a las 15:06
En realidad, tal y como se ha entendido generalmente (Eliza se pliega sumisamente a las exigencias de Higgins) ahora es "políticamente incorrecto".
El "Pygmalión" de Shaw establece entre los dos personajes una relación ambivalente en la que Higgins lleva siempre las de ganar porque es un solterón empedernido y encuentra en Eliza un modo de probar sus teorías y de pasarlo bien dándose la razón. Eliza, por su parte, desarrolla con Higgins una relación de atracción-repulsión, porque le parece, culto, interesante (en cierto modo, un trasunto del padre que hubiera querido tener), pero ególatra, mandón e insoportable.
La obra tiene un final abierto en el que queda claro que Eliza no está por aceptar la sumisión y que Higgins no va a renunciar a su comportamiento avasallador y misógino, ni a su soltería, pero que se ha establecido un vínculo entre los dos, por anómalo que éste sea. Cierto es que Shaw (cuyos preámbulos a sus obras a veces eran más extensos que éstas) estableció un largo epílogo explicando que Eliza jamás se casaría con Higgins, aunque siempre sentiría una cierta atracción y reconocimiento hacia él. A Shaw le parecía lógico que Eliza se casase con Freddie, pasaran apuros económicos, etc, y los personajes siguieran relacionándose en términos parecidos a los desarrollados en la obra. Sin embargo, todas estas consideraciones de Shaw no forman parte de la pieza de teatro original.
Cuando Lerner y Loewe, tras algunas complicadas vicisitudes, pusieron en pie la versión musical de "Pygmalion", forzosamente hubieron de simplificar la obra y eliminar diálogos.
Para el final, decidieron no cerrar del todo la relación, ser suavemente ambiguos; así, por una parte Higgins admite que la echa mucho de menos y Eliza, en justa reciprocidad, vuelve a la casa del profesor. Justamente ahí acababa el musical, dejando en el aire que la relación entre ambos podría continuar con el acostumbrado tira y afloja presentado durante toda la obra. La frase de Higgins sobre las zapatillas (recurrente en el texto de Shaw) fue añadida en el último momento porque Rex Harrison se negó a interpretar una escena final sin texto y exigió una última frase antes de que cayera el telón. Se pensó que, en realidad, tampoco cerraba taxativamente una continuidad de relación feliz entre dos personajes siempre en conflicto. Sin embargo, parece muy extendida la interpretación de que Eliza renuncia definitivamente a cualquier independencia y claudica ante la tiranía egoista de Higgins. ¿Por qué no pensar igualmente que van a establecer una relación de conveniencia, con un permanente "tira y afloja", en la que ninguno de los dos cederá por completo? ¿O que una pareja semejante tiene los días contados, pese a que simpaticen?
La dificultad de modificar el final estriba en que añadir a la obra todo lo que Shaw apuntaba en su "epílogo" daría como resultado una poco interesante secuela. Y acabar la obra con Eliza casándose con Freddie, tampoco parece una solución muy satisfactoria, ni menos convencional que el "final abierto" tanto de la obra original como de la adaptación musical. Quizá un punto intermedio entre ambas opciones pudiera consistir en dar una réplica a Eliza, una vez que vuelve a casa de Higgins, haciendo que ante la petición de zapatillas responda "búsquelas usted mismo, profesor Higgings", y fundido a negro... Quizá estuviera más en consonancia con lo insinuado por Shaw.
En cualquier caso, al igual que con "El tercer hombre", no veo la necesidad de hacer un remake cinematográfico de "My Fair Lady".
Última edición por Twist; 26/10/2009 a las 16:20
Con lo bien que habla Twist de esta película, me apena más que sea el único musical que a día de hoy no soporto, y eso que me encantan. Ni yo misma lo entiendo. Quizá deba darle otra oportunidad dentro de un tiempo, pues sólo escucho maravillas de ella. Quién sabe.
Absolutamente de acuerdo. La película es quizá el mejor musical junto con otros como "West Side Story". Y además Audrey Hepburn está impagable y más maravillosa que nunca.
Que la tía esta petarda de Keira haga el papel (o lo intente) para mí es un sacrilegio de proporciones cósmicas.
Pero vamos, con esto de los remakeados nos estamos dando cuenta de la perversión del medio. No me extrañaría que un día de estos, hasta el propio Uwe Bolt firmara el remake de "Jesucristo Superstar"![]()
¡Con la cantidad de musicales teatrales que hay inéditos en el cine ("Follies", "Company", "Young Frankestein", "Anything goes", etc), no sé porqué tienen que repetir un título tan mítico y conocido!