Cuando yo tenía 15 o 16 años y estaba de vacaciones de verano, era del tipo "bicho raro" porque si tocaba ir a la piscina con el grupo de amigos, yo decía que por la mañana nada de nada. Que fuesen ellos y yo acudiría después de comer. Ya tendría toda la tarde para hacer un rato el imbécil (como por otra parte es lo procedente a esa edad).
Y es que, las mañanas eran para la biblioteca y al que no le gustase pues bueno, ya ves tú.
Los sábados ya eran el acabose cuando, al salir de marcha, yo era el único que no bebía alcohol y no por nada, sino porque detestaba el sabor de cualquier clase de bebida alcohólica. No se trataba de una cuestión de falsa moralina ni nada por el estilo. De hecho, aun hoy, a mis 35 "añazos", sigo sin probar ni una sola gota de alcohol (ni una copita de champagne en navidades. Nada es nada).
Claro que esto lo veo así ahora. En aquellos tiempos y por mucho que tú te comportases como tu cabeza te pedía hacerlo, resultaba difícil no darle vueltas al asunto y resistir la presión del entorno, incluso del familiar, para que te comportases de una manera un poco más "normal" e hicieses más vida social. Las fiestas del instituto eran divertidísimas (por aquello de ser el raro que no bebe y demás sandeces adolescentes).
Y eso que he de decir que mis amigos, generalizando, siempre fueron gente sana. Pero es que por aquél entonces, generalizando de nuevo, socializarse (especialmente los fines de semana) significaba poco más o menos lo mismo que ahora: dejar de beber el tiempo mínimo imprescindible para darle una nueva calada al cigarrillo.
Tampoco me terminó por ir tan mal, siendo como era.
Eso sí, hasta los 17 años no me comí un colín .
Saludos.