A mí siempre me ha parecido poco elegante, que entre compañeros de oficio se critiquen. Por ejemplo, Trueba es muy dado a cargar contra directores americanos, y siempre me ha parecido poco elegante, porque significa poner tu oficio y tú saber hacer por encima del de los demás. Y eso, para mí, sí es prepotente.

Ahora bien, una obra cinematográfica se hace para el disfrute de un tercero que somos los espectadores. Y tenemos derecho, sobre todo en la medida de nuestros conocimientos, y ya que hemos pagado por ello, a hacer juicio de valor sobre las mismas.

Por este motivo, si yo, como ya he comentado, veo una película en que el director no se ha preocupado ni siquiera en estabilizar una imagen tomada desde un helicóptero o en tener un mínimo cuidado con la fotografía o el montaje de ciertas escenas, por supuesto opinaré que está mal rodada.

Si además veo una escena que transcurre entre humanos del planeta Tierra en la que un hombre se cuela en la casa de una mujer, ésta lo descubre y no se asusta, y jiji jaja, pues pensaré que el director no ha sabido tratar esa escena y ha dejado a la actriz en bragas, destrozando al personaje. etc...

Además en el caso de Emilio Martínez Lázaro es reincidente en su absoluto desdén por el cuidado formal de su cine. No hay más que ver aquella joya de El otro lado de la cama, y, cómo no, su obligada secuela, Los dos lados de la cama.