El siempre atormentado Schrader está viviendo actualmente una etapa creativa muy fértil como director.
Si bien aún tengo sudores fríos pensando en Como perros salvajes, lo cierto es que El reverendo y El contador de cartas me parecieron magníficas películas (esta última pasó sin pena ni gloria de forma completamente inmerecida, con un Oscar Isaac inmenso). También he de reconocer que no he visto todavía El maestro jardinero.
Schrader es inclasificable y, por ello, necesario: capaz de elevarse a los altares y de perpetrar subproductos abominables; pero siempre honestos. Y la honestidad, valor que cotiza muy a la baja en el arte y en la vida, se le ha de reconocer siempre. Pienso exactamente lo mismo de otros cineastas como, por ejemplo, Abel Ferrara.
Esperemos que vuelva a hacer magia. De hecho, le veo capaz hasta de conseguir que Richard Gere ofrezca una interpretación decente.