Rojo sangre es una de las películas más interesantes de la última etapa suya (no confundir con Mucha sangre, por favor). Con connotaciones surrealistas y de humor negro, no exenta de cierto grado de violencia, quizá seamos los más allegados a Viejo Lobo los que mejor podamos entenderla, ya que encierra mil y un resortes sobre el sentimiento y las vivencias del autor. Detalles ingeniosos e irónicos que se pierden fuera de este contexto. Por cierto, el busto Murillo (Goya) que se usa como arma homicida, y un par de bastones satánicos, usados en el filme, descansan en mi museo particular.