Igual que cuando Disney compró Fox, a mí me parece una tragedia que uno de los estudios fundadores del Hollywood clásico pierda su independencia. Y además se empobrece la oferta, ya que la estrategia de producción y estrenos pasa a depender de los intereses conjuntos, se pierde competitividad. Ya lo hemos visto con Fox, por mucho que Disney estrene algunas cosas bajo ese sello, ha dejado de ser un agente en el tablero de juego. Su identidad se ha diluido.
Y no nos engañemos, a esta situación se ha llegado después de muchos años de ineptitud, de directivos que ponían su orgullo personal por encima de lo que decían los resultados de taquilla.
Esos mismos directivos a los que algunos jaleaban por sus obsesiones personales y que ahora se rasgan las vestiduras con lo que está pasando. Pues chicos: de esos polvos vienen estos lodos. Disfruten lo apoyado.




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