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Tema: Paul Verhoeven. Opiniones.

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  1. #11
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    Predeterminado Re: Paul Verhoeven. Opiniones.

    EL HOMBRE SIN SOMBRA (HOLLOW MAN), de 2000.



    Verhoeven cerró, al menos de momento, su carrera en Hollywood con este mediocre film de ciencia ficción, a mi parecer el menos interesante de su filmografía (opinión que creo que es también la del director). De vuelta al género al que contribuyó con films ya clásicos como Robocop, Total Recall o Starship Troopers, Verhoeven se enfrenta a un tema, el hombre invisible, que forma parte del panteón de “monstruos” de la historia del cine (recordemos el film de Whale para la Universal: The Invisible Man), aunque en esta ocasión no se parte de la novela de H.G. Wells, sino de un guion original para la pantalla (de Andrew W. Marlowe) al que al parecer se le estuvo dando vueltas durante algunos años por Hollywood. Me parece uno de sus films más impersonales, con aire de encargo asumido con profesionalidad, pero sin especial entusiasmo. Para la ocasión Verhoeven contó tras la cámara con un colaborador habitual, Jost Vacano (que sabe dotar de una gran movilidad a las imágenes dentro del plano, con numerosos travellings circulares, supongo que con la steadycam), y con Jerry Goldsmith en la banda sonora, que recuerda en ocasiones a la que firmó para Instinto básico.

    Con todo, a pesar de esa cierta impersonalidad del proyecto, hay detalles que nos pueden recordar las constantes verhoevenianas: en este caso, el papel de dios que se autoatribuye el mad doctor de la función, Sebastian (un solvente Kevin Bacon, antipatiquísimo porque así lo requiere el guion): en los primeros minutos ya le oímos decir cosas como “soy un jodido genio” o simplemente “yo soy dios”. No obstante, Sebastian no es el científico solitario y enloquecido habitual sino el líder de una investigación promovida por el Pentágono, realizada por un amplio equipo en unas instalaciones secretas. Dentro de ese equipo encontramos a su ex, Linda (una excelente y bella Elisabeth Shue), su colega y nuevo amante de Linda, Matt (Josh Brolin) o la veterinaria Sarah (la también excelente Kim Dickens, que algunos recordaréis de la serie Treme). Hay tensión sexual y estamos ante mujeres fuertes, buenas profesionales, un detalle muy típico del holandés. Hay desnudos (en especial, el del propio Bacon), sexo (aunque menos de lo que el perverso personaje de Sebastian parece apuntar), hay violencia (la lucha final entre Sebastian y el resto del equipo es dura, sin cuartel) e incluso encontramos un toque religioso en esa lucha prometeica contra los dioses que lleva a cabo Sebastian, algo que ya podíamos encontrar en obras primigenias como el “Frankenstein” de Mary Shelley.
    Aunque el equipo ha conseguido con éxito hacer invisibles a animales y devolverlos la visibilidad (por ejemplo, a un gorila, en una secuencia espectacular, brillante desde un punto de vista técnico),



    falta dar el paso definitivo: hacerlo con un humano. Sebastian, a espaldas de parte del equipo y del Pentágono, será el conejito de indias, con resultados fatales.





    Aunque la invisibilidad se obtiene con éxito, Sebastian no podrá volver a hacerse visible, al tiempo que su carácter, ya de por sí agresivo, megalómano y egocéntrico, va empeorando, hasta el extremo de violar a una vecina, aprovechándose de su invisibilidad en una escapada, o más adelante asesinar a su superior en el Pentágono (encarnado por William Devane, el inolvidable “malo” de la hitchcockiana Family Plot).

    Cuando se haga evidente que Sebastian ha enloquecido y que su objetivo es eliminar a todo el equipo de investigadores, la película se desliza progresivamente hacia un film de acción, de lucha contra el monstruo, de lo más convencional, aunque tenga algunos buenos detalles (el recurso de lanzar sangre al suelo para localizar las pisadas de Sebastian o de rociarlo con la espuma de un extintor). El final, pirotécnico y reiterativo a lo Terminator 2, acaba cansando aunque nos depara una última frase inspirada: cuando Linda y Matt ven caer por el hueco del ascensor a Sebastian, engullido definitivamente (¡eso esperamos!) por las llamas del laboratorio, Matt exclama asombrado y aliviado: “Oh, my God!”, a lo cual Linda responde “Not God, not anymore”. Brillante colofón, verhoeveniano hasta la médula, a un film hasta cierto punto vulgar, adocenado, aunque bien interpretado y muy competente por lo que a sus efectos especiales respecta.



    Y volvemos a Europa. Próxima etapa: El libro negro.
    Última edición por mad dog earle; 13/12/2017 a las 12:33

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