Verhoeven representa un caso clínico único en toda la historia del cine americano. Al comienzo de su carrera, en la vieja Europa, el director se dedicó a hacer filmes cuyo principal tema fue el sexo como metáfora y símil de la condición mental de sus personajes.
Su énfasis en encontrar los límites de la sexualidad y la locura lo transmutaron a uno de los realizadores más valorados por los seguidores del cine independiente europeo, desde siempre menos puritanos y más libertinos que los norteamericanos.
Pero cuando Verhoeven viaja "física" e "intelectualmente" a Hollywood, lejos de llegar a ser domesticado, como ya lo fueron otros antes que él, descubrió una nueva forma de sobrepasar los límites de lo permitido, pero en esta ocasión en un terreno mucho más familiar para los norteamericanos: la violencia en todas sus categorías.
El sexo lo dejaría para más tarde, pues reconoció que desde ese momento se encontraba en un país que vive simultáneamente en una de las sociedades más permisivas y más reprimidas del planeta. Una mezcla de antagonismo hipócrita de lo más deleznable.
Tanto su grandiosa Instinto Básico como la mediocre Robocop fueron algo así como tímidas tentativas para probar cuánta violencia y cuánto sexo resistiría este nuevo tipo de audiencia bajo la bandera del "entretenimiento"; los dos filmes alcanzaron gran éxito comercial, pues este director no suele hacer un uso gratuito de esas herramientas; todo lo contrario, las utiliza como base de una buena historia o un buen guión, la cual respalda las extremas imágenes que vemos en la pantalla, de tal manera que la violencia o el sexo no son meros entretenimientos, sino vehículos utilizados para transportar un mensaje real.
Desafortunadamente la mayor parte de la gente no es capaz de discernir más allá de las imágenes y como resultado creen que Verhoeven es prácticamente un pornógrafo, una especie de John Stagliano pero con más glamour, aludiendo a los "peores" instintos de la humanidad en aras de conseguir pasta ofreciendo productos del más bajo nivel ético. Es tristemente quedarse en la superficie del arte sin atreverse a pasar la línea por prejuicios jurásicos.
La continuación de la exploración de esos temas son "Starship Troopers" y "Showgirls", y ambas fracasos en taquilla y muy maltratadas por la crítica. La causa es evidente: después de entretener a millones de espectadores con el sexo y la violencia moderados de Robocop e Instinto Básico, Verhoeven se dió a la tarea de satirizar a la sociedad donde esas películas son consideradas como válido entretenimiento. Y la forma que usó para hacer patente la sátira fue incrementar los niveles de, lógicamente, violencia y sexo.
Lo que queda claro es que el mensaje fue demasiado sutil o demasiado desvergonzado, el caso es que esas películas habían obviamente rebasado la tolerancia de quienes en un principio elevaron al director a la categoría de visionario.....
Salu2.