Eso no es nada, compadre. Me crié en los Salesianos, y cuando el cura que vigilaba a los castigados a quedarse una hora o dos más tarde no podía quedarse, ponía a los alumnos en fila y a hostias vivas los despedía.

Menos mal que yo era modosito, pero ver las tortas espectaculares daba escalofríos.

Por regañar un pelín aquí no va a pasar nada, joé...