El material de partida (tanto la novela de Gordon Williams como el film de Peckinpah) le queda demasiado grande a Rod Lurie (ya tuvimos otro intento fallido con Bosque de sombras). En vez de apostar por el riesgo, prefiere estancarse en el mensaje conservador y puritano (ver la presentacion de Amy respecto al film de 1971, el final esperanzador). Consigue un producto convencional y pierde la oportunidad de reflejar los contrastes que existen en USA entre la poblacion sureña y los denominados progres urbanitas. El reto debia afrontarse con mayor enjundia.