El otro problema, como bien dices, es el mundo del arte en sí, que hace años se ha instalado en una mediocridad autocomplaciente, disfrazada de originalidad excéntrica y experimentación vanguardista, que permite que timos de la estampita como éste funcionen y nadie diga ni mu. Se pagan precios astronómicos por verdaderas mierdas pinchadas en un palo. Pero esto pasa porque hay quien está dispuesto a pagar esos precios y prestarse a ese juego, y se perjudica así al que de verdad tiene algo que ofrecer.