Yo soy coleccionista y tengo las 3, PS3, 360 y Wii, y he jugado a todo lo bueno que se podía jugar en esta generación.

Lamentablemente, la next-gen ya ha empezado mal para mi, con una WiiU muy por debajo de mis expectativas en cuanto a funciones y catálogo, por lo que de momento se ha quedado en la estantería de la tienda a la espera de que resucite de entre los muertos o que Nintendo se rinda definitivamente a la evidencia y tire la toalla en el terreno sobremesa.

En cuanto a las nuevas consolas, lo dicho, aunque he seguido muy de cerca todos y cada uno de los movimientos de las compañías, la política que Microsoft quería imponer a sus jugadores era propia de lo que sería una dictadura en un gobierno real: tenerlo todo controlado y que los bienes (discos) sean propiedad suya aunque el consumidor haya pagado (DRM), llenar las arcas tanto como se pueda a costa del pueblo (en este caso los jugadores, por el control de la segunda mano) e imponer leyes obligatorias (conexión a internet, Kinect). Ya era un secreto a voces lo que una compañía iba a ofrecer (u obligar a hacer) y otra no antes incluso de las presentaciones, pero el desparpajo con el que Microsoft salió en su presentación me dejó completamente perplejo e indignado a partes iguales. Y encima, 500 euros del ala.

Los juegos, más de lo mismo, poca cosa que se pudiese llamar vistosa (bajo mi punto de vista, claro), salvo Dead Rising 3, exclusiva que seguramente en unos años se volverá multiplataforma, pues no creo que una compañía como Capcom deje vendidos a los usuarios de PS4 en Japón y el resto del mundo, visto lo visto.

Para más inri, varios responsables de Microsoft salieron en diferentes entrevistas horas después de la presentación defendiendo la postura de la compañía e incluso llegando a soltar que si un jugador no tenía internet, Microsoft tenía para ellos una preciosa 360 en el mercado, ya podían olvidarse de One.

Sólo cuando vieron que Sony cumplía con los rumores dejándolos completamente en evidencia y clarísima desventaja, se bajaron los pantalones y con un espectacular "donde dije digo, digo Diego", anularon la decisión del DNR y la conexión a internet obligatoria, aunque nos la siguen metiendo doblada con el precio y Kinect por la fuerza.

Sony, por contra, ofrece casi todo lo mismo que en la pasada generación (no DRM ni códigos zonales, conexión a internet opcional, cámara opcional y segunda mano como toda la vida) pero con más potencia bruta, retrocompatibilidad por la nube (perdemos la física), da libertad a los desarrolladores independientes, si tenemos el Plus con PS3 o Vita, podemos dar de alta la PS4 sin pagar un duro de más y encima la consola es 100 euros más barata. Sobran las palabras.

Llevo más de 25 años en el mundo del videojuego, y he disfrutado de Xbox desde sus inicios, cuando era un tocho que no sabíamos ni como colocar en los stands de la tienda, porque la caja era inmensa, pero he sido también testigo de cómo Microsoft ha ido abandonando poco a poco aquello que me llamó a comprarme su consola: juegos novedosos y diferentes. Sólo he ido viendo otro Forza, otro Halo, otro Gears, otro Kinect Sports, y los multi...

Con lo que disfruté del primer Dead Rising, del DOA Ultimate, del Lost Oddysey, del Conker's, los Knights of the Old Republic, los dos primeros Fable o algunas de las mejores conversiones de multiplataformas jamás hechas, como los Project Zero. Pero ahora, todo secuela o actualización de algo ya existente. Nada más.

¿Dónde están las respuestas de Microsoft a Uncharted o The Last of Us? ¿Y a Heavy Rain y Beyond? ¿Por qué no podemos disfrutar de experiencias como Journey o Flower en el Live?

Nintendo estará dormida, pero aún tiene su público que puede sacarla del agujero si salen al mercado títulos propios que interesen, pero Microsoft está cometiendo el grave error de centrarse en la tecnología y exprimir fórmulas que, aunque son de éxito, sufren ya de desgaste y no marcan la diferencia tanto como antes.

Por el bien de nosotros, los consumidores, espero que despierten pronto y nos ofrezcan una buena batalla, ya que por el momento, no se merecen el poco apoyo que están teniendo.