Cerca de donde paso las vacaciones hay uno: La Mussara (Baix Camp, Tarragona). Se despobló en los años 50, y aún se aguanta medio en pie la iglesia y las paredes de las casas. Es un sitio que me encanta visitar a menudo por la tranquilidad que se respira. Está al borde de un precipicio desde donde se ve toda la costa tarragonina. De noche no tiene precio. Además, hay historias de hechos fantasmales, ritos satánicos, avistamientos de ovins, etc.