Quince años después de la primera vez he revisitado esta película considerada la obra maldita de John Boorman en DVD, en el montaje original del director antes que el fracaso del estreno hiciera que fuera alterado. Este difiere del que vimos en España en su día en que anula la narración inicial del personaje de Richard Burton a base de imágenes congeladas de la primera película; elimina el plano del exterior de las favelas también al comienzo, y si no recuerdo mal cambia el final. También cambia la banda sonora, eliminando la versión rock de la BSO de Morricone por uno de los temas que aparecen en el film.
No sé si será por los cambios o por el paso del tiempo, pero lo que en su día me pareció un fiasco de proporciones colosales, un tremendo aburrimiento y un completo sin sentido, hoy me ha parecido una pretenciosa secuela que evidentemente resulta fallida en el desarrollo de los personajes e incluso insulsa y a veces mal escrita, pero que tiene unas intenciones muy loables al tratar de descender a la mente de Reagan McNeill mediante un recurso muy dificil de retratar en cine: los sueños.
El principal problema de la película creo que es la existencia de la película original, pero sobre todo que a diferencia de aquella ni siquiera trata de infundir temor en el espectador, por lo que no me resulta sorprendente que resultase un fracaso en su día.
Sin embargo, es una película tremendamente elaborada, con un diseño de producción y de sonido muy conseguidos y sobre todo con un portentoso trabajo de William A. Fraker [ASC], que aquí hizo su mejor trabajo junto con su fotografía para las escenas adicionales de Encuentros en la Tercera Fase y 1941, también para Spielberg:
No sé qué os parecerá a vosotros, pero yo prefiero una secuela fallida con estas intenciones que otra que ofrezca más de lo mismo pero peor.La continuación de la película original de William Friedkin fue la única colaboración entre el director inglés John Boorman y el director de fotografía norteamericano William A. Fraker [ASC].
Considerada unánimamente un fracaso, “El Exorcista II” es sin embargo un verdadero delirio a nivel visual desde su propia concepción. El diseño de producción de Richard MacDonald propone a los cineastas múltiples juegos de reflejos en espejos y cristales, así como una espléndida recreación en interiores de estudio de un desierto africano, en donde el padre Merrin de la primera película inicia sus contactos con Satanás.
Fraker saca un gran partido de las escenas en el hospital y de las luces de la máquina de sincronización, pero especialmente se muestra como un coloso en las escenas desérticas –que causaron innumerables problemas durante la filmación- consiguiendo un ambiente atractivo visualmente a la vez que irreal, como requería la historia. Asimismo, las escenas finales muestran su habilidad con la luz estroboscópica (cfr. “Buscando al Sr. Goodbar”), con los efectos especiales mecánicos (cfr. “1941”) y una cuidadada recreación también en estudio de la casa y la calle de la película original.
Se trata en definitiva de una gran fotografía, con cientos de matices, propia de una película que aún fallida en su conjunto muestra su gran presupuesto y el talento visual de los cineastas que la llevaron a la pantalla. Efectos visuales de Albert Whitlock y efectos ópticos de Frank Van der Veer [ASC]. Geoffrey Unsworth [BSC] y Peter MacDonald [BSC] aparecen en los agradecimientos.
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Un delirio visual; El Exorcista II: El Hereje. Fotografía de William A. Fraker, ASC.[/center:f807df7f23]
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Saludos.